5. La venganza

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Después del sepelio tuvimos varias visitas de los putchipü de la familia Epieyu. Rechazamos a los  dos primeros palabreros pero recibimos al tercero por qué era  un amigo cercano de nuestro padre que vino a interceder por aquella familia. No permitimos que Wasashi estuviese presente en aquella reunión, ya que  él aún estaba muy dolido por la perdida de su hijo, podría cometer la locura de matarlos a todos.

El putchipü tenía mucha experiencia en arreglar problemas. Comenzó con el típico saludo, dio un excelente discurso sobre la importancia de  mantener la paz entre las familias y de evitar los derramamientos de sangre, luego llegó a la explicación de los hechos:

—Estamos aquí porqué la familia Epieyu no quiere mantener una enemistad con ustedes. Ellos lamentan mucho la muerte del joven, nunca tuvieron la intención de derramar sangres, aquel acto de cobardía fue por un impulso de uno de sus sobrinos que actuó por efectos del alcohol.

—Así dicen muchos después de actuar para  lograr su satisfacción personal. Nosotros no queremos ningún arreglo. No insistan más.

—Pueden pedir lo que quieran, ellos están dispuestos a pagar lo que deseen, ya sea cualquier cantidad. Solo tienen que decir cuánto es lo que quieren…

¡Plum!

Un fuerte golpe en una de las mesas nos interrumpió, todos volteamos a mirar. Era mi hermano Wasashi que llego de sorpresa, no le dijimos de la reunión porque temíamos de su reacción.
Nos miró con unos ojos oscuros con sed de venganza, se sentó a nuestra derecha, miró seriamente al palabrero y luego habló con un tono de voz cortante:

—Pueden pagar todos los millones que quieran, dar todas las cabezas de ganado, llenarnos con todas las joyas de la Guajira pero eso jamás va resucitar a mi hijo. La única manera de arreglar este problema es que mi primogénito se siente nuevamente al lado de nosotros. ¡Diles eso!

Todo ya estaba dicho con esas palabras. El putchipü se fue a darle la mala noticia a esa gente.

Durante los siguientes días Wasashi nos recordaba a cada instante la perdida de su primogénito. No soportamos ver su agonía y sed de venganza. En varias ocasiones nos llamó cobardes por no haber actuado el mismo día del asesinato de su hijo. Por lo tanto acordamos  hacerlo el día del cumple mes siendo el momento en que nosotros supuestamente deberíamos de estar reunidos con nuestros familiares.

Llegó aquel maldito día, la fecha pautada para cobrar venganza; esperamos que se hiciera de noche, había mucho frío, un trago de chirrinchi nos calentó un poco, luego fuimos todos armados con fusiles, nuestros corazones estaban envueltos en la oscuridad pura, deseábamos que ellos llorarán mucho más que nuestros familiares, nos reventaba el corazón al escuchar  los llantos desgarradores de nuestras mujeres por  la perdida de mi sobrino. Nadie merecía una muerte a tan temprana edad. ¡Esos desgraciados tenían que pagar lo que nos hicieron!

Llegamos como 11pm a una de las casas de los Epieyu, eran solo parientes de los que mataron a mi sobrino , escogimos a los más juiciosos y trabajadores de esa familia, los que nunca estaban armados, esta elección fue hecha para  que su familia sufriera más por sus muertes.

Entramos de forma sigilosa para conseguirlos indefensos. Encontramos a  tres hombres durmiendo en chinchorros debajo de  la enramada, golpeamos sus chinchorros asustándolos, estos parecían unos roedores acorralados.

Como a su familia le gustaba asesinar a los jóvenes desalmados no les dimos ninguna oportunidad de defenderse, la explosión del primer disparo rompió el silencio de la noche, sin ningún tipo de compasión matamos a uno allí mismo, la tierra seca se tiñó de sangre, su cuerpo expiró al instante, pude ver en la mirada de mi hermano Wasashi una enorme satisfacción, los gritos de terror de una jovencita  reinaba en el ambiente , y los otros dos  hombres se fueron corriendo para intentar salvar sus vidas, Ka'laira corrió detrás de uno, era el más rápido entre nosotros,  le dio alcance a unos cuantos metros de la casa y le quitó la vida con un solo tiro en la espalda.

Corrí detrás del otro pero era muy rápido, así que le apunté a la distancia para que no se me escapara: ¡Pum! El fuerte sonido del tiro me ensordeció por unos segundos, un cuerpo cayó al suelo, ¡Maldita sea! ...mis manos estaban temblorosas...no podía creer lo que había hecho...Era una mujer que se interpuso y murió en su lugar, Wasashi se dio cuenta de mi error y  disparó dándole al hombre que esta vez quedó tendido en la tierra.

El sacrificio de esa mujer no valió la pena, con su muerte no logró salvar a su hermano, pero con su muerte nos condenó por la eternidad. Ella nunca debió morir, jamás quise asesinar a una mujer, ahora tenía las manos teñidas de sangre, una sangre que nos maldijo.

Las mujeres lloraban a cántaros y nos maldecían lanzando cenizas entre sus piernas, sus miradas eran tan aterradoras, estaban cargadas de un odio absoluto:

–Shikeenu jayatta jokoma müin sa'in jattirüin tawalayuu…(Ustedes también serán devorados por los gusanos así como acabaron con mis hermanos...)

No les préstamos atención a sus palabras, echamos varios tiros al aire libre para auyentarlas como a las alimañas, en ese instante no estábamos consciente de las consecuencias de nuestros actos, solo queríamos venganza. No conforme con eso le roseamos gasolina a sus casas y lo quemamos  con todas sus pertenencias para que más nunca puedan levantar raíces en aquel lugar y para culminar con nuestra venganza arreamos a sus animales entre vacas y chivos muy lejos de allí. Fui así como llegamos a este lugar que anteriormente pertenecía a la comunidad de Kalenama’ana, donde nunca antes se escuchaba ningún toque de kaasha hasta que pisamos sus tierras.

 Fui así como llegamos a este lugar que anteriormente pertenecía a la comunidad de Kalenama’ana, donde nunca antes se escuchaba ningún toque de kaasha hasta que pisamos sus tierras

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