▪️⚜Capítulo 7 [2/2]

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25 de diciembre del año 2000

—POV Asher—

Hay una claridad que puedo percibir, aun con los ojos cerrados.

¿Por qué no cerré las cortinas antes de dormirme?

Empiezo a abrir despacio mis ojos, tratando de adaptarme a la claridad, mientras me estiro como de costumbre. Pero, no puedo, algo me lo impide.

Extrañado, bajo la mirada hacia mis brazos, y me encuentro con una despeinada cabellera castaña.

Esa niña me tiene atrapado. Su delicado rostro descansa sobre mi pecho, y está tan acurrucada contra mí.

Parece una princesita en este momento. Una princesita algo despeinada. Pero se mira adorable.

<<No. No, Asher. No puedes hacerte amigo de ella. Solo vas a estar aquí para las fiestas, después no vas a volver a verla>>

Salgo de mis pensamientos y trato de separarme de ella. Pero no me lo pone para nada fácil. Envés de aflojar su agarre, me abraza con más fuerza, como si fuera su peluche favorito.

Lucho un poco más. Y al final, logro salir de entre sus pequeños brazos.

Me coloco mis zapatos, y camino suavemente, tratando de no hacer demasiado ruido.

Abro la puerta cuidadosamente y salgo.

Bajo las escaleras, y cuando llego a la planta baja, me golpea un olor embriagador, a comida y a chocolate caliente.

Sin poder evitarlo sigo el aroma y termino frente a la cocina. Abro la puerta y entro.

Del otro lado de la puerta se encuentra la señora Holt dándome la espalda, con unos platos de comida en las manos.

Al escuchar la puerta cerrarse, se da la vuelta y deja todo sobre la encimera.

— Buenos días, Asher —saluda, y me brinda una gran sonrisa, mientras se sacude las manos.

Tiene puesto un delantal rojo, manchado de diferentes cosas. Incluso tiene unas leves manchas de harina en la cara. Pero no le digo nada.

— Buenos días, señora Holt ¿Cómo amaneció? —pegunto educadamente, desde mi posición.

— Muy bien cariño, ¿y tú? —me devuelve la pregunta con dulzura.

Se siente raro percibir este sentimiento.

Estoy tan acostumbrado a que los sirvientes solo saluden por educación, que se me hace raro ser tratado como una persona normal.

— Me alegro, señora. Yo también pude descansar, gracias —le contesto, mientras trato de darle una pequeña sonrisa de labios cerrados.

— ¿No te costó dormir con Ann? —cuestiona divertida.

— Lamento mucho eso, no fue mi intención quedarme dormido en su habitación —me disculpo enseguida, sin poder evitar que me embargue la vergüenza.

— No te preocupes, no tiene nada de malo. Simplemente se quedaron dormidos —comenta con calma, haciendo de menos el incidente.

— ¿Qué hora es? —pregunto, mientras busco un reloj por toda la cocina.

— Es temprano, Asher. Apenas son las 7:30 a.m. Te levantaste muy pronto —se gira, toma los platos de la encimera y empieza a caminar en dirección al comedor.

— Sí, es que ya tengo la costumbre de levantarme temprano en casa, para que el tiempo me rinda, y poder hacer las cosas que mi padre me asigna —le comento, cuando regresa a la cocina.

La verdad en él ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora