Embargo en la Casa de Té Yungsheng

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Era una mañana ajetreada en el Banco del Reino del Norte. Se había extendido el rumor de haber visto al mismísimo 11º Harbinger ebrio la noche anterior. Algunos decían que le habían visto llegar con una sonrisa de oreja a oreja y las mejillas color carmesí intenso. Otros resaltaban que incluso había olvidado ponerse su chaqueta, donde mostraba sus insignias.

Childe despertó de muy buen humor aunque tuviese un montón de cosas qué hacer para cumplir con la voluntad de la Zarina. Era otro día que tendría que cortar el rollo a sus compañeros Fatui.

Al contrario al otro día, pudo escuchar un murmullo de la oficina de los recaudadores de deudas y en cuanto se acercó a la puerta se creó un silencio hasta que se rompió con un sonoro, "Buenos días, Señor." En teoría era la situación normal pero Childe nunca se había impuesto de esa manera y le pareció sospechoso que se detuviera la conversación en cuanto alguien pudiese haber advertido que se acercaba. Decidió no comentar nada para no darle importancia y llamó a Javert a su despacho.

"Javert, sobre el asunto de la casa de té Yungsheng, ¿cómo está la situación?", preguntó Tartaglia.

"Señor, han aumentado la deuda en un millón de Mora", informó Javert.

"¿Se sabe a qué es debido? ¿En qué han invertido esa cantidad?". Debían estar muy seguros de que ese Sello de Permiso estaba creado por el mismísimo Rex Lapis cómo para aumentar el pago a tal cantidad.

"La finalidad no se ha informado en la documentación, Señor", respondió Javert nervioso.

"Oh, interesante", respondió Tartaglia. "Me pasaré a comprobar los movimientos." Se dirigió a la ventana para mirar hacia el puente de madera que conducía a la Casa de Té.

"Señor, ¿de verdad necesita supervisar una tarea tan trivial?", preguntó el agente preocupado. Se le notó un tono nervioso al mismo tiempo.

"Tranquilo, también... tengo otros asuntos que atender", le respondió Tartaglia con una sonrisa. El agente pudo sentirse un escalofrío que viajó por toda su columna vertebral.

Desde la ventana Tartaglia había visto que en la terraza no había ningún guardaespaldas, así que se dirigió con Javert hacia la parte de atrás para trepar por este lateral y escabullirse en el edificio

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Desde la ventana Tartaglia había visto que en la terraza no había ningún guardaespaldas, así que se dirigió con Javert hacia la parte de atrás para trepar por este lateral y escabullirse en el edificio. Con la cantidad de deuda que tenían, Childe estaba seguro de que si conseguían entrar por la puerta el dueño se negaría a atenderles. Por lo que la forma más directa era entrar a su salón, auto invitándose.

El salón estaba oscuro, no había nadie. Tartaglia hizo un gesto al agente para colocarse en la pared del otro extremo de la puerta, donde habían un par de sillas. Estarían más ocultos de esta manera si alguien pasaba a otra estancia.

Estuvieron esperando un rato hasta que Childe decidió sentarse a esperar tranquilamente. Cruzó una pierna sobre su rodilla y apoyó el semblante sobre una mano mientras con la otra empezó a picotear con los dedos sobre la pierna. Javert se quedó a su espalda, rígido. De vez en cuando dirigía una mirada de reojo al Harbinger.

Divinidad en lo mortal | Childe x ZhongliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora