Cuatro y media de la tarde, llegue listo con olor a perfume, baje de aquel carro de mis padres, toque la puerta y entre a lo que nunca hubiera imaginado como el primer desastre que me partiría el corazón.
—¡Hey! Chicos, Miguel ha llegado —grito aquella chica organizadora de la fiesta —pensamos que no ibas a venir, que genial que si hayas podido —sonreí y pasé de largo ignorando cada una de sus palabras, pues a mí solo me interesaba una sola cosa en esa fiesta, y era verlo.
—Si, a decir verdad, no tenía nada más que hacer. Oye, de pura casualidad ¿sabes si ya llego Nádir? —dije mientras volteaba a ver a todos lados con mucha inquietud dentro de mí.
—Mmmm... No, creo que no ha llegado, pero me dijo que no tarda en venir. Por lo mientras ¿no quieres algo? Por allá están todos tus amigos —hizo una seña hacia un pequeño rincón donde efectivamente estaban algunos de mis amigos, le agradecí y tomé camino para escoger un lugar cerca de ellos. No tuve otra más que incorporarme al ambiente y fingir que me sentía despreocupado de todo, olvidar que sentía inquietud por no verlo y estar tan intranquilo esperando que cruzara cualquier puerta para poder verlo.
Empezaba a ocultarse el sol, fue ahí cuando por fin decidió aparecer aquel chico que me hacía enloquecer, mi querido enamorado sin amor. Directamente y sin perder ni un segundo fui con él, le hice la plática sin un tema en específico, solo hablábamos de lo que fuera junto con la compañía de unos cuantos terceros que eran grandes amigos de los dos. Paso el tiempo y la fiesta fue llenándose de personas. Muchas de ellas no las conocía, a la minoría les hablaba solo un poco, pero realmente no me importaba nada ni nadie de esa fiesta, a excepción claro, de Nadír. Paseaba la mirada siempre con destino a donde se encontraba, lo observaba unos segundos y después fingía estar en mi mundo, intentaba tenerlo en el panorama, buscándolo entre toda la gente que se divertía, y cuando llegué a perderlo de vista, me empezaba a sentir alterado y nervioso, lo que desenfrenaba una euforia por buscarlo. No tardaba mucho en encontrarlo, su inconfundible cara que me hacía estallar de emociones era lo que más resaltaba cuando llegaba a mirarlo.
Él se demostraba despreocupado hablando con mi mejor amigo Andro, junto con una de nuestras amigas Rigdi. Se veían felices los tres hablando, decidí dejar eso en paz y pasar de largo, era una fiesta y tenía que divertirme un poco. Pasaron los minutos, el ambiente se sentía cada vez más alcoholizado, comencé a hablar con Andro, pero ni siquiera me prestaba atención, se iba y venía cada vez que quería, fue después de un tiempo cuando reaccione y me pregunte —¿qué no estaba él con Nádir y Rigdi? ¿Aquellos dos donde estarán? No los veo por ninguna parte— era lo único que daba vueltas por toda mi cabeza como si eso fuera lo único que importara.
Paseé por aquel lugar donde todos estaban bailando, tomando y fumando, llevaba de un lado a otro mis ojos buscando a Nádir hasta que vi dos siluetas, eran más como dos sombras juntas, no era posible ver todo con claridad, pues no había casi nada de luz, solo eran unos cuantos colores destellantes que iban y venían, segundos después dio la casualidad de que uno de esos colores se quedó en aquellas dos siluetas, facilitando divisar que era lo extraño que se encontraba en aquel rincón. Entrecerré los ojos para poder ver con claridad y al instante deseé nunca haberlo hecho. No podía creer que Nádir y Rigdi se estaban besando en aquella oscura y solitaria esquina sentados justo casi como nosotros lo hicimos una semana antes. Decir que me dolió es poco, la tristeza, el enojo, la decepción no se podían comparar con el enrollo de emociones que tenía en ese momento, todas eran tristes y amargas, quedé completamente inmovilizado con el corazón roto, un millón de ganas de salir de ahí y gritar a todo pulmón se hacían presentes en mi ser, pues fracturado ya estaba.
Quizá no debía, pero seguía mirando como si fuera inevitable desviar la vista, se sentía como una enorme espina y con el pasar de los momentos mi estomago se revolvía, estaba totalmente en shock a punto de romper a llorar. Sus labios se detuvieron un momento, fue ahí cuando él me miro, hicimos contacto visual, sonrió, desvió sus ojos a los labios de ella y al final volvió a besarla, tan lentamente que parecía como si lo estuviera haciendo con afán de que viera aquel acto con una sonrisa entre sus bocas. Me aparté y no pude evitar que lagrimas comenzaran a salir de mis ojos, mientras más pasaba el tiempo más me rompía pedazo por pedazo. Mi mayor equivocación fue haber amado a alguien después de un beso en una fiesta donde ambos estábamos borrachos, ya debería saber que eso jamás funciona, pero me segaron mis emociones a tal grado de no ver con claridad.
Aparte mi mirada de ahí para jamás volver a mirar, tomé fuerzas, respiré profundo y seguí con la fiesta. Quizá me pase un poco en tomar, pues cuando menos me di cuenta ya estaba recostado en dos sillas con el corazón roto y ojos llenos de lágrimas, dulces lagrimas producto de un amor de fantasía.
Después de tres largas y abrumantes horas la fiesta llegaba a su fin, era hora de despedirme para luego desaparecer de aquel ambiente. No pude ni siquiera acercarme aquel lugar donde mi corazón se rompió, debí ser más fuerte, pero estaba destrozado. Solo vi, recordé y me fui corriendo de ahí. Caí en un pequeño abismo donde lo único que podía ver era la imagen de aquellas dos personas que danzaban con sus labios. Me sentía tan mal, tan triste, tan devastado que pensaba que ese era mi peor fin de semana.
Hable con todas aquellas personas en las que podían confiar, de verdad necesitaba desahogarme, no me era posible solo dejar pasar las cosas y ya, era un martirio el contar cada detalle de aquella escena, para mi desgracia siempre acompañada de lágrimas que le daban un toque aún más triste a todo esto.
Lamentablemente quería ocultar todo lo que sentía, ignorar y continuar, pero no podía, mis sentimientos eran muy fuertes. Creía que después de ese beso que nos dimos hace un par de semanas muchas cosas iban a cambiar, que empezaría algo nuevo que nos haría experimentar y ser nosotros, sobre todo donde los dos, Nádir y yo, estaríamos juntos. Pero eso solo fue un pensamiento que al final se lo llevo el viento, que fue destruido con otro beso donde yo no participaba, machacado por la realidad y envuelto en la decepción.
Por suerte solo tuvieron que pasar unos cuentos días para que poco a poco el sentimiento se fuera desvaneciendo, el recuerdo iba desapareciendo y me sentía cada vez mejor. Pero... ¿por qué? Si estaba tan clavado a él ¿por qué pude superar tan rápido aquel destrozo a mi corazón? Supongo que muy en el fondo tenía el presentimiento que aquello iba a suceder en algún momento, la mayor preocupación que tenía había sucedido e inconscientemente ya lo tenía asimilado de alguna manera. Poco a poco dejé de frecuentarlo, de verlo, así la única manera de contactarlo era en línea, pero yo sabía que lo mejor era alejarme de él, ahí encontré la solución, pues ¿para qué me aferro a algo que me hace daño?
Corte todo en aquellas vacaciones, fueron tristes y muy dolorosas, pero pasaron y pude de cierta manera superarlo, solo un poco.
ESTÁS LEYENDO
Te recuerdo - Para todos aquellos que alguna vez fueron todo para mí.
Teen Fiction¿Por qué hago todo esto? Simplemente necesito desahogarme, dejar salir todo, sacar este clavo para poder empezar de nuevo. No solo estoy escribiendo esto por ellos, también por mí, por un nuevo comienzo y si por alguna razón los llego a olvidar quie...