Tener un romance en el siendo shinobi es difícil, o mejor dicho imposible. Siempre existe la posibilidad de que uno de los dos muera en una misión.
Akiko Sarutobi descubrirá, en carne propia, los horrores que conlleva amar, no a un shinobi común, s...
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La mejor parte de hacer misiones era el momento en que nos daban nuestra paga.
El dinero lo es todo en esta vida, porque sin él no puedes comprar comida.
Por eso, junto con mis compañeros de equipo, Tokuma y Daiki, salí a comer un delicioso ramen. Ahí, en Ichiraku, me encontré con Izumi Uchiha.
—Ha pasado un tiempo, ¿eh? —dijo la Uchiha, sentándose a mi lado en la barra, por lo que deje de comer.
—Cierto, desde que nos graduamos —respondí.
—Sí, eres igual de prodigio que Itachi-kun.
Según Shisui, Izumi estaba celosa de que me graduara junto con ella, pero al ver cómo se comportaba, creo que pudo ser parte de sus bromas.
—Estás exagerando —dije —, Itachi está a un nivel mucho más elevado.
—Si tuvo dices, entonces debe ser cierto —comenzó a removerse en su asiento, señal de nerviosismo —. Hablando de Itachi ... él ... Quiero decir ... Lo que pasa.
—Suéltalo antes de que mi ramen se enfríe —hablé, esperando ansiosamente tomar un bocado de comida.
—Perdona —agitó sus manos desesperada, luego suspiró en señal de derrota —. Hace algunos días me porté grosera con Itachi, todo porque no tomó en serio mi respuesta a su pregunta de por qué quiero ser ninja.
¿Acaso Itachi estaba haciendo un censo?, esa misma pregunta me había hecho hace algunos días.
—¿Y cuál fue tu respuesta? —pregunté curiosa.
Quería saber que había dicho Izumi para que terminaran en una discusión.
—Es porque quiero seguir el camino de la persona que me gusta.
No sabía si admirarla por tanto amor o por tanta idiotez.
El ser ninja es algo serio, no sólo es pelear, también es tomar conciencia de que alguna vez tendrás que matar o que la vida de tus compañeros puede caer sobre ti. Asuma me lo advirtió.
Sin embargo, debía ser buena amiga y estar del lado de Izumi.
—¿Y no se ha disculpado?
—No lo he visto desde entonces. Él... ¿no te ha hablado de esto? —sus mejillas tomaron un leve color carmín —, ¿han hablado sobre mí?
Ahora me quedaba claro por quien se había convertido en ninja.
Su mirada anhelante me abrumó, decirle que no hablábamos de ella podría destrozarla, tenía que evadirla.
—Yo tampoco lo he visto.
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