Capítulo VII

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La majestuosa decoración del hotel Pompeau no sorprendió lo más mínimo a Hell. Tampoco el enorme banquete en medio del salón, ni la hermosa distribución de las mesas, ni la posición de los adornos iluminados. En toda su vida, Hell había visto cosas mejores. Ya nada lo sorprendía. La mesa redonda de los Capobianco estaba muy cerca de la de los novios. Respeto a la antigua amistad entre DD y el padre de la novia, dijo Babe.

-Esto es el mayor coñazo de la historia — se quejó apartando la silla de Aya para que se sentara y con su sobrino en brazos -. ¿Vino? Se supone que los Wolf saben de qué va la fiesta. ¿Dónde está el tequila?

Babe le dijo que no fuese maleducado y que no dijese palabras malsonantes con DD Junior delante pero Tears dijo que tenía razón, que aquello era un aburrimiento. Aya rio.

-Dejan entrar bebés, con eso lo digo todo — Hell alzó al niño para que todos en la mesa lo vieran.

Jack Golding se sentó tras saludar a un par de personas y mucha gente se acercó a la mesa para hablar con ellos. Gajes de ser una de las Familias más influyentes del país. Nick Reynolds y Sky se sentaron con una mirada despectiva por parte de Hell y la tensión en el ambiente se volvió palpable. Sky rodeó la mesa para darle un beso a su hermano. Estuvieron un par de segundos abrazados.

-¿Te está tratando bien? - susurró.

-Sí. Tenemos que hablar — Sky le dio un par de besos en la mejilla todavía rodeándolo con los brazos.

-Por supuesto.

Sky se separó, le hizo un par de carantoñas a su sobrino y se dirigió a hablar con su madre y su hermana. Las miradas entre Jack, Nick y Hell fueron incómodas. El primero, porque no estaba acostumbrado a no controlar la situación. El segundo, porque la Familia Capobianco seguía intimidándolo a pesar de la fachada de arrogante y chulo. El tercero, porque tenía sentado en su mesa al mismo tío que había estado a punto de matarlo.

La sala estaba abarrotada. Gente bailando, bebiendo y armando jaleo antes de la cena. Dudaba que esta llegase a servirse. A Hell se le acabó pasando el mal humor simplemente porque no tuvo tiempo de estar enfadado. Haber estado un año fuera había repercutido mucho en sus relaciones sociales y no había nadie en el salón que no quisiese hablar con él. Genial.

-Oye, enana, toma a DD — le dijo a Tears -. Tengo que saludar a alguien. ¿Vienes?

Babe dijo que no, que Aya se quedaba donde estaba. Su madre había descubierto la capacidad de Aya para identificar los vestidos y trajes de marca de las falsificaciones. Un asentimiento para uno verdadero, dos asentimientos para una falsificación. Babe no estaba dispuesta a que se la llevase.

Hell se levantó y vio por primera vez la habitación repleta de gente conocida. En una especie de escenario estaban los novios haciéndose fotos con los invitados. "Rojo", pensó, "Un vestido rojo". Dio una vuelta completa por el exterior intentando evitar tener que saludar a más personas. Estaba algo irritado.

Vio al fondo, casi junto a la entrada, la figura delgada de una mujer que sostenía una copa de champán. Llevaba un vestido rojo largo de encaje y una mirada penetrante. Era elegante y de rasgos astutos. Debía tener ya los cuarenta pero era realmente bella para Hell.

-¿Pensabas esconderte de mí toda la noche?

La mujer se giró y dibujó una sonrisa de lado antes de contestar:

-Eso mismo me preguntaba yo.

Se apartó del grupo y se enganchó de su brazo con paso elegante. Comenzaron a pasear lentamente.

-¿Dónde has estado todo este tiempo, Hell Capobianco? ¿Qué te ha tenido tan entretenido como para alejarte de tu querida amiga Rosa?

-Nada mejor que tú.

Éxtasis (Saga Adrenalina II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora