El vampiro anélido

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Aquella avenida es conocida por ser una de las zonas más peligrosas de la ciudad, La delincuencia y la prostitución están a la orden del día

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Aquella avenida es conocida por ser una de las zonas más peligrosas de la ciudad, La delincuencia y la prostitución están a la orden del día. Quienes atraviesan el lugar, especialmente de madrugada, pueden percatarse de las mujeres al pie de la calle esperando a su próximo cliente.

Rose era una de las jóvenes dedicadas a este oficio; Apenas en sus veintes, de complexión delgada y de una altura poco menor a un metro sesenta realizaba toda clase de favores sexuales a cambio de la suma apropiada. En aquella ocasión vestía una falda corta y ajustada que le permitía lucir mejor sus piernas desnudas; una blusa de tirantes blanca y holgada que, con la iluminación adecuada, adquiría un aspecto translúcido. Además zapatos de fantasía con un delgado y puntiagudo tacón.

Esa noche un hombre de aspecto repulsivo solicitó sus servicios. Media poco más de 2 metros, era sumamente obeso y expedía un olor similar al de un cadáver en descomposición. Vestía una chaqueta de cuero marrón y un par de pantalones a juego. Usaba la chaqueta suelta, pues al ser de una talla más chica, no le ajustaba correctamente. Esta situación revelaba, además, la completa ausencia de camiseta o prenda similar. En su lugar se erguía orgullosa, una colosal barriga; coronada, además, con un abultado y redondo ombligo.

Rose por su puesto rechazó el trabajo, pero el hombre la hizo cambiar de opinión tras entregarle un enorme fajo de billetes. La chica se había percatado de que, después de todo, había tenido peores clientes.

La pareja partió de la avenida rumbo a un callejón cercano. En él había un acceso trasero a la vivienda que Rose y otras chicas usaban para su oficio. La puerta se encontraba bloqueada por unos cuantos maderos, cajas, bolsas de basura y otros objetos con el fin de despistar la verdadera naturaleza del lugar. Tras remover estos obstáculos, Rose le dio la espalda a su acompañante para abrir la puerta. Aquel breve instante fue suficiente para que el hombre ejecutara su terrible plan, tomó uno de los maderos que se encontraban en el suelo, lo sostuvo con fuerza y dio un certero golpe en la cabeza de Rose. La chica callo desmayada, quedando recostada en la esquina del callejón.

En este punto la mayoría de los lectores podrían imaginar, erróneamente, que el relato aquí descrito no es más que otro de los muchos crímenes que atestan la ciudad. Sin embargo la realidad es mucho más escabrosa. Aquel hombre no era tal, por el contrario, se trataba de un ser de naturaleza demoniaca. Me gusta llamarlo un "Vampiro" aunque este término suele confundir a las personas hoy en día. Pues la imagen que se asocia a este ser es muy distinta a la que voy a relatarles a continuación. No obstante hay un detalle persistente en cualquier narración que involucre la presencia de esta criatura y que, además, cualquiera podrá reconocer de inmediato como propio de un vampiro: la insaciable necesidad de consumir sangre humana.

Tras someter a la chica, el hombre comenzó a experimentar una espantosa transformación. Sus ojos perdieron toda coloración y sus pupilas desaparecieron por completo, su postura perdió rigidez y su cabeza se hecho hacia atrás, adquiriendo una posición imposible. Su torso se estremeció con brusquedad y su ombligo se hinchó drásticamente, adquiriendo en el proceso un color rojizo.

Es una suerte que la mujer no pudiese percatarse de lo que estaba ocurriendo pues era un espectáculo francamente grotesco. Del ombligo emergió una punta negra envuelta en un líquido de color amarillo, consistencia viscosa y agrio hedor. Dicha punta se retorció y continúo avanzando fuera del estómago del hombre, dando paso a un apéndice largo y traslúcido. El cual estaba compuesta por una sucesión interminable de anillos de carne que daban la apariencia de un visceral cordón umbilical.

Cuando la cabeza de este gusano tocó el suelo comenzó a arrastrase de manera similar a una serpiente, hasta alcanzar el cuerpo de la chica. Una vez ahí trepó hasta llegar al límite de su falda. Esto hizo reaccionar a Rose, quien de inmediato intento levantarse y huir. Sin embargo antes de que pudiese moverse si quiera, la criatura se enroscó a su alrededor y apretó con fuerza su torso. En un intento desesperado, la chica intento gritar por auxilio. Fue inútil, de su boca emergieron únicamente una suerte de tenues balbuceos guturales. El gusano se retrajo; Acercando a la chica al estómago del hombre, a la vez que la sostenía en el aire.

Fue entonces que el vampiro procedió a alimentarse. La punta se abrió de manera vertical, similar a un capullo, mostrando en su interior una mandíbula recubierta de pequeñas hileras de dientes.

La boca del anélido se pegó como una sanguijuela al cuello de Rose, lo cual le produjo un dolor indescriptible. Provocando a su vez, que la chica se retorciera en un forcejeo inútil.

El gusano se encajó por completo en su cuerpo, sellando herméticamente la herida y aspirando bruscamente la sangre que brotaba de esta. Mientras llevaba a cabo este proceso, la coloración de su cuerpo cambió de un blanco traslucido a un tono marrón.

Esta situación se alargó por varios minutos, hasta que la joven dejo de moverse. Rose, había muerto a manos de aquella terrible criatura.

El vampiro finalmente sació su bestial apetito y liberó a su víctima. Por supuesto el cuerpo del anélido aún se encontraba atiborrado de sangre por lo que esta se derramó en el suelo y los alrededores. La cabeza del gusano se cerró bruscamente y comenzó a retraerse a través del ombligo del hombre hasta desaparecer por completo en el interior de su obeso estómago.

Entonces el varón recupero su aspecto humano. Levanto la cabeza, sacudió sus peludos brazos y finalmente recupero el brillo en sus pupilas. Tras incorporarse, caminó rumbo al cadáver que yacía en el suelo. Una vez ahí recuperó el dinero que había entregado. Hurtó, además, un billete del bolsillo de Rose. Es muy probable que de esta manera adquiriese aquel enorme fajo en primer lugar, robando un billete a la vez de cada una de sus víctimas.

La niña de porcelana y otros cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora