Escape to my side ✰ 2yeon [EDITANDO]

➹ O19 ; Hospital

Tan pronto como recupere la conciencia, sentí mi cuerpo pesado y adolorido. Sensaciones tan repentinas que ni siquiera recordaba por qué las sentía, ni tampoco cómo había acabado sin consciencia.

Mis ojos se abrieron con lentitud, un ligero ardor se hizo presente en ellos al mirar directamente a una fuerte luz blanca. Logré acostumbrarme pocos segundos después, para posteriormente mirar mis alrededores con confusión.

—Jeongie.

De repente escuché una voz familiar cerca de mí. Mi mirada se dirigió hacia la dirección de donde me hablaron, dándome cuenta que Nayeon estaba sentada en una pequeña silla azul a mi lado. Mantenía su rostro con una mueca de alivio al verme despierta, pero aún se notaba algo preocupada.

—¿Nay? —hablé, quedito—... Yo... ¿qué pasó?

La mano de Nayeon se dirigió a mi rostro, el cual dolía en algunas zonas, sin embargo, su tacto no me lastimó, era tan suave y delicado que incluso se sintió relajador. Sus dedos apartaban algunos de mis mechones de mi rostro.

El dolor en todo mi cuerpo seguía presente. No recordaba bien qué había sucedido, pero me imaginaba que seguramente había sido algo muy grave para hacerme perder la consciencia y dejarme tan adolorida.

—¿No lo recuerdas? —Apretó los labios al verme negar con la cabeza sutilmente—. Te golpearon hasta dejarte así. Ni siquiera sé cómo pudiste pararte luego de esa golpiza.

Con lo que Nayeon me contó, empecé a recordar algunos de los hechos que me dejaron tan golpeada. Unos recuerdos eran claros, y otros borrosos, pero en todos recordaba perfectamente quiénes habían sido los culpables.

Antes de todo el alboroto, recordaba haber salido de la preparatoria un poco tarde, incluso no se veía a nadie por los alrededores de la zona. Todo estaba desolado, con un clima fresco y digno para un día tranquilo, pero que yo no corri con la suerte de tener.

Un poco más lejos de la preparatoria, escuche a alguien gritando mi nombre desde lo lejos, con algo de rabia. Seguidamente, me tomaron del cuello de la camisa. Aún cuando tenía tanto temor en esos momentos, el rostro del chico había quedado marcado entre mis recuerdos. La rabia tan desmesurada y descontrolada que guardaba se veía reflejada en sus oscuros ojos.

No recordaba bien sus palabras, tal vez algunas cuántas, que eran acompañadas por un tono grave y furioso. Tan pronto cómo el dejo de sujetarme por el cuello de la camisa con un empujón, sentí a alguien sujetarme por atrás, dándome cuenta que ese chico pelinegro no era el único que iba a golpearme. Y luego, llegó un rodillazo a mi abdomen, tan rápido como doloroso. Esto hizo querer doblarme del dolor, algo que no me fue permitido cuando el chico que me sujetaba me lo impidió.