Episodio uno - Amor imposible de secundaria

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Un pequeño viaje al pasado es lo que necesitamos para entender con claridad como empieza todo el caos. Querida secundaria tan odiada como amada, en mi caso un poco de ambas. No empezamos desde cero, pero si en un nuevo comienzo, esta etapa donde hay niños nuevos, inexpertos, y a punto de encontrase a sí mismos.

El primer día.

Como todos saben los comienzos a menudo son difíciles, dan miedo, generan angustia y un poco de ansiedad. Tan solo al cuarto para las siete de la mañana se abren las puertas de una dichosa escuela, dejando así pasar a todos aquellos que están listos para estudiar o fingir que lo hacen. El primer día es bastante aburrido, hay algunos que ya se conocen, hay otros que solamente se quedan parados en un solo lugar esperando a que algo interesante suceda. Yo era como el segundo. ¿Qué decir? Se entra a las instalaciones y simplemente esperas a que alguien te diga que debes hacer.

—Los alumnos de nuevo ingreso esperaran en el patio, los demás pueden irse a sus aulas —se hizo escuchar una voz entre tantas con ayuda de un micrófono dando indicaciones, esto fue mencionado por el director, y minutos después los de años más avanzados se destinaron hacia sus aulas, mientras los primerizos esperábamos.

—Chicos, espero que vengan con todas las ganas del mundo, hoy oficialmente empiezan a estudiar en una nueva institución y les puedo asegurar que quizá esta sea la mejor etapa de sus vidas. Para que podamos continuar y se incorporen, mencionare sus nombres y donde deben dirigirse, les pido que mantengan la calma, como pueden ver, son demasiados, así que tomara un rato —y esa fue la introducción a un nuevo ciclo escolar, aunque corta, fue suficiente para hacerme creer que sería "la mejor etapa".

Los que compartan mí misma situación de tener apellidos al último de la lista sabrán lo estresante que es esperar cuando de eso se trata, aunque, bien saben que llega a salvar en ocasiones. Aun así, la paciencia nunca ha sido mi fuerte. Después de casi media hora, por fin oí mi nombre, por distraído y a causa del ruido no escuche lo suficiente para poder entender, así que fui a preguntar, muy amablemente me dijeron mi grupo y donde tenía que dirigirme. Justo como un niño bueno, fui hacia donde tenía que ir, entre a donde tenía que entrar y todo bien hasta ahí. Parecía que no era nada fuera de lo común. Paseaba la mirada de un lugar a otro intentando ver los rostros de mis compañeros, momentos después entró quien sería nuestro maestro y nos asignó lugares. Mi primera clase no se trataba de mi grupo definitivo con el que iba a pasar los siguientes tres años de estudios, sino, solo eran aquellas personas que iba a ver lunes y martes en cuatro horas cada día, un horario bastante caótico, por suerte solo es necesario mencionar las primeras clases y como todo fue encajando poco a poco.

Al principio, era algo que no terminaba de asimilar, estaba perdido y confundido de todo lo que estaba pasando. Sin saberlo me estaba preparando para el mayor cambio y descubrimiento de mi mismo. Como todo buen adolescente no me dejaran mentir, las hormonas alborotadas, el sentimiento de superioridad, el querer resaltar (al menos en mi caso) era algo que me definía y que con el pasar del tiempo más lo anhelaba, aunque al principio me fue un poco complicado adaptarme, deje de ser alguien tímido, con miedo y callado para convertirme en un chico bastante extrovertido sin miedo de resaltar y que buscaba hacerlo.

Todo eso vendrá después, por ahora la estancia en la nueva escuela me era gratificante, me sentía bien y el tiempo se pasó volando. Pasaron un par de meses, y con eso los temas evaluativos eran una pequeña roca en el zapato, la vida escolar simplemente era compleja y totalmente normal. Sin embargo, hubo algo que inició lo que a mí me gusta llamar amor imposible de secundaria.

Nunca supe cuándo empecé a saber de su existencia, tampoco cuándo fue la primera vez que lo vi, simplemente de un momento a otro mis ojos al vagar por la habitación se detuvieron en una persona en específico, alguien que reía mientras el maestro explicaba, jugueteando con una libreta y unos pedazos de papel, deslindado de las posibles responsabilidades que conllevaba la clase, ahí se encontraba un chico que capto mí atención y no pude hacer más que detenerme a observar cada detalle que componía su tierno rostro. Me encontraba bastante hipnotizado por este nuevo e interesante individuo que me hacia sentir cosas bastante extrañas para la edad que tenía, ¿por qué un chico me llama más la atención que una chica?, ¿Cuál es la razón por la que no puedo dejar de verlo? Y ¿por qué tengo tantas ganas de besarlo?

Mientras yo me la pasaba divagando en la inmensidad de mis pensamientos y confusiones, el maestro ponía un nuevo orden en la clase, se empezaron a oír los clásicos sonidos chillantes de las mesas siendo arrastradas por todo el suelo, que fue la principal razón por la que salí de mi trance con aquel chico. Todos y cada uno de los alumnos tomaban diferentes lugares acomodándose según dictara el maestro, estaba tan distraído que nunca me percate que ahora aquel chico que tanta curiosidad había despertado en mí se encontraba a una mesa de distancia. Giró sus ojos y toparon con los míos, en un breve instante sentí algo aun más nuevo de lo que ya sentía, por timidez volteé la mirada casi de inmediato al sentir tan extraña sensación. Él estaba ahí platicando con lo que parecía su nuevo amigo, mientras que en mi mesa todos los que allí estaban solamente guardaban silencio.

Día tras día me hacía amigo de mis compañeros de mesa, nos contábamos cosas y nos divertíamos mucho. Una de ellas en especial era bastante particular, pues tenía la peculiaridad de ser la novia de aquel chico que me hipnotizó sin siquiera intentarlo. Me gustaba escucharla mientras contaba una y otra vez todo acerca de su amor, deseando (solo un poco) estar tan siquiera un rato en su lugar. Un día como cualquier otro mi querida amiga cito a su interesante novio a nuestra mesa, conversaban, se abrazaban y se tomaban de la mano tal y como debería de ser una pareja melosa de secundaria. Como muy probablemente se lo imaginen, sí, yo lo estaba disfrutando, mi forma de ser era bastante tranquila, me caracterizaba por ser un chico tímido, con miedo a sobresalir y principalmente que no sabía que era lo que quería, por eso en esos momentos estaba contemplando cada instante que tenía como oportunidad para siquiera estar cerca de él, en esos momentos era lo más cercano que podríamos tener, pareciera raro pero disfrutaba mantenerme discreto, mirando desde lejos en un lugar cómodo esperando a que el tiempo pasara.

Te recuerdo - Para todos aquellos que alguna vez fueron todo para mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora