Escape to my side ✰ 2yeon [EDITANDO]

➹ O11 ; ¿Cita?

¿Era normal que mi corazón se acelerará de tal manera cada vez que pensaba en ella o la abrazaba?

Nunca me había sentido así por alguien, y era extraño. Llevaba miles y miles de conversaciones con Mina sobre mis sentimientos hacia Jeongyeon y aún no podía descifrar con exactitud qué sentía por ella. Eran sentimientos nuevos que a penas y comenzaba a explorar.

Ni siquiera podía hablar con alguien más de eso. Dahyun ya no estaba enojada conmigo, ya que habíamos arreglado las cosas, pero seguía mal por su roptura con Momo... y bueno, esta última no era una opción, ya ni siquiera nos hablábamos.

Cada vez mis sospechas sobre que tenia sentimientos amorosos hacia Jeongyeon aumentaban. ¿Acaso era normal tener ganas de besarla cada vez que veía sus labios? Porque eso era una de las cosas que más me pasaban.

«Si tan solo de alguna manera pudiera tener un pequeño empujón para descubrir qué siento verdaderamente por ella...» pensé.

—¿En qué tanto piensas?

Jeongyeon me habló, mientras se sentaba delante de mí. Coloco la bandeja de su almuerzo en la mesa.

Estábamos en una mesa apartada de la cafetería. Casi siempre a la hora del almuerzo llegábamos un poco tarde para que menos personas nos vieran; además, nos sentábamos aisladas de todos para así evitar rumores.

—¿Eh?... —Salí de mis pensamientos—, bueno... nada importante. —Negue con la cabeza, tratando de dejar en pensar sobre mis sentimientos—. En fin, ¿qué querías decirme? —Desvie el tema.

Jeongyeon me había dicho antes de entrar a la clase de matemáticas que me preguntaría algo importante en el almuerzo, así que tuve que quedarme con la duda por dos horas hasta ese momento.

Ella alzo sus cejas, como si recién recordara eso, luego desvió la mirada, evitando verme. Que evitara el contacto visual era señal de que estaba nerviosa. Arquee una ceja, mi curiosidad sobre el tema aumentó.

—Eh... bueno. No sé cómo lo tomes, y me da miedo que te enojes o algo. —Rasco su nuca.

—¿Es algo malo?

—Desde mi punto de vista... no. Pero no sé cómo lo tomes tú. —Sus mejias se comenzaron a sonrojar.

En definitiva era algo que la ponía muy nerviosa, aunque no lograba descifrar el qué era.

—¿Por qué no me lo dices? Sabes que es muy difícil que me enoje contigo, así que dímelo con confianza. —Tomé mi malteada, dándole un trago.

Ella tomó aire, removiendose en su asiento. Cada vez la curiosidad crecía más en mí. No quería presionarla, pero tampoco quería quedarme con la duda.

—Bueno... Llevo algunos días queriendo preguntarte esto... pero... —No termino de hablar. Desvio la mirada hacia su comida, sin poder pronunciar una palabra más.