Escape to my side ✰ 2yeon [EDITANDO]

➹ O20 ; Disculpas

Mis manos se encontraban dentro de mis bolsillos, en busca de mantenerlas cálidas, al tiempo que caminaba en soledad hacía el hospital donde se encontraba Jeongyeon.

Al día siguiente de la conversación que tuve con Nayeon, decidí tomar valor e ir a pedirle disculpas a Jeongyeon. No era como si eso remediara sus hematomas y heridas, o como si así se solucionaría todo, pero estaba casi cien por ciento segura que eso ayudaría a liberarme al menos un poco de la carga de culpa sobre mis hombros.

Odiaba las conversaciones serias e incómodas, pero era lo mínimo que podía hacer. Aún estaba pensando en cómo disculparme con Dahyun, misma que me había dicho en qué hospital se encontraba Jeongyeon.

Interrumpi mis pensamientos cuando entre al inmenso hospital, el olor a medicina haciéndose presente de inmediato en mis fosas nasales. Sabía la habitación en la que se encontraba Jeongyeon gracias a Nayeon, misma que se veía un poco más tranquila con mi presencia, algo que me alegraba.

Me dirigí a la habitación, sintiendo mis manos sudar junto a mi corazón latiendo con nervios. Mis pensamientos caóticos y ruidosos no me dejaban tranquila, estaba sobrepensando en mis palabras, a tal punto que no sabía si iban a poder salir de mi boca sin que mi voz sonara quebrada o que simplemente no pudiera decir nada.

También había que agregar el hecho de que aún estaba... "enamorada" de Jeongyeon, hecho que hacía que mis nervios aumentaran al estar frente a ella. No sabía si llamar amor u obsesión a lo que sentía, pero lo que fuera, hacía que mis nervios salieran aún más disparados.

En menos de lo que esperaba, estaba frente a la puerta de la habitación de Jeongyeon. Deseé que mis pasos hubieran sido más lentos para ganar tiempo y así pensar mejor en mis palabras, pero negué con la cabeza, diciéndome a mí misma que debía enfrentar mis errores.

Así que, con algo de nervios, abrí la puerta.

No pude negar que me puse aún más nerviosa al verla, y que la culpa en mis hombros pesara aún más al verla tan herida. Aunque mantuviera una expresión serena mientras leía algún libro, no pude evitar pensar el dolor que debía sentir en su cuerpo. Los múltiples hematomas junto a algunas heridas en su rostro, me hacían darme cuenta que había sido una paliza verdaderamente dura.

Su mirada se posó en mí, notándose ligeramente sorprendida ante mi presencia. Aparte la mirada y apreté los labios, para posteriormente cerrar la puerta con suavidad.

—Momo... ¿qué haces aquí?

Caminé con la cabeza ligeramente agachada, al tiempo que mantenía la mirada en el suelo. Me acerqué hasta ella, donde la miré con algo de vergüenza.