008. Sin más

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Oh, oh. Seungkwan estaba muy preocupado y ya veía lo que iba a pasar. Eran las once de la noche y a penas estaba en camino a su casa. Su madre no le había dado el permiso para llegar tan tarde, pero de verdad se le había ido el tiempo.

Abrió la puerta tratando de no hacer ruido pero fue inútil porque la señora Boo esperaba en la sala mientras veía televisión. Seungkwan agachó la cabeza con miedo cuando vio la silueta femenina posarse frente a él.

Sabía lo que venía.

—¿Se puede saber que hacías en la calle tan tarde? ¿Acaso me dijiste sobre esto?

La señora Boo amenazaba a su hijo señalando con el dedo. Él sólo mantenía su silencio haciendo desesperar a su madre.

—¿Y qué andabas haciendo? Seguro estabas otra vez con el niño ese. De ofrecido y fácil. Y lo más impresionante... ¡un niño! ¿Tan siquiera piensas lo que haces?

Sí. Esa era la vida de Boo Seungkwan. El chico tímido, con pocos amigos. El que dejaba que su mamá hiciera lo que quisiera con él porque "se lo merecía" porque "es un mal hijo".

—No te comportes como si fueras sordo y di algo.— amenazó ella. —¿Qué estabas haciendo?

—Estaba con Han-

—¡Te lo digo! Pasas tanto tiempo con ese niño que incluso te olvidas de que tienes una casa, en la que tienes ¡un horario de llegada!

—Lo siento... No volverá a pasar.

—Sé que así será. Porque te prohíbo que te vuelvas a juntar con él.

—¿Qué?

—Empiezo a pensar que realmente te falla el oído. ¡Te prohíbo juntarte con tu amiguito!— repitió en forma de grito. Seungkwan frunció el ceño sin creer lo que estaba escuchando. —Incluso si eso significa tenerte en mi casa todo el día.

—Tu no puedes ordenarme eso.— habló el menor con miedo.

—Claro que sí, soy tu madre. Si quieres yo mismo le digo que no quiero que un mocoso estúpido esté cerca de ti. Ya te está contagiando sus mañas.— mencionó con desagrado.

—No hables así de Hansol.

—¿Perdón?— contestó al murmuro de su hijo.

—¡No hables así de Hansol!

Seungkwan corrió a su habitación mientras su madre le gritaba siguiéndolo. Cerró la puerta y sacó dos mochilas grandes donde guardó ropa, cosas de la escuela y otras importantes. Estaba loco, y posiblemente se arrepentiría de lo que estaba haciendo, pero prefería vagar en la calle que seguir escuchando como la señora que se hace llamar su madre insulta a su mejor amigo, y de paso, a él mismo.

—¿¡Qué crees que haces?!— preguntó ella al ver a Seungkwan salir de su habitación con varias cosas encima.

—¡No te pienso seguir tolerando! ¡Ya no me importa que seas mi madre! Sé que no me quieres, no hace falta que lo digas. Sé que vivo contigo para que mi papá te de dinero, incluso si yo sólo tengo una miseria de eso.— dijo por fin, lo que tenía dentro. Pronto comenzó a molestarse consigo mismo por tener ganas de llorar.

—Bien. Lárgate de mi casa. Igual no me importa. Sigue a ese muchachito, me deja sin cuidado si algún día él te deja por fastidiarse de ti.— la señora se cruzó de brazos al ver a Seungkwan abrir la puerta y girar para verla diciéndole una última cosa.

—No me interesa lo que digas de mi. Nunca me importó. Pero tienes razón en que Hansol me importa más que tu. Y no pienso escucharte una vez más que digas algo erróneo de él.

Tras eso, cerró la puerta de golpe y empezó a caminar sin saber muy bien a donde. Casi se arrepentía de dejar su casa a las doce de la madrugada.

¿Debería llamar a Mingyu o Wonwoo?

¿Ir a la casa de Vernon?

No sabía que hacer. No quería molestar a nadie con sus problemas. Y tenía miedo, pero se negaba a correr hacia alguien, a demás de que era muy tarde como para preocupar a los otros.

Lo mejor que se le ocurrió fue tomar un taxi hasta el motel más cercano y barato que pudiera haber. El simple taxi había tomado una gran parte de su dinero, el cual llevaba tiempo ahorrando por si llegaba a tener algún problema con su madre.

Al llegar a su habitación, al menos se sentía tranquilo al ver que no había algún tipo de insecto o manchas de dudosa procedencia. Ni siquiera le pidieron una identificación o algo por el estilo, lo único que les importó es que pudiera pagar la noche.

Seungkwan escuchaba a su madre cada día porque sabía que no podía vivir sin ella. La que se encargaba de darle techo, alimento y vestimenta. Ahora que estaba sólo y con una cantidad de dinero limitada, era totalmente un desastre.

¿Qué podía hacer? Ya había hablado con Vernon y no puede vivir con él.

Wonwoo tenía una familia que no podía incomodar.

Mingyu trabaja para mantenerse y sus tíos se negarían a apoyar a un desconocido.

Dios, realmente ¿qué puede hacer?

Pasó horas y horas pensando. Se sentía incapaz de cualquier cosa, y llegando las siete de la mañana, con todo el dolor de su corazón le mandó mensaje a la persona en que más confiaba y que sabía iba a poder darle un consejo sobre esto.

Jeon Wonwoo.

Era sábado, así que no estaba muy  seguro de que lo vería pronto, pero justo a las siete y media había recibido una respuesta.

Cuando Seungkwan salió de la habitación y miró a su amigo al frente no pudo evitar salir corriendo para abrazarlo, de paso unas lágrimas corrían por su mejilla.

Wonwoo manejó su carro de regreso a su propia casa haciendo que Seungkwan ingresara con él. Se sentaron en unas sillas que se encontraban en el jardín porque Boo se negó a entrar, y con tristeza contó exactamente lo que pasó.

—No te preocupes, Seungkwan. Puedes contar con mi apoyo.— le contestó con una sonrisa amable. —Puedes quedarte conmigo mientras averiguamos que hacer.

—Pero... no quisiera incomodar a tus padres ni a Chan.

—No digas eso, los tres te adoran, ni qué decir de Chan. No tienes que sentirte mal por esto.

Seungkwan suspiró y cerró los ojos por un momento mientras pensaba, luego asintió con la cabeza aceptando lo que el de lentes decía.

—A todo esto... ¿Hansol sabe?— Seungkwan desvió la mirada antes de pronunciar un débil "no".

—Lo haré ahora.— habló mientras señalaba su celular y empezaba a teclear.

Wonwoo miró el reloj en su propio celular viendo que eran las ocho cuarenta y dos. Mingyu ya estaría despierto.

—Ahora regreso, Kwan.— avisó antes de salir de la casa y dirigirse a su vecino. Casi de inmediato un chico adormilado y con su pijama mal puesta le abrió la puerta dejándolo pasar.

—Tenemos... una emergencia.— expuso el de lentes haciendo que el otro casi se ahogara con el sorbo de café. —Corrieron a Seungkwan de su casa.

𝙑𝙞𝙙𝙖 𝘿𝙚𝙨𝙚𝙖𝙙𝙖 | ᵛᵉʳᵏʷᵃⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora