Capitulo 20

4.1K 784 62
                                    

La fiesta de compromiso se realizó simultáneamente al baile de máscara que los Albemarle, tres semanas después de que terminara el luto de la familia, casi cuando temporada estaba por finalizar. Lady Albemarle tenía la costumbre de hacer grandes celebraciones, y esa fiesta no fue la excepción. Se afanó tanto en los detalles que nadie creería que acababa de salir de un período en el que estuvo "desconsolada". Celestine también colaboró, aunque el avanzado embarazo de siete meses impidió que asistiera. A Violet este último hecho la aliviaba. Scarlett era una carabina más razonable, y aunque su padre también estaba en la fiesta (más por obligación que por gusto), dudaba que le prestase la mínima atención durante algunas horas.

El anuncio del compromiso que ya todos sabían se dio al inicio de la fiesta. Violet tuvo que fingir amabilidad por un rato, y agradeció que la máscara ocultara parcialmente su expresión nerviosa o sus muecas de desagrado cuando alguien decía algo fuera especialmente molesto. Por suerte, como siempre pasaba cuando se trataba de ella, la aristocracia perdió rápido el interés y se dedicaron a disfrutar de la fiesta. Entonces, Violet decidió ir a buscar a Lucien, al que no había visto después de haber bailado la primera pieza. Lo localizó junto con un grupo de caballeros que no conocía ni tenía ánimos de conocer, así que rondó cerca de ellos hasta que él la notó y ella pudo hacerle un gesto para que la siguiera.

Nerviosa, Violet caminó entre la multitud sin verificar si él la seguía o no, temiendo que, si lo veía, perdería el valor. Cuando logró llegar a un pasillo en el que no había gente, lo esperó. Lucien apareció unos segundos después. Sonreía con picardía.

—¿Qué estás tramado? —preguntó.

Violet se limitó a hacer un gesto para insistir en que la siguiera, y él obedeció sin decir más. Ella subió las escaleras y, confiando en su memoria, caminó hasta el lugar en dónde había iniciado todo. Una vez frente a la puerta, no se atrevió a hacer más. Escuchó a sus espaldas como Lucien se reía, justo antes de sentir como sus brazos la rodeaban hasta que su espalda tocó su pecho. Cada vez que hacía eso, Violet se regocijaba en la calidez de sus brazos.

—Admito que pensé en traerte aquí —susurró contra su oído—, pero no sabía si querías.

Puesto que la última vez que estuvo ahí Violet pensó que él era un suicida, no lo culpaba por no querer recordarle su vergüenza.

Lucien abrió la puerta, miró a ambos lados para asegurarse de que no había nadie, y la invitó a entrar.

—Rápido. Si mi madre se llega a enterar, me matará y no habrá boda.

Empujó a Violet adentro antes de que procesara la amenaza. Cuando la puerta se cerró, sintió un escalofrío, no supo si de miedo o anticipación.

Para intentar relajarse, observó la estancia. Estaba igual que la última vez, completamente a oscuras, con el balcón abierto proporcionando la única iluminación del lugar. Violet todavía recordaba la figura de Lucien sentado en la baranda, y de vez en cuando aún se reprochaba haber sido tan tonta. Aunque supuso que debería agradecerle al destino que, gracias a eso, estuviera a punto de casarse con él.

Como esa noche no hacía mucho frío, en lugar de encender la chimenea, encendió dos candiles que se encontraban en extremos opuestos de la habitación. La luz le permitió observar con más detalle el dormitorio, y soltó una risita cuando se percató del color de las paredes: ¡eran moradas!

Por inercia, miró su vestido, pero este era blanco, al igual que las sábanas que cubrían la gran cama. Violet se había mandado a hacer un nuevo guardarropa por insistencia de Celestine. Según su hermana no había nada mejor para dejar atrás el pasado que una renovación del vestuario.

Aroma a VioletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora