Escape to my side ✰ 2yeon [EDITANDO]

➹ OO1 ; La nueva

Cómo odiaba que Mina y Dahyun siempre fueran tan impuntuales.

Llevaba al rededor de quince minutos parada en la parte trasera de la preparatoria y las muy imbeciles no llegaban. ¿Dónde se suponía que estaban?

Suspire, buscando algo que hacer en el celular mientras las esperaba.

Ya realmente ni siquiera sabía qué hacer mientras llegaba ese dúo de homosexuales.

Mientras pensaba en lo que tal vez las había retrasado, escuché unas voces haciendo eco desde lejos, probablemente, venían del pasillo de adentro. Eran masculinas, por lo que Mina y Dahyun no podían ser.

Frunci ligeramente mi ceño, era poco común que llegaran personas a este lugar a estas horas, al menos de que fueran profesores; sin embargo, esas voces no se me hacían conocidas de ningún profesor.

Además, ¿qué clase de profesor estaría casi gritando insultos? Es decir, me esperaba muchas cosas de ellos... pero definitivamente, esas personas no eran ellos.

Decidí mejor esconderme detrás de un árbol, por si eran personas peligrosas, ya que aparentemente, venían para acá.

—No grites, ni hagas ningún movimiento brusco si no quieres que te vaya peor.

Me asomé ligeramente para ver qué pasaba.

Abri mis ojos en grande al momento de ver como un chico tiraba a alguien al suelo.

Eran tres chicos, de apariencia ruda.

Y la persona que estaba tirada en el suelo, era una chica, con un cabello corto y rubio.

Reconoci a uno de los chicos, era uno muy problemático del salón, que realmente era un dolor de cabeza para los profesores. Era el que había tirado al suelo a la chica. Tenía varios tatuajes en su cuerpo y su cabello era de color pelimenta; creo que era Lee.

En cambio a los otros dos chicos no los reconocí, mucho menos a la chica.

—P-Por favor... déjenme en paz. —murmuró la rubia, mientras se sentaba en el suelo y retrocedía. Se veía que tenía miedo.

¿Y cómo no? Eran tres chicos, que se veían totalmente problemáticos.

—¿Ah? —Uno de ellos se le acercó—. No deberías quejarte. Esta solo es tu bienvenida. —Sonrio con cinismo.

—Habiamos escuchado de ti por... más o menos dos semanas, y... ¿sabes? Nadie aquí te quiere, por todo lo que se decía de ti... —El pelimenta caminó al rededor de ella—, y ahora veo que todos esos rumores eran verdad.