|Capítulo Diesciseis: Sé cómo termina esto|

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Apoyó sus manos contra la cerámica del tocador, unos ojos azules con un ligero tinte rosado le devolvieron la mirada.

Llevo su mano a su cuello, sus dedos delinearon con cuidado la marca de unión. Si visitaba a Naoto; no sabía si contarle la verdad, o mentirle, no quería que se preocupe más por él aunque sería inevitable, dijera lo que le dijera.

La marca se notaba bastante, solamente podría ocultarla si usaba ropa de cuello alto, ni hablar de su olor; también tendría que usar inhibidores de olor.

Aunque Naoto era listo, no le costaría mucho adivinar lo que sucedió si aparecía con el cuello cubierto y sin olor.

Exhaló, dejando que el vaho saliera de sus pulmones golpeando la superficie reflectante haciendo un poco borrosa la visión.

Limpió el espejo empañado, notó que al bajar más la mirada, podía ver con claridad las marcas que Mikey dejó anoche.

Abrió el grifo y se lavo la cara, el vapor del baño lo estaba asfixiando y sus pensamientos no ayudaban mucho. Entonces se alejó del lavabo y se acercó al cesto de ropa sucia, hurgó un rato hasta que encontró su pantalón dónde había ocultado la nota que le había dado Akane.

Sacó el pedazo de papel, entrecerró los ojos, le costó un poco leer debido a que el trozo de papel estaba muy arrugado y las letras eran algo descuidadas.

«Tu yo podemos solucionarlo todo
A y u d a m e »

Abajo se hallaba una fecha, lugar y una hora en específico.

Se mordió el pulgar al terminar de leer, el mensaje era bastante claro; Akane quería que se encuentren a solas.

Rompió el papel y lo tiró al retrete para luego jalar de la cadena, luego se levantó. Tenía que pensar demasiado, Takemichi sentía que no podía tener un segundo tranquilo, le pasaban demasiadas cosas y todo era mucho que procesar.

Abrió la puerta, encontrándose a su Alfa dormido aún. Mikey estaba acurrucado en su nido, su expresión era muy tranquila, por medio de su lazo podía sentir que estaba soñando algo muy lindo.

El corazón de Mikey se sentía cálido, ligero y confortado.

Ver a su Alfa durmiendo en su nido de esa manera tan plácida lo hizo sentir orgulloso e inmensamente feliz, había trabajado mucho en hacer su nido muy cómodo, suave y lindo.

Se acercó a su nido, extendió su mano derecha y con cuidado acarició su mejilla; sacó unos mechones albinos de su rostro para poder ver su expresión mejor.

Ahora Mikey era totalmente suyo; ahora Mikey jamás iba a dejarlo.

Negó con la cabeza al darse cuenta de lo oscuros que eran sus pensamientos, no se supone que debía pensar eso. Realmente odiaba a su estúpido lobo psicópata.

Mikey se removió, entonces sus párpados se abrieron dejando a la vista sus profundos ojos negros que al instante se clavaron en Takemichi y brillaron de manera inmediata.

— ¡L-Lo siento! ¿Te desperté? — intentó alejar su mano pero Mikey lo tomó de la muñeca, incitando a que no se detenga, cerró los ojos e inclinó su cabeza hacia la mano de Takemichi.

— A veces pienso que todo es un sueño — la voz de Mikey salió ronca y adormilada — Y despertar y que estés aquí conmigo es... Maravilloso.

Takemichi no pudo evitar sonrojarse, a veces Mikey decía cosas tan dulces y bonitas que su corazón no lo soportaba.

Detective Hanagaki |MiTake/TakeMikey| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora