PARTE - 1.

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Kara POV.

Es increíble ver lo fácil que es acabar con un matrimonio que se supone es para toda la vida. Sólo bastó estar de acuerdo con mi ahora ex esposa, y todo lo demás fue fácil. Bueno, dentro de lo que cabe. Nunca estuve segura de nosotras cómo pareja, pero esperaba poder lograrlo. Es gracioso ver que en lo único en lo que estuvimos de acuerdo ella y yo en todo nuestro tiempo juntas, fue en pedir el divorcio. Por supuesto, debí imaginar que tarde o temprano terminaríamos así. Algo claramente malo había desde el principio entre nosotras, pero sólo hasta ahora pude verlo. Era joven y tonta cuándo la conocí, y aún lo sigo siendo. Pero sólo hasta ahora pude reaccionar. La conocí apenas nos mudamos a Metrópolis desde Sudáfrica, huyendo de las malas amistades de papá y del recuerdo de una madre que abandonó a su esposo y a sus hijos, sin ningún miramiento. Casi nos cuesta la vida a todos nosotros seguir allí, pero pudimos salir sanos y salvos, sólo los tres, cómo siempre he recordado. Mi hermano Clark y yo, entramos enseguida a la escuela y allí conocimos a las Lane. No le tomó mucho tiempo a él ser novio de Lois, y me alegré al verlo así de feliz, y supe que quería algo así para mí también. Pero la gran diferencia entre mi hermano y yo, es que entre la hermana pequeña de su novia, Lucy y yo que cursábamos el mismo grado, era que ninguna se sentía atraída por la otra. Era hermosa, sí, aún hoy lo es, pero nunca hubo esa chispa entre nosotras, y debí tener eso bien en cuenta antes, y no estaría ahora con apenas 22 años divorciada. Mi hermano y Lois eran felices novios en su último año de la escuela, y yo aún no encontraba a la mujer para amar, nadie me inspiraba, e incluso había perdido las esperanzas. Pero en la fiesta de graduación de ellos, fui a la residencia Lane por la celebración, y me llevé estupendo con los padres de ambas, y pude ver claro cómo el agua a Lucy vernos de reojo ese día. Y los meses que le siguieron a ese día, la tenía pegada a mi todo el tiempo. Debí haber sabido que era alguna estrategia de ella, que había algo extraño en su repentino interés por mí, pero en ese momento me encontró con la guardia baja y desanimada por no tener a alguien a quién amar de esa forma. Así que un buen día, después de muchas salidas algo extrañas, nos hicimos novias. Durante todo nuestro último año, fuimos una pareja, o bueno algo parecido a eso. El título lo teníamos, pero ella en ningún momento actuaba cariñosa cómo veía a las otras personas con sus parejas. En ese momento, se lo atribuí a las amplias expectativas que me había creado sobre la relación que tanto buscaba, que simplemente consentí esa relación. No había muchos besos, y ni siquiera los buscaba. Y me frustra haber dejado que todo llegará tan lejos, pero es que parecía no haber nadie para mí, que seguía allí atrapada con ella. Clark, quién fue el que me hizo querer estar en una relación de pareja al verlo tan feliz con Lois, me hizo caer en la realidad estrepitosamente de que las apariencias engañaban. Ellos ya estaban en la universidad, ambos estudiando diferentes carreras y de un día para otro, su relación terminó. Fue todo tan repentino, y aún hoy día Lois ni siquiera puede escuchar el nombre de Clark, sin querer romperle la boca por dejarla así sin más. Luego conocí a Lex, el nuevo novio de mi hermano y pude ver de inmediato porque dejó a Lois. Ambos se complementaban de una manera tan natural, y se veían y trataban con tanto amor, que nadie dudaría jamás de que se han amado por toda la vida. Eso causó una gran pelea entre Lucy y yo, y debí aprovechar ese momento para dejar todo ahí, me merecía más que eso, que una relación sólo en nombre, pero no lo hice. Me quedé allí, esperando no sé qué, y viendo cómo la vida pasaba a mi alrededor. Y cometí el error más grande de mi vida. En mi cumpleaños número 18, Lucy me buscó en mí casa, y sin dejar que nadie supiera dónde íbamos, me llevó con ella hasta las Vegas para casarnos. ¿Cómo alguien que no era capaz de siquiera besarme por más de dos segundos, era capaz de proponerme esto? ¿Y cómo en el nombre de Dios lo acepté? Siempre ese día será una gran mancha negra en mi vida, porque yo quería amar a mi pareja, y en cambio todo lo que conseguí con ella fue represión. Siempre consentía todo lo que ella quería hacer, dónde quería ir. Me perdí a mí misma, pensando que así podría tener el amor que quería, pero todo era una mentira. Esa noche, después de casi dos años juntas, perdí mi virginidad con ella. Pero no fue cómo me lo habían relatado, sentí que fue algo tan vacío que hubiera preferido no hacerlo nunca. Y ver cómo se emborrachó para pasar la noche de bodas conmigo, sólo me hizo sentir peor. Ella sabía de mí condición de intersexualidad y había ocultado muy bien su desprecio por ella, hasta esa noche. Pero incluso así, quise intentarlo. El señor Lane, estaba feliz con la noticia de nuestro matrimonio, y parecía ser el único estarlo, porque papá me veía decepcionado sabiendo que no era feliz, y que no la amaba. Clark fue más discreto pero podía ver que no estaba de acuerdo con lo que había hecho, pero se mantuvo al margen. Siempre supe que me equivoqué, cada noche antes de dormir recordaba mi error, y sabía que mi vida sería pagar por eso. No ayudaba en nada nuestra relación que no nos comunicáramos, ni siquiera hacíamos el intento. Ni que hablar del sexo. Puedo contar con los dedos de mis manos, todas las veces que estuvimos juntas en los casi 4 años que estuvimos casadas, y no puedo contar ningún momento en el que sus labios no supieran a alcohol mientras lo hacíamos. Pero me negaba a rendirme, tenía que poder con todo esto. Todo se volvió peor, cuándo mi hermano nos invitó a su matrimonio. Se casaría después de tanto tiempo con Lex. Los veía tan felices y enamorados resolviendo todo para ese día, y me frustraba pensar que me perdí de ayudarlos por Lucy. Era obvio que ella tampoco gustaba de Clark por dejar a su hermana, pero ambas tenían que superarlo, y yo debí ser firme con ella sobre eso. Pero en eso también fallé. Por eso esa tarde, cuándo los veía casarse con tanta felicidad, me permití olvidar el tremendo fracaso que era mi matrimonio, y sólo sentir felicidad por la nueva pareja de casados. Ese día, recuerdo conocer a las hermanas de Lex. A una de ellas sólo la vi de lejos, y era hermosa, y tan curvilínea, que por primera vez sospeché que podría sentir deseos por una mujer. Lena, qué nombre tan hermoso, así cómo ella. Deseé ser una mujer libre para hablar con ella, sentía mi corazón latir por reconocimiento de lo que quería por vez primera, pero no era libre, y aún sin amar a mi esposa, no podía intentar nada. Y tampoco tuve ocasión de hacerlo. Primero, porque una mujer cómo Lena, jamás miraría con deseo a una jovencita cómo yo, y segundo, porque según supe por Lex, tuvo que regresar de emergencia a Londres, por algo de la empresa, por lo que ni siquiera cruzamos palabra alguna después de la ceremonia. Pero sí conocí a una de sus hermanas, y fue la hermana menor, Lauren, y a su esposa Camila. Eran otra linda pareja, ellas también se habían conocido en la escuela, y Lauren al tener la misma condición de intersexualidad que la mía, embarazó en un descuido a Camila, y aunque los señores Cabello, la obligaron a volver a los Estados Unidos cuándo supieron del embarazo de su hija, Lauren vino hasta aquí en busca de su novia y su pequeño hijo en su vientre. Por su amor, ella dejó su comodidad en Londres, y sabiendo que no era querida por sus suegros, lo único que le importaba era seguir con su amada, y lo había conseguido. Ahora ambas están casadas, y tenían su pequeña familia, conformada por ellas y un hermoso castaño de ojos verdes, su pequeño Forbes, que hizo de pajesito en la boda de mi hermano. Estaba rodeada de tanta felicidad y amor de pareja, y era otra señal de la vida insistiendo para que reaccionará y soltará esa tóxica relación que tenía con mi esposa. Pero otra vez no lo hice. Si pudiera devolver el tiempo, me daría bastantes golpes en la cabeza para ver si reaccionaba de la estupidez que seguía cometiendo una y otra vez con mi vida. Pero me hacía de la vista gorda, y por un tiempo pareció funcionar. Estaba en la universidad, estudiando periodismo cómo siempre quise y casi no veía a mi esposa y todo parecía ir bien. Aunque odiaba estar lejos de casa, no me gustaba para nada National City, pero Lucy insistió tanto que por supuesto cedí, tal cómo siempre hacía. Extrañaba mi casa en Metrópolis, estar cerca de mi única familia, pero para mi esposa era lo ideal estar lo más lejos posible de aquí, sobre todo de su estricto padre. O dentro de mi inocencia, eso quería creer, pensaba que estando lejos tal vez funcionaríamos, pero eso nunca pasó, ni pasaría.

Una mañana, Clark me llamó emocionado, diciéndome que él y Lex estaban esperando mellizos. El tratamiento había funcionado y mediante subrogación, esperaban mellizos, un hijo de cada uno de ellos, utilizando el mismo óvulo y un espermatozoide de cada uno de ellos. Me sentía feliz por ellos, y sentí también anhelo, porque tenía muy claro que no podría vivir eso jamás con mi esposa. Lucy por supuesto tomó mal la noticia, y tuve que escucharla por horas alegando junto a su hermana por teléfono. Me sentía tan frustrada por mi vida, pero me alegraba saber que al menos mi hermano si estaba con su verdadero amor y siendo feliz a su lado y su creciente familia.

Por supuesto, mi esposa no me acompañó a conocer a mis sobrinos, y tampoco me importó. Kent y Holt, eran los niños más hermosos del mundo, y juré mientras los tenía entre mis brazos, ser la mejor tía para ellos.

Y fue precisamente en el cumpleaños número 1 de mis sobrinos, cuándo ellos ya estaban en sus cunas durmiendo pacíficamente, y sólo quedábamos despiertos mi hermano, mi cuñado, Lauren y su esposa, y yo en la sala de la casa de mi hermano. Todos estábamos algo tomados, mientras jugábamos yo nunca-nunca, y supe que la vida cómo la conocía, no sería más la misma después de esa noche. Lauren, con lo juguetona que siempre es, mencionó que nunca lo había hecho por detrás con su pareja, y tomó un gran trago de whisky. Su esposa se quejó por su confesión, pero igual bebió junto a ella. Maldita sea, todos allí le siguieron bebiendo, y yo sólo pude verlos. Cuándo se dieron cuenta de que no tomé, todos me veían incómodos desde su sitio, pero les aseguré que no pasaba nada, mintiéndoles descaradamente, y sé que ninguno me creyó. Poco después sólo pude irme de ahí, la diversión había terminado para mí esa noche.

Todo el camino de vuelta a casa, mientras conducía las largas horas de viaje hasta National City, hice un recuento de toda la historia entre Lucy y yo, y no encontré un momento en el que ambas fuéramos felices. O en el que en todos estos años me haya sentido feliz a su lado. Estaba yo por supuesto, haciendo todo lo que ella quería, pero nada más. Ella nunca tuvo ningún detalle conmigo, a no ser que cuente cómo detalle acostarse conmigo mientras estaba borracha cómo una cuba. Sonreí amarga al recordar lo de hace un rato. No quería acostarse conmigo, mucho menos me dejaría hacerle sexo anal, ni siquiera yo era tan ingenua para creer eso.

Llegué en la madrugada a la que hasta ese momento era mi casa. Y por largas horas, esperé en la sala a que ella despertará. Cuándo me encontró allí, sólo bufó y salió en dirección a la cocina. La seguí hasta allí y al fin confirmé lo que siempre supe. Ella sólo me usó para huir de su asfixiante padre. Y lo logró, fui tan ingenua para aceptar lo poco que ella me daba, y sin querer la ayudé a alejarse de su padre. Pensé en decirle que cómo amigas le hubiera servido de ayuda, pero me mordí la lengua al saber que nunca fuimos ni siquiera eso. Al final exterioricé lo que tantas veces pensé. Esa misma mañana le pedí el divorcio, y pude ver con claridad cómo ella suspiraba aliviada, cómo si se quitará un peso de encima. Lucy era una maldita, sólo me utilizó y hasta el último momento me hizo sentir cómo una carga para ella. Espero que le vaya muy bien y sobre todo que esté muy lejos de mí por el resto de su vida. Por ella perdí tiempo con mi familia, dejé mi hogar y dejé de ser esa mujer amable y sonriente, para sólo ser una sombra amargada de lo que solía ser.

Esa misma mañana salí de esa casa, y esperé en un hotel mientras se tramitaba todo el divorcio. Ese día que pedí el divorcio, fue el último día en que ví a un Lane, y espero mantener esa racha en lo que me quede de vida. Al ser de mutuo acuerdo nuestro divorcio, no bastaron muchos días para tenerlo listo. Y apenas tuve en mis manos la sentencia de divorcio, tomé mi maleta con las pocas cosas que eran mías, mi diploma universitario y tomé mi camioneta y conduje todo el día, y no paré hasta llegar a Metrópolis, mi verdadero hogar. Papá me recibió alegre, pero pudo ver que aunque por fin era libre de ella, los estragos que causó en mí, perdurarán por siempre, para mi desgracia.

Esa noche, cuándo me instalé en la casa que papá Jon me ayudó a conseguir en Metrópolis, después de despedirme de él, me juré nunca más confiar en la ilusión de amar a una mujer, a ninguna y lo más importante, me prometí reencontrarme conmigo misma, a la mujer que solía ser. Tengo toda la vida para eso, y no dejaré que nada ni nadie me distraiga de lograrlo.

 

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