|Capítulo Catorce: Omegas rotos|

2.4K 318 68
                                    

______________________________________

★・・・・・・・★・・・・・・・・★

El despertador posado en el buro de la cama empezó a sonar, Naoto quien había despertado hace ya una hora observó como el objeto se movía mientras lanzaba aquel molesto sonido.

Extendió su mano pasados dos minutos y apretó el botón del despertador, la habitación se sumió en un pesado silencio.

Se incorporó con cuidado, a su lado su prometida dormía con naturalidad, se levantó de la cama no sin antes dejar un casto beso sobre su sien y arroparla para que no pasara frío.

Arrastró los pies hasta el baño donde se dió una rápida ducha, se vistió con su usual traje negro y mientras se acomodaba la corbata fue a la cocina donde se sirvió una gran taza de café mientras encendía las noticias.

Sacó huevos de la alacena junto a un par de naranjas, no tenía mucho apetito por no decir que nada pero debía comer ya que de lo contrario preocuparía a su mujer.

Sus movimientos se detuvieron abruptamente, hoy las noticias hablaban sobre asaltos, robos y uno que otro homicidio.

Sólo hablaron de la desaparición de Takemichi, en dos miserables ocasiones y luego se olvidaron de él como si nunca hubiera existido.

Naoto apoyo su frente contra la encimera de granito, realmente estaba tan frustrado y cansado.

Su mejor amigo, la persona que lo apoyó luego de la muerte de su hermana, que lo motivó a seguir adelante, que le presento a su futura esposa e incluso quién le ayudó a conquistarla, a quien consideraba un molesto hermano menor y miembro de su manada, de la noche a la mañana desapareció sin dejar rastro, como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra.

No había ninguna pista, absolutamente nada.

Naoto se sentía en extremo culpable, no podía dejar de pensar en que si hubiera dejado en paz a Takemichi, si tan sólo no lo hubiera convencido de acompañarlo a aquella cena, su mejor amigo podría estar aun allí.

Como un policía, Takemichi tenía muchos enemigos. Muchos criminales quisieran su cabeza, Naoto no quería pensar mucho en eso pero tenía que ser realista...

Su amigo literalmente podría estar en cualquier lugar.

Ya casi no había Omegas, mucho menos Omegas masculinos, se habían vuelto tan escasos como el agua. A lo largo de los años, él vió de primera mano como muchos Omegas eran secuestrados y luego de años se los encantaban, convertidos en meros esclavos sexuales con una marca de unión que les impedía volver a su antigua vida.

Él sabía que Takemichi no era débil, su determinación era uno de sus mejores atributos pero no podía evitar estar asustado. Si descubrían que Takemichi era parte Omega, podrían marcarlo y aquello sólo lastimaria su cuerpo hasta llevarlo a la muerte.

Suspiro de manera pesada, se sentía un completo inútil. Takemichi le había ayudado en tantas ocasiones y ahora no podía hacer nada para ayudarlo a él...

Miró la hora de la televisión, dándose cuenta que debía darse prisa o llegaría tarde al trabajo. Frió los huevos, los puso en un plato y mientras los comía sacó la exprimidora para poner las naranjas y hacerse su jugo, hizo más para su esposa, los puso en un plato aparte y le puso un plástico protector. Senju últimamente no se sentía bien, tenía muchas náuseas y mareos, Naoto intuía que estaba muy deprimida por la desaparición de Takemichi, no quería que se esfuerce demasiado. Su prometida ya vivía con mucha culpa, Naoto no quería verla más triste pero no encontraba fuerzas para animarla, ni siquiera tenía fuerzas para animarse a sí mismo.

Detective Hanagaki |MiTake/TakeMikey| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora