boys like boys too | Ayato x Thoma

XVIII

A Thoma le temblaban las piernas, aún se mantenía sentado sobre Ayato quién se dedicaba a acariciar su cuerpo, pasaba sus manos por su cintura hasta llegar a sus nalgas, ninguno de los dos estaba del todo recuperado, los espasmos no dejaban a Thoma en paz ni siquiera de su entrada o de sus piernas, su respiración era algo rápida intentando llevar aire a sus pulmones, parecía que había corrido un maratón, su rostro lleno de lágrimas no pasó desapercibido para Ayato quién lo atrajo para volver a besarlo, sus labios se buscaban con algo de desesperación a pesar de notar el cansancio de Thoma en todo su cuerpo.

Ayato maliciosamente movió sus caderas. — ¡Mh! ¡Agh! — Escucho la voz de Thoma ahogada en su boca, era obvio que ahora estaba más sensible porque pudo sentir de nuevo a su miembro ser aprisionado con fuerza. — Mi señor... — Murmuró separándose un poco de sus labios, el mayor le miró alzando una ceja como preguntando que era lo que pasaba, Thoma se dedicó a besar un poco el mentón de él hasta que se decidió morder su cuello sacándole una sonrisa divertida a su líder, por su puesto, a pesar de todo Thoma no era un inexperto en el sexo, solo había cambiado posiciones por primera vez y le tocaba a él recibir, eso debería ser nuevo para él.

Ayato quería volver a hacerlo con él, de nuevo tenerlo gimiendo encima suyo pero el dolor en la herida apenas cerrada se hizo presente, se quejó en voz baja con una mueca.

Por los Arcontes, Ayato quería tener sexo con él por una vez sin tener que estar pendiente de otra cosa y de nuevo, hoy era la excepción, Thoma se percató de las reacciones del mayor, observó como se llevó una de las manos a la zona queriendo tocarla pero evitando hacerlo por el dolor que le causaba. — ¡Ah! Voy a bajarme. — Thoma se removió encima suyo, ya recuperaba poco a poco todos sus sentidos sin embargo la sensibilidad era aún más presente, gimió al intentar levantarse, no quería hacerlo, pero la situación se lo pedía y se levantó con varios gemidos y pequeños suspiros saliendo de su boca, sentía como aquel miembro se deslizaba fuera de él haciéndolo sentir así de todas formas con un inevitable placer, volteó los ojos por un momento aún disfrutando de ello hasta que se sentó al lado de Ayato sobre sus rodillas.

Thoma no quería decirlo pero debía de. — Se siente... vacío.— Ayato le miró confundido por un momento, hasta que Thoma se llenó una de las manos hacia su entrada sintiendo como el semen de su líder amenazaba con escurrir fuera de él, se sonrojó llevándose la otra mano al rostro cuando Ayato rió con fuerza.

— Es normal que sientas eso. — Respondió suspirando para quedarse mirando al techo. — ¿Cómo se sintió?

Thoma se quería negar a responder pero no podía hacerlo, sentía muchas cosas, habían sido golpes psicológicos así como golpes físicos de sensaciones y todas muy extremas, eso era cierto. ¿Qué debía responder? ¿Qué realmente se sintió bien y quiere volver a ser tomado por él? ¿O decir que ahora estaba más confundido porque no sabía que especie de relación llevaba con Ayato? Se besaban, sí, eso se volvió algo demasiado frecuente, pero seguía pensando que probablemente solo era un capricho de su líder. ¿Qué pasaría cuando las verdaderas intenciones de Ayato salieran a la luz? Era demasiado estúpido preguntarle cosas serias sobre ellos mismos, no era el momento, en lo absoluto. 

— Quisiera repetirlo. — Murmuró sincero mientras desviaba la mirada, Ayato sonrió encontrándose con aquellos ojos verde esmeralda que estaban un poco hinchados al haber llorado tanto, con una de sus manos acarició una de las mejillas de Thoma y se preguntaba como un rostro tan lindo aparentemente delicado pertenecía a un hombre fuerte en todos los sentidos, como un gatito se restregó en aquella mano disfrutando de las suaves manos de Ayato, ¿cómo no sería así? No era constante usando su espada, no habían callos, solo suavidad y blanqueza en ellas. Thoma se recostó a su lado colocando su mano en su vientre, todavía sentía esa sensación de completo vacío dentro de él, pero por otro lado estaba también pegajoso y eso le incomodaba un poco. — Mi señor... ¿Le duele? — Miró hacia la herida que estaba ligeramente roja.