Tener un romance en el siendo shinobi es difícil, o mejor dicho imposible. Siempre existe la posibilidad de que uno de los dos muera en una misión.
Akiko Sarutobi descubrirá, en carne propia, los horrores que conlleva amar, no a un shinobi común, s...
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El día en que el zorro de nueve colas fue liberado, el cuarto Hokage y su esposa perdieron la vida para sellar a la bestia en el pequeño cuerpo de su hijo, convirtiéndose en grandes héroes.
Sin embargo, no fueron las únicas muertes ocurridas en ese evento, decenas de ninjas y civiles fallecieron tratando de proteger la aldea, entre ellos se encontraba mi madre. Desde ese día odié por completo todo lo relacionado con su muerte, en especial a Naruto Uzumaki, el actual contenedor del zorro.
Ya habían pasado años y ese nombre no lo había escuchado desde hace mucho tiempo. Por eso, cuando Itachi se lo mencionó a Sasuki, no pude evitar petrificarse y quedar absorta en mis pensamientos incluso cuando regresaba a mi casa.
"La aldea entera siente un gran rencor hacia el niño, yo... ¿Aun lo odio?, tal vez sí, pero mi odio era justificado ... ¿acaso el odio se puede justificar?, no lo creo, el odio trae más odio y se vuelve en un ciclo sin fin ... pero no puedo perdonar ¿o sí?"
-Akiko -me dije a mi misma -, eres todo un lío.
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La sombra de las hojas del árbol era perfecta para tomar una siesta, el bosque cercano a la residencia Uchiha era un buen punto de encuentro para hacer un picnic con mis amigos de ese clan.
Me recosté y cerré mis ojos, pronto sentí el chakra de dos personas acercándose, eran ellos. Me sentí orgullosa de identificarlos, el exigente entrenamiento con mi sensei de equipo estaba tomando frutos, si seguía así podría aumentar mi rango y clasificar como un ninja sensorial.
-Qué envidia -abrí mis ojos para toparme con Shisui mirándome fijamente -, es un privilegio poder descansar de ese modo.
Volví a cerrarlos ignorándolo por completo.
-Ves Itachi, ella me odia.
-Tu siempre la molestas -respondió el segundo Uchiha mientras se sentaba a mi lado.
-Ustedes conspiran contra mí.
Segundos después nos encontrábamos tumbados en el pasto y, sin darnos cuenta, nos quedamos dormidos por un tiempo. Esto había ocurrido en los últimos días.
