Caminabas por el jardín, los rosales, las viñas y los jazmines le daban un olor inigualable al ambiente.
-¡Niños!-
Gritaste llamando a tus hijos, quienes corrieron hacia tí.
Tu hija menor levantó los brazitos, pidiendo que la cargues.
Tu sonreíste y cargaste a tu hija, besando la cabeza de tu pequeño primogénito.
-Papi ya ah vuelto a casa, vamos-
Los niños celebraron.
Te levantaste, con tu hija sobre tu cadera, antes de comenzar a caminar tomando la manito de Deiphos.
-¿Papi trabaja mucho en el consejo?-
Tu sonreíste.
-Si, papi trabaja mucho para que tengamos una vida muy comoda-
El niño sonrío emocionado.
-Cuando sea grande, seré tan fuerte como papi-
Tu sonreíste enternecida, entrando al templo de tu marido.
La sala estaba vacía.
-¿Donde está?-
Pregunto Deiphos confundido.
-¡Mis niños!-
Gritó Dionisio apareciendo detrás de ustedes.
-¡Papá!-
-¡Bapi!-
Gritaron tus hijos.
Tu esposo cargó a su niño, el cual, era idéntico a él.
Besó la frente de Diana, quien estaba riendo tiernamente, y luego abrazó a Deiphos, antes de bajar a los dos al suelo.
-Hola, mi amor-
Te dijo besando tus labios con alegría.
Tus dos hijos hicieron un sonido de repugnancia, haciéndote reír en pleno beso.
Dionisio se separó del beso y miró a sus hijos de reojo, antes de gritar y comenzar a perseguirlos.
Tu te recargaste en el paredón, riendo enternecida.
Aunque Dionsio era un tonto apostador victorioso, era el mejor amigo, padre, y esposo que pudieras haber conseguido.
Y el recordar el pasado era un claro ejemplo de que Dionisio, el hijo de Zeus, nunca perdía sus apuestas.
ESTÁS LEYENDO
𝐃𝐈𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐆𝐑𝐈𝐄𝐆𝐎𝐒 𝐈𝐦𝐚𝐠𝐢𝐧𝐚𝐬
RomanceImaginas con los dioses más bellos de toda la antigüedad🏛.