Como la flor con tanto amor
Me diste tú, se marchitó
Me marcho hoy, yo sé perder
Pero, ah-ah-ay, ¡cómo me duele!
Ah-ah-ay, ¡cómo me duele!Selena
El dolor le traspasó el corazón y el amargor de la decepción le inundó el paladar. Nunca antes había sentido tal sufrimiento. ¿En qué estaba pensando cuando se interesó en él? Era obvio que Franco nunca se fijaría en una cosa rara como ella, más bien su gusto era exquisito, así como la chica que se encontraba frente a ella en ese momento y que pregonaba ser su novia.
La caída brusca del helado provocó que el contacto con su supuesta novia se rompiera y este se agachara para ayudar a su amiga, quien se había arrodillado y trataba de limpiar el desorden con sus propias manos mientras pedía disculpas con voz temblorosa.
—Deja eso, Dani, yo lo limpio más tarde. Ven, te ayudaré a lavarte. —Él la agarró por las muñecas y la arrastró al baño. Ella, perdida en su dolor e impresión, se dejó llevar bajo la atenta mirada de Joel y Erika, quienes observaban la escena con marcado disgusto.
El agua del lavamanos se llevó el rastro del helado derretido sobre la piel mestiza, entonces Franco tomó una toalla y le cubrió las manos con esta.
Daniela, que se dejaba hacer en silencio, ocultaba la mirada de él, quien la escudriñaba con curiosidad y algo de satisfacción.
—¿Estás bien? —inquirió malicioso, aunque la reacción de ella lo tenía un poco preocupado.
—Sí... —masculló ida—. Solo me dio un mareo, debo irme ya.
—No hasta que me aclares por qué te pusiste así. ¿Acaso estás celosa? Lo que sería extraño, dado que te gusta Joel.
—No estoy celosa, es que me impresionó que tuvieras una novia. Nunca me hablaste de ella ni la vi en este lugar. ¡Qué vergüenza! De seguro mal interpreta mi visita.
Franco suspiró decepcionado y le quitó la toalla de las manos.
—Ya veo... —Hizo un sonidillo con la boca.
—¿Tienes algún problema con que me guste Joel? —Ella lo confrontó molesta.
Él arrugó el rostro y se cruzó de brazos.
—¿Tú tienes algún problema con que yo tenga novia?
—No... —respondió dubitativa.
—Pues a mí si me molesta que te guste él y conoces bien la razón.
—Ese no es tu problema...
—Todo lo que tenga que ver contigo es mi problema... —Él se acercó hasta invadir su espacio personal. Ella, en cambio, lo miraba confundida con su comportamiento, era la primera vez que lo veía tan desubicado.
—Franco, ¿por qué duran tanto? —Erika entró al baño, pero él la ignoró—. Amorcito, ¿qué hacen?
—Me tengo que ir. —Daniela salió de allí con prisa, tomando a su amigo por sorpresa.
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Penurias
RomanceEl amor todo lo cree, todo lo sufre, todo lo espera y todo lo soporta: -Esta arepa está muy buena, papi. ¿Por qué no te compraste una? El joven hombre miró a la niña con una sonrisa fingida y le limpió la boca con la servilleta que vino en la bolsa...