8. he sido oro en personas de plástico

1.7K 91 38
                                    



j u n e ;

las paginas de mi libro se intentaban escapar entre mis dedos por la ligera brisa que entraba de mi ventana abierta.

estaba yo tumbada patas arriba, mi libro y el ordenador con el word encendido y varios apuntes en ellos.

me quedaba un mes y ya llevaba mas de la mitad de la lectura obligatoria para clase.

las vacaciones de invierno se acercaban, las ordinarias habían terminado y me quedaba uno.

mi libro y yo.

estaba concentrada, al lado mio se posicionaba un café con caramelo y hielos, aunque haga menos cuarenta grados, nunca pueden faltar hielos.

mi ordenador deja ver el la parte de abajo un mensaje reciente de whatsapp, el cual esta vinculado desde mi movil.

hola, no estoy nada inspirado, ¿quieres ir un rato a la playa?

el mensaje de Pablo inundaba mi pantalla, a lo que obviamente quería ayudarle, así que, acepte.

deje el libro con el marca páginas y guarde los cambios del word en mi pincho.

mi habitación se vio interrumpida por Izan.

—tata, vamos al mercadona los tres ¿quieres algo?—pregunta con una sonrisa tierna.

—si, caramelo y helado porfa—le pido y se va, pero no sin antes asentir y cerrar la puerta.

cuando hace eso le amo.

yo tampoco lo estoy, nos vemos allí a las 6.

le di a enviar y fui rápidamente a mi armario.

escogí un vaquero y una sudadera, algo básico y cómodo, pero también el abrigo.

acompañado de mis nike blancas y una mochila con una toalla para sentarme en la arena.

salí de casa.

llegue y estaba el, sentado en una toalla grande.

un azul parecido al mar.

fui con una sonrisa tonta sin que el se diera cuenta.

me tiro encima suyo y escucho su risa.

—buenas tardes señorita—me saluda cuando me siento a su lado.

—buenas tardes señor viejo—normalmente le digo así, aun que me lleve un año, ya sabes, por las gracias.

—vale vale, perdón.

me rió y antes de escucharlo hacer lo mismo escucho un suspiro.

las horas con el parecen minutos.

había llegado a las seis y son ya las jodidas nueve menos cuarto.

sentada, riéndome y mirando el atardecer que empezaba a formarse en el cielo.

un cielo que parece cerca, pero esta muy lejano.

y entro la pequeña tristeza, la nostalgia, los recuerdos desastrosos, que te hacían llorar hasta las tantas, hasta quedarte dormido.

nosotros no fuimos una casualidad-pablogavi-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora