En el apartamento de Daniela, Franco estaba conversando con Ashley, quien lo escuchaba atenta y asentía con la cabeza a sus reflexiones.
—Lo sé, papi, la profe Dani nos enseñó sobre el trabajo honrado en la clase —dijo ella con carita triste.
Franco suspiró y le acarició la mejilla.
—Me alegra que hayas entendido, mi amor. Lo que te acabo de explicar es nuestra realidad por ahora, pero te prometo que voy a trabajar duro para que tú tengas una buena vida.
Ashley lo miró a los ojos con firmeza.
—Mi vida es buena, papi. Te tengo a ti y ahora a la profe. Eso me hace muy feliz porque no estoy solita. Pero, papi, no me vuelvas a hablar mentiras que eso es feo.
—Te prometo que no te volveré a mentir, mi amor. Tienes razón, hablar mentira es feo.
—Y a ti te gusta hacerlo mucho, papi. ¿O tú crees que yo no me doy cuenta de que tú sí tienes hambre cuando no hay comida para los dos? También sé que mi mamá no me quiso y que por eso se fue. ¿Sabes por qué lo sé? —Franco negó con la cabeza—. Porque tú te pones raro cuando te pregunto.
Franco se tensó. Maquinó en su mente qué responderle, mas no se le ocurría nada; mucho menos después de entender las palabras de la pequeña, quien al parecer era muy intuitiva.
—Chicos, les preparé un aperitivo —interrumpió Daniela y le guiñó un ojo a Franco.
Él sonrió agradecido por su intervención, debido a que no se sentía listo para hablar de Erika con su hija. ¿Para qué iba a traumarla con la verdad?
***
Varios días pasaron y todo volvió a la normalidad, con la diferencia de que algunos niños se burlaban de Ashley e iban a molestar a Franco a su trabajo.
Este los ignoraba, aunque le era doloroso tener que escuchar palabras crueles y ofensivas de parte de unos niños.
Ashley, en cambio, no se dejaba amedrentar por ellos, en su lugar, resaltaba las cualidades de su padre cuando estos lo ofendían delante de ella, les sacaba la lengua o los ignoraba, también les llamaba envidiosos porque ella tenía un papá bonito y trabajador.
—Bueno... —Daniela suspiró y le dio un sorbo al vino en su copa.
Ella estaba sentada junto a Franco en el piso del balcón, mientras que Ashley dormía en la habitación que Daniela le había preparado. Ya era de noche, así que estos decidieron contemplar las estrellas mientras charlaban, después de que terminaron de cenar.
—Te lo contaré en un resumen porque es una larga historia —continuó ella—: Días antes de haberme despedido de ti en la heladería, mi papá nos informó que nos mudaríamos a otra provincia porque le hicieron una oferta de trabajo muy buena.
—Oh, supongo que no me dijiste nada porque estabas dolida —dedujo Franco.
—Sí —reconoció sonrojada—. Cuando nos mudamos estaba destrozada porque no te volvería a ver, también porque creí que mis sentimientos por ti no eran correspondidos. Yo me fui a vivir al campo con una tía por un tiempo, puesto que ella se enfermó y estaba sola con sus niños.
»Aquel lugar era muy remoto y pobre, así que estaba lejos de la civilización. Es por esto que no pude ver los juegos olímpicos, como tenía previsto. Recuerdo que, aunque ya no volvería a verte yo te quería mucho, por lo tanto, rogaba en mis oraciones para que ganaras. Con el tiempo me olvidé de ese asunto y me hice novia de un vecino por despecho.
Daniela suspiró y volvió a tomar de su copa.
»Con él dejé de ser virgen y tuvimos un noviazgo bonito. Nuestra relación terminó cuando regresé a casa de mis padres. Ese fue el único novio duradero que tuve.
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Penurias
Roman d'amourEl amor todo lo cree, todo lo sufre, todo lo espera y todo lo soporta: -Esta arepa está muy buena, papi. ¿Por qué no te compraste una? El joven hombre miró a la niña con una sonrisa fingida y le limpió la boca con la servilleta que vino en la bolsa...