Leon terminó de quitarse el traje de protección térmica que había evitado la mayoría de abrasiones, pero no todas. El cuerpo le dolía como un demonio por los golpes y quemaduras; miró a Chris y se dio cuenta de que el excapitán estaba en su misma situación.
—¿General Hamilton? —lo llamó a través de su comunicador.
—¡Victoria! —gritó enardecido— ¡Hijo! ¡Estás vivo! ¿Redfield también? —el hombre preguntó aliviado de inmediato.
—Afirmativo, señor. ¿Podemos retirarnos? Tenemos asuntos que atender.
—¡Por supuesto que sí! Dejadnos a nosotros toda la tarea de limpieza, desescombro y reconstrucción.
—Sentimos el destrozo —se disculpó con voz seria.
—Déjate de destrozos; habéis salvado vidas, Kennedy. Déjalo todo de mi cuenta, ¿entendido?
—Gracias, general. Ya sabe dónde encontrarnos.
—Descansad —le mandó satisfecho, y cortó la comunicación.
—Retirada —él ordenó al resto de su unidad, de la que había comprobado que todos habían salido con bien.
Chris llevaba un brazo roto y, viendo que él cojeaba, lo ayudó a caminar cogiéndolo con el otro brazo. Ambos respiraron tranquilos al darse cuenta de que la estructura subterránea que albergaba el laboratorio de Adrien y Rebecca había resistido. Pero la cara les cambió por completo cuando vieron la puerta de entrada reventada.
—¿Qué cojones ha pasado aquí? —Chris preguntó alarmado.
Habría querido correr dentro, pero el paso cojeante de Leon, quien apenas podía apoyar el pie, se lo impidió. Los dos traspasaron el hueco destrozado de la puerta con el corazón en un puño. No parecía haber dentro más rastro de violencia y tampoco encontraron a nadie. Recorrieron estancia por estancia cada vez más angustiados, hasta que por fin hallaron una habitación con camillas habilitada a modo de hospital.
En una de estas, Patrick estaba sentado masajeándose el cuello; parecía mareado. Y en otra estaba Piers, quien parecía descansar dormido. Al verlos, el moreno les sonrió de un modo lastimero.
—No hemos podido evitar que entrara —les pidió perdón avergonzado.
—Que entrara, ¿quién? —Chris preguntó de inmediato temiendo lo peor.
—¿Quién, Patrick? —Leon insistió al ver que el hombre dudaba en responder por temor a sus represalias.
—Tu esposa ha dicho que es un tal Albert Wesker.
Ambos hombres se miraron completamente en alerta.
—¿Dónde está? —el rubio preguntó dispuesto a hacerle frente fuera como fuera.
—Ha escapado. Vuestras mujeres lo han puesto a raya —respondió con una leve sonrisa.
Los dos se miraron completamente atónitos. ¿Claire y Sherry habían hecho huir con el rabo entre las piernas al demonio más temible de la historia del bioterrorismo? Si ellos habían recibido una buena paliza cada vez que lo habían enfrentado...
—Ay, dios... ¿Dónde están ellas? —Chris preguntó a la desesperada.
—Claire está en el laboratorio interior. Y Sherry... ella está siendo operada a vida o muerte por Adrien asistido por Rebecca; su arteria femoral de la pierna derecha ha sido seccionada por un enorme cristal que se le ha clavado y él está intentando salvarla a la desesperada.
Miró al excapitán angustiado sintiéndose culpable.
—Ay, dios... —él repitió con manos temblorosas y a punto de ponerse a llorar.
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R̴E̴S̴I̴D̴E̴N̴T̴ ̴E̴V̴I̴L̴ ̴-̴ ̴R̴E̴D̴E̴N̴C̴I̴Ó̴N̴
FanfictionLeon S. Kennedy ha entregado, por fin, el chip que obtuvo de Shen May al presidente Graham, quien inmediatamente decide confiar en él, y sólo en él, para guardar el secreto de lo que este contiene. Sin embargo, el presidente pronto se da cuenta de...