Leon S. Kennedy ha entregado, por fin, el chip que obtuvo de Shen May al presidente Graham, quien inmediatamente decide confiar en él, y sólo en él, para guardar el secreto de lo que este contiene. Sin embargo, el presidente pronto se da cuenta de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
«Estoy embarazada».
Aquella frase resonó en la mente de Leon una y otra vez, llenándolo todo, abarrotándola. No sabía si seguía de pie, si se había caído, o si su pecho aún respiraba. Sólo, que no podía dejar de mirar a su esposa fijamente, atrapado en un bucle emocional que lo aislaba del resto del mundo, por completo.
—Leon...
Ante la mirada atónita de Chris, Claire se puso en pie, cruzó el cuarto hasta alcanzar a su marido y acarició su mejilla, con un gesto suave.
—¿Leon...?
Él continuó mirándola como si no la reconociese, con una sonrisa enorme en los labios y con cara de tonto.
Sintió un tacto cálido, cuando la pelirroja se abrazó a él, apoyando la cabeza en su pecho. Y sus brazos tomaron las riendas de su ser, para envolverla en un abrazo posesivo, enamorado y reverente.
—¿No vas a decirme nada? —escuchó la súplica femenina, suave y anhelante.
—Tengo tanto que decir que no sé por dónde empezar —afirmó, sonriente, con la voz rota por la emoción.
Soltó una risa nerviosa, intentando serenarse.
—¿Eso también fue mentira? —Chris les reprochó, clavando en ambos una mirada furiosa.
Inmediatamente, Leon envolvió a su esposa aún más entre sus brazos, protector. Y dedicó a su cuñado una mirada de advertencia.
—Ahora, es verdad —dijo sin más, tajante.
A su espalda, el moreno escuchó un sollozo proveniente de su rubia compañera y, sintiéndose acorralado, hizo un gesto de negación con la cabeza, vehemente. Y salió de la sala.
—Estáis todos locos —afirmó con frustración, antes de marchase.
—Gracias —Leon musitó al oído de Claire, aún presa de la emoción.
—Mi hermano se ha enfadado de verdad... —se lamentó, abatida.
—Te dije que, con él, sería complicado. Chris es un poco... lineal, me temo. Pero entenderá y aceptará. Además, lo necesito conmigo, aquí y ahora. Tenemos que marcharnos —insistió, retomando su actitud como agente—. Voy a por él.
—Yo me encargo —Sherry le aseguró, decidida—. Tú, haz lo que tengas que hacer.
Por un momento, el rubio enarcó una ceja, mirándola dubitativo. Pero luego asintió con la cabeza. Y ella salió rápidamente de la sala, en pos del moreno.
—Adrien, tú y yo tenemos una complexión parecida —dijo a su amigo, reclamando toda su atención—. Yo soy un poco más alto que tú, pero eso no será ningún problema. Vamos a jugar esa baza —le informó.
—¿De qué se trata? —el mayor quiso saber, preocupado.
—Vamos a desaparecer todos de este lugar, como si se nos hubiera tragado la tierra. El único modo de que Ada pierda tu pista, es que nadie sea capaz de ofrecérsela de nuevo —afirmó, decidido—. Estoy esperando información de la Casa Blanca y, según lo que me confirmen, procederemos de un modo o de otro.