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20 de Abril de 2022

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20 de Abril de 2022

-Deja de ser tan estúpida por favor. -Dallia intentó rebajar la sonrisa en su rostro, que era lo único que me quedaba de las carcajadas anteriores que le provocó Minah, producto de su humor. Aún reía y eso hacía que respirar fuera complicado.

De un momento a otro, notó presión en sus pulmones, y no por falta de aire. De hecho, acababa de tomar una bocanada de este.

Las raíces de los cerezos apretaron de tal manera estos que tosió inmediatamente, con la espalda apoyada en la pared, ahora echó hacia delante. De entre sus labios salieron un par de pétalos rosa palo, esta vez dos.

Los sostuvo entre sus manos, observándolos. Sorprendemente no tenían sangre.
Ella los apreciaba, y por esa misma razón los guardó en una bolsa de plástico en la que anteriormente había llevado su desayuno. Pero siendo sincera consigo misma, hubiera preferido ahogarse por la falta de aire a seguir sufriendo el hanahaki.

-Tira esos malditos pétalos -le aconsejó Minah, sentada en su silla frente a ella. La clase estaba en una guardia porque el profesor no había asistido, y hablaban entre ellos con normalidad. Tan distraídos, que nadie se percató de que Minah se había colado de otra clase, ni de que Dallia acababa de presentar el síntoma más importante del hanahaki.
-No lo entiendes. Crecen de mí, lo mínimo que puedo hacer es guardarlos aunque los recuerdos me den asco. -los apreció, ya dentro de la pequeña bolsa que los comprimía-. Y además, son por él...

Minah sintió pena y rabia. Pena porque sabía lo que era estar enamorada y no se imaginaba tener la mala suerte de no ser correspondida. Rabia porque no entendía cómo Ni-ki no correspondía a su amiga, incluso si lo hacía pero no de la forma correcta. Ella era consciente de que nadie era verdaderamente dueño de sus sentimientos. Manejarlos era casi imposible, aunque posible si se tenía mucha fuerza, pero crearlos no se podía. Ella odiaba pensar que Ni-ki no sentía nada por Dallia cuando a veces se miraban adorándose, cuando él le prestaba atención o se mostraba servicial. Dallia nunca se daba cuenta de esto, pero sucedía.
El único problema era que, como ella bien sabía, si los sentimientos no existían no podía forzarse a tenerlos. Ni siquiera tenía una razón para hacerlo.
Ni-ki no sabía que él era el causante de la enfermedad de una de sus mejores amigas.

A Dallia le dio por mirar a Ni-ki, topándose con su mirada.
Pretendió estar bien con eso. Él ya sabía que tenía el hanahaki, por lo que no debió sorprenderse, ni preguntaría. Pero por dentro moría. No le gustaba verse débil ni que Riki la observara con, probablemente, pena.

Evitó su mirada fingiendo tranquilidad, pretendiendo que los nervios no se habían apoderado de ella. Escondió en su mochila la bolsa y siguió hablando con Minah con normalidad.

De vez en cuando le miraba, y en un momento se encontró con él hablando con un chico que había repetido el último año escolar; Heeseung, que al parecer hizo lo mismo que Minah y entró allí de incógnito.

Ambos se estaban riendo descontroladamente; casi podía escucharse la risa de Ni-ki por encima de todas las voces de alumnos juntas. La de Heeseung era más suave y aguda, Dallia ya la conocía porque tiempo atrás Riki le había invitado a salidas con cada uno de sus amigos. De hecho, algunos eran bastante amigos de ella, como Sunoo, Jake o Sunghoon.

Entonces vio la figura de Sunghoon aparecer como si nada por la puerta abierta del aula. Sus manos estaban en sus bolsillos, y cuando vio a Ni-ki reír quiso acercarse a ellos, pero antes pasó por la mesa de Dallia para saludar.

Tocó los hombros de Minah y la sacudió un poco para molestarla.

-¡Para, hijo de...!
-¡Eh, eh! -Sunghoon subió las manos en señal de inocencia y dirigió sus ojos hacia Dallia-. Mi amor, ¿estás bien?

El tono coqueto y esas palabras viniendo de Sunghoon eran comunes. Se trataban así como amigos y eso hizo que en el rostro de Dallia apareciera una sonrisa momentánea.

-Sí, estoy bien cariño mío. -Dallia se levantó para abrazar a Sunghoon.

Él la recibió sonriente y dio varias palmadas en su espalda.
-En privado niña, que ponemos celosos a tus pretendientes.
-Sí, porque son muchos, ¿no?

Sunghoon rió levemente, una risa entrecortada propia de él, y con un tono sospechoso y malévolo.

Ella se separó inmediatamente y lo miró interrogante con una ceja alzada. Esta vez fue ella quien sacudió sus hombros mientras él se quejaba y reía, intentando separarla sin querer empujarla.

-¡Dime lo que sabes, Park!

Por su ataque de risa decidió soltarlo. Ambos se quedaron riendo descontroladamente y dándose golpecillos en el hombro el uno al otro.

Dallia desvió la mirada hacia Riki mientras seguía riendo, prácticamente llorando de la risa. Lo vio tierno, mirándolos serio, pero aún así tierno. En su mejilla llevaba pegado un post-it amarillo y por sus prendas otros papeles de colores. Él intentaba sonreír aunque parecía molesto y avergonzado, y Heeseung reía intentando hacerle fotos.

Dallia suspiró y volvió a mirar a Sunghoon. En ese momento, ambos tosieron a la vez.
Ella notó lo de siempre. Que moría por un momento porque sus pulmones no soportaban la presión y el aire era nulo, sumando a esto el dolor adicional de la enfermedad.

Se puso las manos frente a la boca y tosió su tercer pétalo del día. Apenas se preocupaba.
Pero entonces vio que Sunghoon había hecho lo mismo. Frente a ella, el pelinegro sostenía entre sus manos un pétalo de Mugunghwa, una típica flor de Corea del Sur. Y ella, como siempre, la característica flor Japonesa.

Ambos se miraron completamente extrañados. Ella a él lo observaba mucho más curiosa, pues Sunghoon ya se había imaginado antes que a su amiga el hanahaki le atacaría. Aunque no podía entender cómo Ni-ki no la correspondía.

...

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𝐇𝐀𝐍𝐀𝐇𝐀𝐊𝐈 | Ni-ki & Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora