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Una repetición más, haciendo fuerza con las manos para alzar su cuerpo sobre la barra. Tira hacia arriba, se apoya y resopla, el sudor le cae por la frente. Tiene la necesidad de correr hasta que las piernas le dejen de funcionar.

Baja de la barra y queda colgando con los brazos estirados, mira cómo Eric entra por la puerta del gimnasio, lo saluda haciéndole un gesto con la cabeza, él lo imita.

Las cosas no es que estén demasiado bien para nadie en ese momento. La temporada no está terminando tan bien como esperaban, el cansancio está haciendo mella en todos.

— ¡Gavi! — gira la cabeza hacia uno de los entrenadores de gimnasio, le hace un gesto para que vaya y el andaluz asiente.

Se deja caer, recoge una toalla del suelo y la botella de agua. Se despide de Eric tocándole el hombro y pasa hacia dónde lo llaman.

— Xavi me ha dicho que quieres hacer entrenamientos para mejorar el fondo — asiente caminando al lado del entrenador, se fija en sus deportivas desatadas—. Hemos pensado que algunos podéis practicar algo distinto — frunce levemente el ceño pero no pregunta más, bajan unas escaleras metálicas hacia los sótanos de la ciudad deportiva.

Abre una puerta grisácea y la iluminación lo ciega, se fija en el chico que está apoyado hablado con otro de sus compañeros y aprieta la mandíbula apartando la mirada de él.

— ¿Qué es esto? — se apoya en las cuerdas que hay en el medio de la sala — ¿Desde cuando tenemos un ring de boxeo aquí abajo? — le pregunta a su acompañante, el hombre sonríe.

— Desde hace poco, pero ya sabes, es Xavi — asiento mirando hacia el interior de las cuerdas—. Vas a pelear con Nico.

— No tiene sentido, es más alto que yo — replica Gavi—. Me saca ventaja.

— Es el único dispuesto a ser tu posible saco de boxeo, moco — lo despeina y le hace un gesto hacia las sillas, Gavi resopla dejando la toalla en el respaldo.

Mira hacia Nico con las manos estiradas mientras le ponen las vendas en los nudillos, nunca ha ido más allá de dar un par de golpes en el saco, ni siquiera se había protegido tanto las manos.

La forma en la que la incipiente barba le marca más las facciones oscureciéndoselas, el andaluz se muerde el interior de la mejilla. Quiere partirle esa nariz tan bonita que tiene. Aparta la mirada, nunca había entrado en esa sala desde que está ahí.

— Y no queremos ninguna baja por esto, ¿me entiendes? — ve cómo extiende hacia él la cubierta de los dientes, asiente poniéndosela.

El andaluz se levanta y sube poniendo los pies en una banqueta, pasa por debajo de las cuerdas y sus ojos se quedan fijos en el gallego, que sube sin problemas. Mira hacia sus pies, no sabe cómo hacerlo.

— Cuidado con los cordones — escucha cómo avisan al gallego, que murmulla asintiendo, fijándose en los movimientos del andaluz.

— Escuchadme, golpes al cuerpo, movimientos rápidos, queremos que hagáis fondo y que soltéis lo que tenéis dentro. No podéis seguir jugando en el campo con esa agresividad, ¿de acuerdo? — se miran entre ellos y al que les da las instrucciones, asienten—. Venga, empezad.

Ambos observan cómo se alejan un poco de ellos, Gavi siente que le pican las manos. Quiere empezar a golpear y no sabe como.

Extiende el brazo direccionado a su dorsal, con una trayectoria algo curva que el gallego esquiva sin problemas. Nico se mueve con soltura sobre el ring, Gavi intenta seguirle el ritmo.

— No es la primera vez que lo haces.

— No me pondría delante tuya si no lo hubiera hecho antes — dice en un susurro, Gavi chasquea la lengua y tira otro golpe hacia el mismo lado, Nico se ríe— ¿No sabes hacerlo mejor?

— ¿Y a ti qué te pasa? — le pregunta, la rabia que sentía solo aumenta.

— Tienes que enfadarte pero ser preciso, eso me han dicho — dice cómo puede con las protecciones en la boca—. Venga, golpea — baja momentáneamente las manos, Gavi aprovecha para golpear su mandíbula con fuerza.

— ¡Sin bajas! — el andaluz rueda los ojos y resopla.

Nico intenta golpearlo, y lo consigue, encajando su puño bajo las costillas de su contrincante. Gavi resopla con rabia, extiende el brazo derecho para distraerlo y el izquierdo es el que le golpea finalmente. Sonríe, poco le dura ya que obtiene respuesta del gallego, pero no llega a tocarlo.

— ¿Por qué no me tocas? — extiende el brazo de nuevo, Nico lo esquiva.

— No te quiero hacer daño — Gavi rueda los ojos.

— Llegas tarde — murmulla, extendiendo el brazo hacia su abdomen con fuerza.

Su puño, cubierto por los guantes, encaja entre los abdominales del chico, esos que ya tanto conoce. Resopla apretando la mandíbula, mira el gesto de dolor de Nico pero no le importa. Quiere que sienta lo mismo que sintió él cuando vio la primera foto.

Vuelve a golpearlo en el mismo sitio, aún no se ha recuperado del golpe anterior y ese le quema. Nico es capaz de leer en los ojos de Gavi todo lo que no le dice. Nico intenta protegerse, cambia de estrategia viendo la agresividad con la que tira los golpes Gavi.

A la mandíbula, otra vez. Nico se tambalea hacia atrás, el gesto serio de Gavi le impone hasta siendo más pequeño que él. Aprovecha la confusión del gallego para propinarle otro golpe en ese sitio, haciéndolo caer al suelo del ring.

— ¡Ya vale! — Gavi mira hacia el entrenador, sus ojos se posan en Nico de nuevo y camina acercándose al lugar en el que está su cabeza, escupe la protección sobre el guante.

— Puedes levantarte, ¿sabes? — le dice mirándolo fijamente, Nico gira la cabeza para sacarse la protección, ríe nervioso y la piel de Gavi se eriza.

— Creo que me he hecho daño en un dedo cayendo — Gavi frunce el ceño, Nico se sienta, los ojos del andaluz se posan en una pequeña brecha que hay en el labio del gallego—. ¿Me ayudas? — asiente, Gavi extiende la mano hacia él y la agarra, el pequeño tira de él — Para, para.

— ¿Qué pasa? — preguntan, apoyándose en las cuerdas.

— El pie — señala Gavi, soltando la mano de Nico—, algo le ha pasado.

Levanta como puede la cuerda y pasa hasta cruzarla, mira a Nico sentado observándolo fijamente. Aprieta los labios y se gira de nuevo.

— Me ha gustado, pero prefiero darle al saco, al menos no se mueve demasiado — dice el andaluz sacándose los guantes—. ¿Necesitáis ayuda? Tengo que ir a ducharme — niegan haciéndole un gesto, uno de ellos se acerca a él.

— Déjame quitártelos, anda — asiente y se deja hacer, siente la mirada de Nico en su nuca—. Vas a tener que salir a correr más — asiente, mirando fijamente a sus manos—. Los pones en agua con hielo para que no te hinchen, das con rabia.

— Pero los golpes no son precisos — comenta en alto—, sino lo que tendría roto igual no era el pie — ríe, el entrenador también se lo toma como una broma.

En realidad todos, menos el implicado en los golpes, se lo toman como una broma. Nico traga saliva, siendo consciente de que se lo merece y las ganas que tiene el chico de hacerlo.

De todas las características destacables de Gavi, una de ellas era la sinceridad en exceso.

Payphone • GavicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora