𝙻𝚘𝚜𝚝 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜

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Gon, el único hijo de la prestigiosa detective Fruck, nació con un objetivo.

Atrapar y destruir a la familia de asesinos Zoldyck.

¿Cómo es que él formaba parte de este plan?

Fruck escuchó los rumores de que la familia Zoldyck planeaba tener un hijo, este niño en camino era especial, sería el cabecilla de la futura generación de asesinos.

La detective conseguiría un hijo, y así dió inicio a su plan de años. Un plan que debía funcionar sin lugar a dudas.

Gon era la reina del tablero.

Su entrenamiento empezó a la corta edad de 3 años. Y Gon aprendió algo que jamás debió, aprendió a mentir con tal inocencia que nadie podría leerlo ni saber lo que pasaba por su mente.

También aprendió a controlar sus pensamientos y emociones.

La mayor parte del tiempo que no entrenaba lo pasaba en casa de su tía, Mito.

Ante la gente era un niño que perdió a su madre y vivía bajo el cuidado de su tía y padre mayormente ausente.

Esa tarde soleada en el parque todo fue planeado, y el momento en que Gon conoció al albino Zoldyck supo que algo andaba mal.

Su madre dijo que era un asesino malo y despiadado.

Pero Killua se veía tan puro y triste como un copo de nieve.

El plan era sencillo, crearía una amistad inquebrantable con el ojiazul.

Eso hizo.

Pero, Gon realmente quería a Killua, realmente se volvió su amigo.

Y bajó la guardia incluso más pronto que su objetivo.

Porque la naturaleza de Gon le permitía confiar, sentía una espina en el corazón al saber que su amistad se forjó por los motivos equivocados.

—Gon, ¿Cómo ha progresado tu amistad con Zoldyck?— era una de las pocas veces en que ella lo visitaba fuera de los entrenamientos. Era un subordinado dando su informe mensual.

—Aún no es suficiente, Killua no confía en mí en su totalidad— mintió.

Ella da un sorbo a su café y suspira, coloca la taza en la pequeña mesa de madera, suavemente se levanta de la silla y con un aura que pretendía ser maternal se acercó a su primogénito.

—Hijo mío, realmente sé que eres capaz— besa su frente con dulzura —Espero no quedar decepcionada en mi próxima visita, no olvides que mamá te ama— un abraza carente de calor al que el niño se aferra a esa fugaz posibilidad de que su madre por amor lo dejaría retirarse de la misión.

Fruck toma su bolso y se retira, dejando al Freecss con un lío de pensamientos.

No entiende lo que debería hacer.

Killua no es malo, sabe que jamás haría algo para lastimarlo.

¿Pero él? Solo lo usaba para la misión.

Trató de enfriar su mente en varias ocasiones, pero hubo una en la que finalmente envió todo al infierno.

Un cálido crepúsculo, miles de estrellas observando únicamente a los dos protagonistas de la escena, un niño de cabello negro y un magnífico ángel bajo la luna, la vista para Gon era preciosa. Amaba cuando aquel satélite natural parecía iluminar únicamente a su amigo. Killua Zoldyck era celestial ante él en esta clase de momentos.

Absorto en pensamientos abstractos, su mirada perdida azulada solía iluminarse.

De vez en cuando miraba a su amigo de reojo para admirarlo, no había nada de extraño con eso entre dos mejores amigos, ¿verdad?.

𝗔 𝗠𝗔𝗧𝗧𝗘𝗥 𝗢𝗙 𝗣𝗘𝗥𝗦𝗣𝗘𝗖𝗧𝗜𝗩𝗘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora