Me convertí en el propietario de este terreno hace un par de meses, allí había un viejo almacén abandonado. Desde la recesión económica, muchas empresas se marcharon de la ciudad y se reubicaron en el tercer mundo, por lo que esta clase de lugares abundan hoy en día.
Esta propiedad se encuentra en la intersección de Ébano y la avenida Maple. Al lado derecho hay un edificio de apartamentos y al otro, cruzando Maple, esta la comisaría.
Seria fácil pensar que, estando tan cerca de una estación de policía, aquel debía ser un sitio bastante seguro, pero a mi no me daba muy buena espina. Siendo aquel un lugar en el que entran y salen delincuentes tan a menudo, no me extrañaría que más de uno se llegara a escapar y terminará merodeando en los alrededores.
De cualquier forma, aquella propiedad junto con quinientos mil dolares fue el monto total de la herencia que me fue entregada tras la muerte de mi padre.
Podrá parecer mucho, pero comparado con la riqueza que poseíamos cuando yo era joven, estas eran simples migajas.
«¡Nos hemos vuelto un país de hombres débiles y nuestro país se ha ido a la quiebra!» Aquellas fueron las ultimas palabras de mi padre antes de sucumbir ante el cáncer y yo estoy completamente de acuerdo con ellas.
Sin embargo, más allá del problema con la comisaría el lugar no estaba nada mal. Tenia pensado echar abajo la bodega y construir ahí mi nuevo hogar.
Antes había vivido en Arkansas, en otra casa propiedad de mi padre, ¡Pero maldita sea, las desgracias no terminan nunca! Un torbellino la hizo añicos unos meses atrás.
En base a esta experiencia decidí que la nueva construcción se llevaría acabo con ladrillo en vez de madera, seria algo mas costoso pero el presupuesto alcanzaría si lo administraba adecuadamente.
Antes de iniciar la demolición, una arquitecta de nombre Berenice y sus ayudantes acudieron al lugar. Estaban allí con el fin de inspeccionar la zona y elaborar un primer bosquejo de la nueva edificación.
Era un terreno prácticamente rectangular, por lo que seria fácil llevar acabo un buen diseño.
Berenice y yo conversamos por un buen rato y le dejé muy en claro los requisitos de la obra: Quería una planta baja con recibidor, sala de estar, comedor, cocina, un baño y una habitación de huéspedes. En el segundo piso, otras tres habitaciones y dos baños.
La mujer anotó todas las especificaciones e hizo un primer bosquejo del plano arquitectónico.
Yo había estado reacio a contratar una mujer para este trabajo pero en ese momento me pareció una persona bastante diestra en su oficio. Apenas transcurrido un par de minutos, planteó una organización aproximada de las distintas habitaciones de la casa.
Tras examinar el bosquejo con detenimiento me topé con un detalle que me resultó bastante incómodo. Al final del pasillo que conducía a la cocina, Berenice había dibujado la nomenclatura de una ventana.
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La niña de porcelana y otros cuentos
ParanormalAdemás del cuento «La niña de porcelana» en este libro podrás encontrar diversas historias de fantasmas, monstruos, creepypastas y otras leyendas urbanas.