S i e t e

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_____ y Julieta estaban cocinando la cena cuando las primeras contracciones comenzaron, haciendo a la curandera palidecer. Fueron dolores menores, pero aún así era mejor tomar algunas precauciones, por lo que empezó a preparar unas empanadas y arepas de emergencia.

La pelirroja le dijo que no tenía nada de que preocuparse, que probablemente era un dolor como cualquier otro y que su parto aún estaba a semanas de ocurrir. Con eso en mente se fue a dormir con comodidad.

Entonces, sintió un líquido empezar a deslizarse por sus piernas y sudó frío, empezando a sentir más dolor.
No fue necesario dar más de un par de quejidos de dolor para que inmediatamente Pepa y Julieta se adentraran a su habitación, ellas de inmediato habían sido advertidas por Dolores de su malestar.

─¡Agustín, traé las empanadas dejé en el mostrador!

─¡Ya voy mi amor!

Entre tropiezos Agustín se dirigió a la cocina para buscar lo solicitado por su esposa. Mientras tanto Pepa colocaba toallas limpias bajo las piernas de su cuñada por la sangre que empezaba a salir. Los gritos de dolor por parte de _____ no se hicieron esperar mucho tiempo.

─Ya estoy aquí─ Alma apareció con unos paños mojados, detrás de ella iba Agustín que ya tenía lo pedido por su mujer ─Muy bien _____, empieza a inhalar y exhalar─

La pelirroja hizo lo solicitado, apretando las sabanas debajo suyo para intentar apaciguar el dolor en su vientre, ¿Por qué nadie le advirtió de eso? Dolía como nunca. Realmente no entiende cómo es que Julieta y Pepa se animaron a tener más de un solo hijo sin recordar el dolor de un parto.

─A la cuenta de 3 empezarás a pujar─ Indicó Julieta, estando atenta al estado de su cuñada ─Uno, dos...¡Tres!─

La mujer embarazada empezó a pujar con fuerza, apretando la mano de Pepa y la de Dolores, que estaban a su lado en caso de que necesitaran más apoyo. Pepa tenía una nube que lloviznaba sobre ella debido al estrés y nervios, pero intentaba relampaguear lo menos posible para no estresar más a su cuñada ni lastimar a su hija.

─Muy bien _____, si sigues así saldrá pronto─ Animó Alma.

_____ se sintió feliz de escuchar eso, por lo que continuó pujando con fuerza hasta quedarse sin aliento, sintiendo algo grande salir de su entrepierna. Julieta la miró con felicidad.

─¡Puedo ver la cabeza! ¡Puja más fuerte!

El dolor se intensificaba cada vez más al igual que sus gritos.

─Ya casi...─ Julieta fue acercándole una de las empanadas que había preparado.

Quizá fueron demasiados minutos, pero finalmente sintió su labor terminada cuando escuchó el llanto de un bebé después de pujar otra vez. Sus manos temblaron por la fuerza impuesta en las manos ajenas y se dejó caer de bruces en la cama, quedando completamente recostada otra vez. Lágrimas empezaron a salir de sus ojos inconscientemente.

─¡Es un niño!─ Exclamó Alma muy felíz.

Pepa y Julieta envolvieron al bebé en una manta blanca antes de dárselo a ______, que gracias a la comida de la curandera estaba recuperando energías. Lo miró y sus lágrimas salieron con más frecuencia, apreciando al infante en sus brazos.

Era pequeño y algo regordeto, su tez era morena en un tono algo leve y _____ no tuvo la necesidad de querer visualizarlo con los ojos abiertos, presentía que quizá podría heredar los de su padre.
Era lo más bonito que sus ojos habían visto y lo demostró abrazándolo con dicha y emoción.

─Finalmente estás aquí, mi vida─ Habló con dulzura, dándole un beso en la frente ─Mi niño, mi bebé, mi hijo...─

─¿Ya pensaste en un nombre para él?─ Preguntó Julieta, intentando hacer que la nube sobre Pepa desapareciera.

─Sí, de hecho─ Asintió, mirando a los demás miembros de la familia que estaban presentes ─Su nombre será Jorge.─

Alma pareció pensarlo un momento y luego asintió con una mirada dulce.

─Me gusta─ Alma se colocó a su lado, mirando el rostro de su nieto recién nacido ─Jorge Madrigal será.─

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Bruno apartó su cabeza de la pared, sonriendo con alegría extrema.

─¿O-oíste eso, María?─ El vidente cuestionaba emocionado a su rata mascota ─¡Es un niño!─ Susurró emocionado.

Dio un par de brincos de emoción antes de sentarse en el sofá viejo que poseía, suspirando con alivio y felicidad.

─Jorge Madrigal Carranza─ Se encogió de hombros, contento ─Sí, le queda.─

Bruno estaba realmente contento con el nacimiento de su hijo, y a pesar de no poder realizar visiones en ese momento y de no tener el valor suficiente para volver a aparecer en Casita, estaba seguro de que el futuro que le esperaba a su primogénito sería brillante y lleno de felicidad.

Quizá no necesitaría a un padre que fuera la obeja negra del pueblo. Sería mejor si él tampoco se enterara de su existencia, por más que esa idea le duela, la acepta.

3650 -𝐁𝐑𝐔𝐍𝐎 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐈𝐆𝐀𝐋 𝐗 𝐋𝐄𝐂𝐓𝐎𝐑𝐀-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora