2.

1.2K 59 1
                                    

Dos chicos corren por las calles del pequeño pueblo gallego intentando resguardarse de la lluvia. El más pequeño de ambos se cubre la cabeza con la chaqueta. El mayor camina con calma, sus pasos son largos e intenta no dejar al menor lejos.

Nico gira ligeramente la cabeza, el flequillo de Gavi sale por un hueco que no queda cubierto por la chaqueta. La manera en la que cae por la frente del andaluz le hace gracia al gallego.

— ¿De qué te ríes? — pregunta el sevillano, con ese característico acento.

— Nada, estaba pensando que menos mal que no fuimos a la playa.

— ¿Pero aquí no hay autobuses?

— ¿Los ves? — la forma en la que Nico responde hace que Gavi resople, el gallego ríe de nuevo en bajo— Pasan a horas muy puntuales, por la estación del autobús. Esto no es Barcelona.

— Ya veo, ya — le contesta el andaluz—. ¿Y esta lluvia? Hacía sol hace menos de diez minutos.

— Una tormenta, Gavi — le dice escondiendo las manos en sus bolsillos, Gavi resopla.

— No me gusta Galicia.

— Una pena, es precioso — Gavi aprieta los labios, es consciente de que Galicia implica a Fran, y eso es algo que no le hace demasiada gracia.

— Habrá sitios mejores — comenta, su voz se ve acallada por el sonido fuerte de la lluvia—. No deja de llover — resopla.

— Ya llegamos a casa — dice Nico, Gavi levanta la cabeza, la chaqueta se amolda a su cuerpo y él se cruza de brazos.

— Ya has dicho eso.

— Gavi, ahora en serio— el andaluz aprieta los labios y hace una mueca—. No pongas esa cara... — murmulla con una sonrisa de lado, el sevillano mira fijamente el pequeño hoyuelo que se forma en la mejilla del chico— Como nos pongamos enfermos nos van a echar la bronca— susurra Nico, sintiendo la intensidad de la mirada de Gavi.

— Sí, vamos.

El gallego vuelve a caminar sumido en sus pensamientos, ¿y si Gavi se cansa de que tenga tan poca iniciativa? ¿Y si no le gusta tanto como a él? ¿Y si los descubren?

— Para — escucha la voz del andaluz—, no sé en qué piensas, pero para— repite, Nico asiente.

Pone su gran mano en el portal y empuja hacia la izquierda, el gran portalón verde se desliza sobre los raíles hacia la derecha. Ambos entran con prisa, Gavi espera bajo la lluvia a que su acompañante cierre el portal. Nico se queda embobado viéndolo parado bajo la lluvia, el gallego suspira y siente que el alma se le escapa entre los labios al hacerlo.

— Va a empezar a tronar — Gavi frunce el ceño, Nico extiende la mano hacia él y el joven sevillano la sostiene con firmeza.

— ¿Cómo que tronar? — Nico siente cómo aprieta su mano, el andaluz traga saliva— ¿Rayos? — el gallego asiente— Vamos, no vaya a caernos uno encima — Nico ríe, tira del chico hasta pegarlo a su cuerpo.

— No seas exagerado — susurra—. Si ya estamos aquí, esto en un momento ya para.

— Lo mismo dijiste cuando salimos del bar aquel.

— Bueno, pero ahora en serio — el gallego agacha un poco la cabeza, las gotas ya hacen daño.

Un estruendo suena bastante cerca de ellos, el andaluz se pega al brazo de Nico, agarrándolo con fuerza. Nico apura su paso, no soporta el ver a Gavi tan asustado.

Entran en la casa, la cocina de hierro aún está encendida, las brasas alumbran la oscura cocina. Nico enciende la luz y se deshace de la sudadera, quedando en una camiseta de manga corta y camina hacia la cocina. Abre con cuidado la puerta y mete dentro unas piezas de leña. Gavi lo analiza embobado, la forma en la que se tensan sus manos al sostener la madera, el miedo que siente a que se queme.

Payphone • GavicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora