Capítulo 1: Romper la rutina.

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Una historia peculiar, normalmente va acompañada por un ambiente peculiar, y la historia que voy a narrarte, no escapa de esta premisa.

Nos remontamos a un año indefinido, pero que ya quedó atrás en el tiempo al momento de esta narración. En cuanto al lugar, nos ubicamos en un pequeño pueblo alejado en la montaña, un pueblo vivo, verde, y regado por las aguas más puras provenientes de los manantiales naturales que nacían en las cimas más lejanas. Todo este caudal de agua, era recogido en un gran embalse, que posteriormente distribuía el preciado líquido por todo el pueblo.

El agua, la base de la vida, no era un problema, y junto a los cultivos y las pocas familias que se dedicaban a la crianza de animales, el sustento básico de toda familia residente en este pueblo, estaba resuelto. La ciudad rara vez era visitada, y abandonar el pueblo era impensable, pues los lazos formados con el paso del tiempo eran cada vez más estrechos, sin apenas enfrentamientos. Era, en toda regla, un paraíso pacífico, del cual hoy en día solo quedan restos de cimientos. Pero el paso del tiempo es inevitable, y escapa del tema que nos concierne.

A un par de calles de la plaza principal, que a su vez funcionaba como mercado, se encontraba la única estación de policía del pueblo, la cual no necesitaba mucho personal, pues rara vez se producían conflictos.

En la calurosa mañana del 10 de Agosto del año indefinido, el cual quedó atrás en el tiempo, un aburrido jefe de policía tomaba su café, como de costumbre, mientras suspiraba profundamente y pensaba, pues solo en su mente escapaba de la calma.

El olor del café de verdad es capaz de activar los sentidos de un hombre cansado al instante, y acompañado del bullicio de los clientes y el ruido de las cafeteras funcionando, cualquiera se llena de vida. Tenía el presentimiento de que hoy iba a ser un día duro, aunque el cuerpo se lo pedía, pues llevaba demasiado tiempo sin tratar ningún caso. Una persona normal diría que es una desgracia el vivir en un pueblo donde se cometen crímenes, pero para el jefe de policía es un verdadero aburrimiento el pacifismo.

Al menos las noticias traían cosas interesantes, y antes de entrar a la oficina, al jefe le gustaba teorizar y dar solución a algunos de los casos planteados en ellas, así practicaba para un posible caso futuro.

El titular de hoy:

Hombre de 43 años quema por completo su casa mientras su esposa duerme dentro.

El sujeto, adicto al alcohol desde hacía unos años y diagnosticado con un severo trastorno de personalidad múltiple, prendió fuego a la vivienda usando una lata de gasolina, acabando así con la vida de su mujer y con la suya propia.

Tras leer el artículo completo y ojear el resto de las páginas con la esperanza de encontrar otro caso con el que fantasear, se levantó de su asiento y alcanzó su bolsillo para sacar su monedero.

- Don Manuel, aquí le dejo lo de siempre. Que tenga un buen día.

- ¿Seguro que no me has robado ningún dulce? Es raro que un hombre tan grande no coma nada para desayunar.- El dueño del bar, un hombre de aspecto cansado y escaso cabello, sonreía desde detrás de la barra mientras limpiaba una taza.

- De eso que llaman gastar dinero ya se encarga la sanguijuela, uno debe cortarse un poco – reía nuestro agente.

- Y que lo digas, son bacterias hasta que encuentran un trabajo y se olvidan de quien los ayudó durante toda la vida... - La expresión del hombre cambió, y tiñó por completo el ambiente de gris.

- La cuestión es hacer un buen trabajo y estar contento con ello, pues no podemos cambiar lo que viene escrito en el interior de cada individuo. Si necesita hablar de este tema algún día, siéntase libre.- El agente sonrió amablemente, y depositó simpatía en el decaído corazón de un hombre que había perdido todo tipo de contacto con su hijo, a pesar de vivir en el mismo pueblo.

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