אחד

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Edén, tierra virgen, con tus extensos bosques, ríos serpenteantes; progenitora de una casta pura, cuna de sus vástagos y seguidores. Gente buena, quienes nunca conocieron la opresión o violencia, cultivaron tu flora, criaron tu fauna.

Edén, ¿qué eres ahora? Ya tus tierras no son verdes, tus animales ahora conocen el miedo y... oh, tu gente amada, que murieron junto a su buen rey, cayendo en las leyes del mundo cruel; porque su segundo cachorro deseoso de poder, es quien ahora gobierna, es emperador y hasta tú, le debes sumisión, respeto.

Apreciarlo ahora, vistiendo la más exquisita seda, cuando en antaño su ropa fue de lino; donde apenas si se ponía una pulsera, ahora está cubierto en oro, joyas preciosas (...) Carismático, orador sin comparación,  movió a su pequeña villa hacia victorias sangrientas, extendió su territorio más allá de lo que cualquier otro forastero llegó a recorrer; su nombre, su casta fue reconocida por reinos gigantescos, extranjeros se sorprendía cuando llegaban y atentos escuchaban al pueblo narrar maravillas del emperador todopoderoso, los príncipes valerosos, los duques de incomparable belleza.

—¡ATENCIÓN, SU ALTEZA IMPERIAL!

Él se muestra magnífico, su sola presencia es prácticamente divina y hace querer a uno postrarse a sus pies, rogando perdón por ser a comparación, algo insignificante.

—¿Acaso has caído en la locura?— pero quién está en su delante no es cualquier sangre mezclada, es de casta igual de pura, su hermano mayor— ¿¡Como te atreves a comprometer a nuestro hermano con un olímpico!? ¿¡COMO TE ATREVES A ENTREGARLO A ESA CORTE PROMISCUA!?— su voz resuena como el rugido de un león, ojos fieros inyectados de enojo cuando tan despreocupado se sienta rodeado de sirvientes—

—Creí que estarías más contento, tu hermano será consorte— hace una mueca disgustado, ignora el hecho de que alguien le este gritando; en cambio, les sonríe complacido a los omegas que vierten más vino de arroz en la copa u ofrecen manjares sobre bandeja de plata, callados y con la mirada siempre abajo ¡como deseaba ir a sus aposentos en el harén!, pero las negociaciones matrimoniales no podría dejarse a manos de cualquiera, ni siquiera de su confiable canciller o perspicaz consejera— irá cuando la corona olímpica lo vea adecuado y a menos que quieras librar nuestra primera guerra contra otro reino, te recomiendo que vayas y pases más tiempo con él— es tan simple—

—Entregas al Omega del Imperio como si fuera uno cualquiera, debería darte vergüenza— quería abalanzarse como el depredador que se asemejaba, Qin desliza la venda de sus ojos con un suspiro cansado, dejando su postura relajada a una de soberbia para regañar como padre al niño desobediente—

—Nuestro hermano ya no es un cachorro, ¿acaso no te has enterado, Leónidas?— tendrían que separarse, la mayoría de sus hermanos se irán del palacio para beneficio del imperio, dominarán a su nombre, consortes principales, titulares, ejercerán mandato en territorios que creen estar seguros de sus deseos, cuando él es rey de reyes y por lo tanto, todo este mundo pertenece a su casta— créeme, estará bien

—Ningún Alfa merece a mis omegas

—Lo sé, pero algunas veces hay que sacrificar para obtener mayores recompensas

De pronto, los omegas presentes empiezan a temblar cuando su ambiente se torna pesado, lágrimas asoman pero muerden fuertemente la lengua para no sollozar o chillar tal como se les habían enseñado. Están soltando sus feromonas, aunque no es que puedan olerlo (pues solo los omegas marcados o sus hermanos pueden saber el aroma) pero ambos Levine quieren un enfrentamiento ahora y lamentablemente ellos estarán en el fuego cruzado.

—Alteza— sin embargo, alguien irrumpe con esa misma postura gloriosa del emperador disipando el ambiente violento, mostrándose ataviado en telas vivaces, joyería lujosa, trayendo consigo tres apuestos príncipes— lamento la interrupción— su rostro parecía esculpido en mármol, bellamente besado por el propio sol a pesar del semblante pétreo—

𝕬𝖒𝖇𝖎𝖈𝖎𝖔́𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora