El contrato que cierra todos los contratos

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"Señor", Zhongli se giró a mirar al guardia que se situaba en el lateral del portón. "Su Alteza Real la Zarina indica que puede pasar."

"Gracias", hizo una leve inclinación hacia el guardia como agradecimiento.

Los portones empezaron a crujir al abrirse. Eran altos, resaltando el alto techo del palacio de Snezhnaya. Una edificación excesiva para Zhongli, el Arconte Geo, que estaba más acostumbrado a los techos bajos y colores cálidos. Entre los portones se colocaba la luz fría del salón del trono y a lo lejos se podía vislumbrar la silueta de la Zarina, o como la conocía Zhongli, Sitri. A todos los arcontes se les asignaba un nombre de demonio al ascender a Celestia, por lo que él estaba acostumbrado a llamar a la Arconte Cryo de esta manera.

Zhongli empezó a caminar dirección a la Zarina. Sus pasos lentos pero seguros resonaban en el enorme salón. Desde que ascendió a Celestia, la Arconte Cryo siempre había sido la más cercana y amable de todos. Al fin y al cabo, se la conocía como la Diosa del Amor. No mucho más tarde empezó a crear su propio ejército, los Fatui y se distanció de Los Siete. Rumores y polémica se empezaron a asociar entorno a la Arconte y sus decisiones. Mucha gente pensaba que se había vuelto malvada, otros, en cambio, defendían que no mataba sin razones. Él mismo había visto actuaciones por parte de los Fatui que no le habían agradado pero, ¿quién era él para juzgar? De hecho, el motivo de su visita era para, de alguna manera, apoyar esta causa contra el Orden Celestial.

"Morax", saludó la Zarina.

"Sitri. Puedes llamarme Zhongli", se presentó el Arconte Geo. Con esta forma humana no se sentía identificado con Morax, sobre todo con sus acciones del pasado durante la Guerra de Arcontes.

"Con que Zhongli te haces llamar hoy en día", Sitri sonrió a Zhongli. "Hace muchos años que no coincidíamos. Dime, ¿a qué debo este honor?"

"Quiero negociar un contrato", explicó Zhongli.

"Oh, ya veo. No has cambiado nada, viejo amigo", Sitri no esperaba menos del Dios de los Contratos. No es que Zhongli le dedicase una visita de tiempo en tiempo, si estaba ahí era para hacer negociaciones sin duda alguna. "Adelante", le instó a proseguir aunque tenía una idea en torno a qué podía ser. Los Fatui tenían una gran línea de espías, no había nada que escapase del Palacio de Snezhnaya, pero aunque Zhongli no contase con un ejército de tal alcance tampoco se le escapaban los rumores.

"Sé que pretendes rebelarte contra Celestia y por ello quieres conseguir todas las Gnosis. Te propongo intercambiar tu ayuda y protección por mi Gnosis", comentó Zhongli con su postura calmada y segura, como de costumbre.

"Tan inteligente como siempre, Morax. Cuéntame, ¿de qué se trata?", Sitri estaba realmente expectante. Morax llevaba guiando su nación, Liyue, más de 3000 años. En todo ese tiempo, él ha sido capaz de proteger a su pueblo de grandes conflictos, tales como la conocida Guerra de los Arcontes, no es que necesitase ayuda alguna.

"Un día lluvioso estaba paseando por el Puerto de Liyue y escuché a un comerciante decir a uno de sus trabajadores: Has terminado tu deber, vete y disfruta del día. No pude evitar quedarme entre el gentío, pensando ¿y yo... he cumplido mi deber?. Durante mi vida he cerrado muchos contratos pero se podría decir que sólo hay uno que a día de hoy sigue en curso: el contrato con Celestia, presidir sobre Liyue. No obstante, desde la Guerra de los Arcontes, Liyue pertenece a su gente. El tiempo de los Adepti se está acabando y la humanidad está tomando poder progresivamente. Las Siete Estrellas de Liyue Qixing están plenamente preparadas para ello. Y, por lo tanto, tiene que ser el fin de Rex Lapis. Para ello, esta negociación será el contrato que cierra todos los contratos."

Zhongli permanecía sereno, explicando todo detenidamente. La Zarina estaba atenta a todas y cada una de sus palabras. Siempre había admirado a Morax. Aunque se le conociese por su fuerza en el combate, durante estos últimos años había demostrado no sólo poseer esta cualidad. Había sabido transmitir su conocimiento para que prosperase la civilización de Liyue, destacando sobre las naciones de Teyvat. Para ella, era digno de admirar este cambio: cómo a pesar de su longevidad y su reputación de bruto y cabeza de ladrillo, ha trabajado por evolucionar y mejorar, delegando poder sobre los mortales. De alguna manera, el Arconte Geo se había dado cuenta de que los dioses no son superiores por ello.

Divinidad en lo mortal | Childe x ZhongliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora