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Un golpe en la pared, uno en el suelo. La pequeña pelota de tenis sale de la mano de Gavi y vuelve a ella. El andaluz se mantiene sentado a los pies de la cama, con las piernas estiradas y la cabeza en cualquier otro sitio que no fuera esa habitación de hotel.

Sus ojos se posan en la maleta que hay al lado del armario, después del partido de hoy viajan directamente hacia Australia, dónde juegan el siguiente partido.

De nuevo la pelota, la captura del storie que vio en twitter pocas horas antes. Resopla apretando los labios, no está triste, de hecho no sabe lo que siente.

¿Qué siente por Nico que le sabe tan mal que esté con otra persona?

Tira la pelota con un poco más de fuerza, aprieta la mandíbula y resopla. ¿Por qué no le dijo que tenía novia? O lo que sea que sea esa chica para él.

Desbloquea el móvil y entra en twitter, encuentra en elementos guardados el tweet de una cuenta fan. La cara de la chica le eriza la piel, parece tan irreal que siente ganas de vomitar. No le da buena espina.

Suspira observando lo poco que se ve de Nico, aunque se le vieran únicamente los hombros, podría descubrir que es él.

No es capaz de identificar nada de lo que siente, muerde el interior de su mejilla con fuerza. Escucha unos golpes en la puerta que lo hacen levantarse del suelo de la habitación.

— Gavi — escucha una vez abre la puerta, Eric lo observa con una sonrisa amplia—. ¿Cómo estás? ¿Tienes todo ya para Australia? — asiente, mirando de reojo sl gallego, que se arranca pequeñas pieles de los dedos.

— Sí, el mister nos ha dicho que viajamos esta noche — el catalán asiente—. ¿Qué tal en la Fórmula 1? — mira hacia sus dos amigos más cercanos, ellos sonríen mirándose entre sí.

— Bien, ha estado genial — Eric gira la cabeza, Gavi sospecha que está viendo a Nico, lo confirma el suspiro sonoro que suelta—. A la siguiente te vienes — él asiente—. Nos vamos yendo, te vemos después del partido.

— Si no tenéis mejores cosas que hacer — suelta el andaluz, el catalán y el canario lo miran fijamente, Nico agacha la cabeza.

— No... — deja Eric en el aire, sabe que lo mejor es no meterse en lo que sea que esté pasando entre sus dos amigos.

Eric le da un toque a Pedri en el hombro, el canario lo mira con los ojos entrecerrados. El mayor de ambos le pone la mano en la espalda para irse.

— ¿No te vas con ellos? — pregunta mirando serio hacia el gallego, que es consciente de la razón de la frialdad de Gavi.

— Quería... — el andaluz ríe, niega cuando encuentra la mirada de Nico.

— Bueno, yo también quería cosas — entra en la habitación y empuja la puerta, no escucha el golpe.

— Gavi, yo...

— Que no tengo nada que hablar contigo — le dice el pequeño, volviéndose a sentar en el suelo con la espalda pegada en la cama.

— Pero...

— ¿Por qué no te vas con tu novia y me dejas? — le dice con rabia, sintiendo cómo le queman las palabras en la punta de la lengua — No sé para que has venido.

— Es el último partido en casa y...

— Para eso vas al Camp Nou, no vienes aquí— tira la pelota con rabia de nuevo, en la pared, en el suelo y a su mano.

— Gavi... — intenta tocarle el hombro, el andaluz se mueve reacio a que el chico lo toque.

— Que no, vete — vuelve a mirar hacia el frente.

Tira la pelota de nuevo mientras escucha el suspiro de Nico. Escucha sus pasos, mira de reojo al gallego, que se para abriendo la puerta.

— Suerte esta noche.

— Gracias.

Lo último que se escucha en esa habitación es la puerta cerrándose, y el bote de la pelota. Un movimiento repetitivo, pared, suelo, mano. Hasta que un lanzamiento va más fuerte de lo normal.

— Mierda — dice cuando escucha el sonido de un cristal resquebrajándose.

Irónicamente, no fue lo único que terminó por romperse esa noche.

Payphone • GavicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora