| 8 parte 2 |

565 98 124
                                    

6 de Junio de 2022

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

6 de Junio de 2022

Dallia se acurrucó entre los brazos de Minah, buscando cobijo por parte de ella. No quería adivinar quién era su "príncipe azul", ni mucho menos lo pretendía. Sin embargo, la chica tenía que pasar ese rato con su novio, Sunoo, que con tan solo el tráiler de la película que vio mientras Heeseung la preparaba, ya estaba asustado. Ella prefirió no verlo, sabía que iba a arrepentirse.

En ese instante y de forma inesperada, Sunghoon bajó por fin del baño, rojo como un tomate. Dallia no quería ni pensarlo, pero lo sabía. Sabía que Sunghoon estaba así por la escenita arriba, estaba totalmente segura de ello y eso le abrumaba.

Ignoró su mirada cuando sus ojos se cruzaron con los de ella por un breve instante, donde decidió dedicarle una corta sonrisa. Su mirada se fue ahora a Ni-ki sin pensarlo. Él también la miraba, pero de una forma más seria, casi indescifrable. Aunque Dallia veía que el rubio miraba también el hueco a su lado. Y en el fondo quería. Deseaba que Ni-ki fuera el príncipe del que habló Minah, que fuera quien la abrazara mientras lo pasaba mal viendo la película y la dejara desviar los ojos y esconder el rostro en su pecho. Lo deseaba más que nada en ese momento, cuando vio que Ni-ki por fin se acercó. Sin embargo, no quería herir a Sunghoon, ni que presenciara aquella escena por muy feliz que estuviera ella de interpretarla.

—Dallia —escuchó que la llamaron repentinamente. Era Minah, que sin ella darse cuenta se había ido escurriendo y alejando de ella, para aproximarse a Sunoo y adoptar con él una pose típica de pareja en el sofá. Estaban abrazados, y Sunoo encima de Minah, mirándola con admiración y acariciando sus labios mientras ella entrelazaba sus dedos con su cabello. Los envidiaba, envidiaba aquella relación tan perfecta—. Ya está aquíííí... —dijo burlona mientras miraba a Riki. Él estaba cada vez más cerca sin que Dallia se diera cuenta de ello. Le lanzó una mala mirada y bufó.

Miró a Riki. Luego a Sunghoon, que los ignoraba (o eso pretendía) sentado de espaldas al ventilador de pie que colocaron.

—¡Empieza la película! —gritó Heeseung tras prepararlo todo, corriendo hacia su lugar sobre la alfombra entre mantas y almohadas, alarmando a la minoría que se asustaba demasiado fácilmente. 

...

Dallia observó a su amiga fanática de las películas de terror. Pero, en efecto, era aún más fanática de Sunoo. Ambos estaban durmiendo abrazados en el único sofá del salón, aunque Sunoo estaba casi cayéndose del sofá, deslizándose poco a poco desde Minah hasta el suelo. 

Ella no pudo evitar sonreír ante la tierna escena, y cuando volvió a mirar a la pantalla, su corazón acelerado por sustos anteriores sufrió otra pequeña crisis momentánea al ver a uno de los protagonistas de la película aparecer muy poco favorecido, muerto en alguna parte de la mansión abandonada en la que se ambientaba la historia. Cualquier cosa servía para alarmarla. Sus ojos eran sensibles ante ese tipo de escenas, por lo que decidió no ver. Esta vez no pudo aguantar, se giró corriendo y tapando sus ojos, y su rostro dio con el pecho de Ni-ki, que estaba ya completamente pegado desde que la vio asustarse con facilidad. Buscaba reconfortarla en caso de que eso pasara. Levantó sus ojos ante la presencia inesperada del japonés, con sus mejillas ardiendo en un tono carmesí perfecto a sus ojos. El corazón se le aceleró ahora por un motivo diferente y quiso contener las ganas de gritar. Cuando lo hacía por la película se reían, pero más de uno iba a mirarla raro en esa ocasión: Sunghoon y el propio Riki.

Sonrió nerviosa, muy nerviosa, y se separó lentamente.

Riki la volvió a acercar a su cuerpo, sosteniéndola con cuidado de la cintura y moviéndola cual marioneta hacia él. Estaba totalmente paralizada y tensa, por lo que no le costó ningún trabajo. La situó entre sus piernas abiertas y la abrazó por detrás. Dallia quiso hacerse, pero en ese momento sus pulmones comenzaron a arder.

—Mejor así, por si te asustas otra vez —musitó con una voz baja y ronca que le hizo sufrir un escalofrío.

Su garganta comenzaba a quemar.
—Gracias... —susurró.

Pero entonces empezó a toser por el picor incesable en la garganta que le llegó. Ni-ki se alarmó al ser conocedor de su enfermedad, y empezó a darle pequeños golpecitos en su espalda sin saber que eso no la ayudaría. Le costaba que los pétalos salieran hacia su garganta y esta comenzaba a picar más y más por la falta de aire. Sentía una presión dolorosa en el pecho y ardor en los pulmones.

Se levantó corriendo y fue hasta arriba, al baño. En ese punto muchos de los chicos estaban ya durmiendo, y los que no, la miraron preocupados, mostrándose comprensivos.

Riki se quedó paralizado por no poder ayudarla.
Y por saber que tenía el hanahaki por alguien que la estaba haciendo sufrir de esa manera mientras él intentaba sanarla.

Dallia corrió escaleras arriba hasta el baño, donde se metió y cerró con un portazo debido a la agonía que la envolvía en ese instante.

Se apoyó con ambas manos en los lados del lavabo y empezó a toser más fuerte, notando que su garganta se rasgaba, sintiendo angustia porque los pétalos empezaban a salir y eso le causaba asco. La textura; el saber que eran flores provenientes de sus pulmones; todo.

Por fin, tosió una última vez al dejar caer aquellas hermosas flores completamente rosas, con las puntas de los pétalos manchadas de ese pigmento rojizo denominado sangre. Para ella, más que sangre era como una muestra de su dolor, y por algo era rojo. Por el amor. A veces le costaba creer que ese líquido recorría sus venas y la mantenía viva, siendo el mismo que adornaba sus flores de cerezo.

Dejó caer un largo suspiro mientras las agarraba, pero se asustó al escuchar la puerta abrirse repentinamente de forma escandalosa. Miró deseando que no fuera Ni-ki y, en efecto, no lo era. Sunghoon se encontraba apoyado en el marco de la puerta, un poco tímido, mirándola comprensivo.

Ella solo sonrió al verle. Sabía que por dentro estaba tan destrozado como ella, por amor, y aunque dolía saber que la culpa era suya, en ese momento solo quería caer en sus brazos, aquellos que Sunghoon abrió para recibirla. Era su mejor amigo, y siempre sabía cuándo necesitaba aquello.

Se entregó a él. La aferró con fuerza y entonces Dallia dejó caer un par de lágrimas.
Y más cuando notó que Sunghoon tosía, y un pequeño pétalo de Mugunghwa se posaba en la cabeza de ella. Él lo agarró y lo tiró por alguna parte del baño, queriendo que Dallia ignorara el momento.
Pero eso solo la hizo sollozar más. Solo sirvió para que Sunghoon diera palmaditas continuas de apoyo en su espalda y para que ella escuchara sus latidos acelerados con el rostro apoyado, esta vez, en su pecho. Para que se sintiera más culpable incluso si sabía que no podía controlar sus sentimientos.

Aquella noche Dallia bajó y optó por irse a dormir, incluso si era de las que mantenían la idea de que en ese tipo de fiestas no se dormía hasta muy tarde. Estaba cansada; agotada por culpa de sus sentimientos contradictorios y la culpabilidad. Por haber descubrido algo que ni se imaginó ni quería.

Y en vez de irse sola como le hubiera gustado, Sunghoon se ofreció solidario a acompañarla y abrazarla en la oscura noche, con la excusa de que tal vez tenía pesadillas por la película que acababan de ver y que, tras su momento en el baño, ya había terminado.
Ambos se acurrucaron bajo unas cuantas mantas finas en el salón de la casa de Minah, contemplando cómo todos ya dormían, menos Jake, Jungwon y Riki. Este último miró interrogante a Dallia, solo que ella no lo vio. Cayó rendida entre los brazos de un Sunghoon que la admiraba nostálgico. Recordaba cuando eran algo más pequeños y ella no tenía esos problemas. Cuando él aún no experimentaba el hanahaki y tenía en mente la posibilidad de terminar con ella.

...

𝐇𝐀𝐍𝐀𝐇𝐀𝐊𝐈 | Ni-ki & Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora