011. Nuestra infancia

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La razón por la cual dos chicos se mantenían unidos al paso de los años es porque desde el inicio sólo se tenían el uno al otro.

Cuando todos les daban la espalda sólo podían confiar en ellos.

Porque el daño que causaron a unos pequeños niños de cinco años era irreversible.

Cuando Vernon Chwe llegó a su nueva escuela en Corea, los niños lo miraban sin siquiera ocultarlo. El pequeño Hansol pensaba que se debía a que era el nuevo, así que algo incómodo se paró al frente de sus compañeros para que su maestra lo presentara.

Había sólo un lugar disponible junto a un niño que se mantenía con la cabeza baja, caminó hacia él y se sentó a su lado.

Le inquietaba las miradas de sus compañeros, se sentía nervioso incluso si volteaba a otro lugar. Picó tímidamente el hombro del niño a su lado quien solo giró levemente para verlo.

-Hola, ¿cómo te llamas?

Vernon se sintió sin confianza para preguntar de nuevo al no escuchar una respuesta.

Las cosas realmente empezaron cuando la maestra se fue del salón, diciendo que era hora del recreo. En cuando desapareció a través de la puerta escuchó un grito bajito a su derecha.

-¿Qué trajiste hoy para comer?- preguntó un chico que anteriormente había jalado del cabello de su compañero de asiento. Luego tomó su mochila para empezar a usmear. -¿De nuevo mandarinas? ¿Por qué eres tan gordo si solo comes mandarinas?

Junto a ese niño, se unieron unos seis más a sus burlas. Hansol miraba asustado lo que estaba pasando, sin haber vivido antes una situación así y sin saber que hacer.

-Miren, los niños raros están juntos.- dijo una niña señalando a ambos.

-¿Por qué te ves así? ¿No eres humano?-preguntó un niño acercándose a Vernon.

-¡Tu cara es tan rara!

-Tu lugar es con los fenómenos, ¿entiendes? No creas que puedes ser nuestro amigo.

Los niños que seguían presentes reían ante la situación. Porque para ellos un niño de cara redonda y otro con facciones diferentes los hacían creer que podían tratarlos como si fueran inferiores.

-Lo siento, si no estuvieramos sentados juntos no te hubieran molestado.- mencionó con tristeza el niño junto a Vernon después de que todos salieran del salón dejándolos solos.

-No creo que haya sido por tu culpa.

-¿Por qué más si no?

-Mi cara es diferente.

El niño que hasta el momento seguía escondiendo su cabeza entre sus brazos sobre la mesa, se sentó derecho y miró completamente a Hansol.

-Es diferente porque eres bonito.

-¿Piensas que soy bonito?- el niño se hundió entre sus hombros y asintió con su cabeza levemente. -También eres bonito, no dejes que los demás te molesten.

-Yo no soy bonito, mira mis mejillas. Pensé que era tierno pero sólo me veo feo.

-No es así.- Vernon estiró su brazo y con su dedito tocó delicadamente la mejilla del otro. -Tu cara es suavecita.

-No me toques así...-pidió sintiéndose tímido por la cercanía repentina. Hansol quitó su mano siguiéndolo mirando.

-Cuando te pregunté tu nombre no te escuché, ¿cómo te llamas?

-No te lo dije, no quería que te molestaran por llevarte bien conmigo.

-Puedes darte cuenta de que lo harán aunque no me hables.

-Seungkwan Boo.-mencionó después de un suspiro.

-Niño Boo, tu y yo seremos amigos.

𝙑𝙞𝙙𝙖 𝘿𝙚𝙨𝙚𝙖𝙙𝙖 | ᵛᵉʳᵏʷᵃⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora