1984 fue sólo el comienzo de aquella serie de coincidencias.
Durante una conversación con tus amigas
te escuché decir el nombre de tu antigua escuela.
Me ahogué con mi bebida.El ruido fue tal que me echaste un vistazo.
¿Lo habrías hecho en el pasado?
Todavía estábamos en primer año.
Aún no tenía novia
y tal vez pude haber hecho algo.Quizá, si te lo decía, lo hubieras abandonado.
Si hubiese tenido la inteligencia para descifrarlo,
ahora estarías a mi lado.A veces imagino cómo me habría gustado que fuera aquel momento.
En ese sueño vuelvo a usar el uniforme de bachillerato,
estoy en tercer semestre,
llevo la bata blanca de laboratorio
y giro en el edificio F.Me desvío hacia ese lugar
donde se aglomeran los de nuevo ingreso.
Ignoro las miradas y los comentarios.
Me concentro en ubicarte en medio de tantos extraños.Siempre fallo.
No nos cruzamos ni siquiera al ir al baño.
Las cafeterías se llenaban con rapidez,
pero contigo jamás me encontré.Dos años estuvimos en el mismo sitio.
Pasamos por edificios contiguos.
Nos detuvimos en la explanada durante los honores
y, aun así, nunca coincidimos.De regreso al momento del descubrimiento,
dos años tarde,
contaste que durante cinco semestres
estuviste en el edificio E,
que "El holandés" te reprobó dos veces
y escapaste por la barda trasera los últimos meses.¿Por qué no puse más atención?
Tuvimos a los mismos profesores,
estabas a un salón de distancia.
Y, después, cuando decidí abandonar la universidad,
finalmente nos pudimos encontrar.Ese acto de total irresponsabilidad,
según mis papás,
fue el que finalmente me llevó a ti.Quien quiera que haya escrito nuestro destino,
debió haberse divertido
ESTÁS LEYENDO
Estrellas en el techo
PoezjaEl trabajo de la profesora Rangel consistía en hablar sobre alguien importante para nosotros. Pensé en mi familia, pero no hay mucho que quiera decirles. Después en mi novia, aunque ahora es ex. Y finalmente, casi sin esforzarme, tu imagen apareci...