3. Hurto

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Antes de trabajar con mis hermanos tenía mucha curiosidad por conocer el tipo de oficio que les producía tan buenas ganancias.

Al fin había llegado ese momento... aquella noche el viento soplaba muy fuerte, se escuchaba como unos silbidos por el contacto con las hojas de los árboles. El frío me penetraba hasta los huesos. Bebí a pecho varios tragos de chirrinchi para obtener algo de calor y valentía para continuar.

Me fui con mis hermanos hacia los terrenos de la familia Epieyu, fuimos liderados por Wasashi, caminamos en plena oscuridad como si fuéramos el mismísimo Yoluja, la luna no salió aquella noche, no quería ser testigo de nuestros actos, todos andábamos armados, aunque no me explicaron con exactitud en que consistía nuestro trabajo, andaba con ellos como un miembro más del grupo, no quería ser un aguafiestas.

Llegamos a ese lugar irrumpiendo sin permiso como si todo fuera nuestro, arreamos fuera del corral a 30 vacas, solo salió un muchacho gritando a nuestro encuentro, pero uno de mis hermanos lo golpeó y los otros lo amarraron, ellos tenían todo fríamente calculado, sabían muy bien que esa noche estaría solo aquel chico.

La noche era tan oscura que ni siquiera el muchacho nos pudo identificar, el pobre lloraba rogando por su vida y ellos se rieron burlándose de su cobardía. No me gustó descubrir y ver con mis propios ojos en lo que ellos estaban metidos, pero no dije nada para no parecer débil solo les seguí la corriente.

Condujimos a las vacas muy lejos de allí, a los días mis hermanos vendieron esos animales y se repartieron el dinero de la ganancia, me tocó una muy buena cantidad.

Por esta razón ellos no sacrificaban ni vendían a sus propios animales, con lo que sacaban de ese negocio podían mantenerse durante un buen tiempo y lo derrochaban en lo que sea.

Utilicé el dinero obtenido para complacer a mi mujer e hijos. Ellos estaban muy contentos con los regalos que les compré.

A los días llegaron varios hombres a la casa de mi hermano mayor Wasashi, era el más bravo de todos nosotros, no se dejaba intimidar de nadie por eso mismo le pusieron ese nombre, realmente se parecía a un león.

Esa familia quería arreglar el asunto. Nunca quisieron tener enemigos.

Pisaron nuestras tierras un domingo a primera hora, el putchipü siguió con el protocolo acostumbrado con los saludos y presentaciones, luego habló del problema:

—Estamos aquí porqué les robaron unas vacas a los Epieyu.

—¿Y que tiene que ver eso con nosotros? También tenemos animales, no necesitamos agarrar la de otros. —Mi hermano se mostraba muy calmado como si realmente no tuviéramos nada que ver con ese robo.

—No queremos acusarlos pero tenemos pruebas de que fueron ustedes. —El hombre se mostró con un fuerte semblante, tenía mucha seguridad en sus palabras. No se dejó intimidar por Wasashi.

—Si nos están acusando de un robo y esas pruebas no son suficientes cobraré por la ofensa. ¡Les costará muy caro esta falta!. —frunció su ceño mientras miró sin parpadear al putchipü.

—Si no tuviéramos esas pruebas no estuviésemos aquí. Sabemos muy bien sobre las consecuencias de acusar a alguien sin fundamento pero en este caso estamos muy seguros de que fueron sus hermanos los que violentaron el corral de los Epieyu para llevarse a esos animales.

—¿Y cuáles son esas pruebas?¡Díganme...!—Se levantó de su silla para mirar hacia el horizonte mientras se tocaba la barbilla.

—En primer lugar fueron las huellas, las seguimos y esas salieron de la casa de su hermano Ka'laira, la segunda y más importante es que tengo un testigo, el señor que compró las vacas reconoció a su otro hermano el que aparentemente es muy decente , el tal Ruwencho.

—Aaaah...entonces si ese sapo es tan guapo que se la pasa reconociendo rostros ajenos que se venga hasta acá a decirme eso en mi cara. —Su molestia se reflejaba en su rostro que ya no era tan apacible.

—¡No queremos incluir a más familias en este problema! Solo exigimos que nos den el doble de lo que se llevaron de ese corral.

—Ja ja ja...sigan esperando. —Sus ojos brillaban con malicia sin ningún tipo de remordimiento.

—¿Entonces no quieren arreglar? ¿Están dispuestos a tener enemigos?

—No le tenemos miedo a nada ni a nadie. Aquí estamos para lo que sea. —Mi hermano llamó a su mujer —¡Kalouna , acompaña a estos hombres hasta el portón antes de que me altere más! —Sacó de su cinturón una pistola , lo puso a la altura de su rostro mirándolo fijamente luego le sopló en la punta haciéndolo silbar como indicio de que el armamento estaba cargado.

Los hombres se fueron indignados y muy ofendidos por la humillación que les hicieron.

Los miembros mayores del clan Epieyu solo se resignaron esperando que más adelante se hiciera justicia pero los más jóvenes quedaron muy resentidos por lo que le hicieron a su familia.

Uno de ellos él más alzado, pensaba para si mismo mientras se bebía un trago de chirrinchi a la vez que observaba de lejos a sus tíos:

—Ese Wasashi se arrepentirá por sus palabras...le daré donde más le duele. A ver si para la próxima sigue robando y amenazando gente...

Otro trago fue cómplice de ese pensamiento.

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Traducción de algunas palabras:

Epieyu: clan wayuu.

Wasashi: león, utilizado como nombre masculino.

Ka'laira: tigre, utilizado como nombre masculino.

Ruwencho: Ruben.

Kalouna: Carlota.

Kalouna: Carlota

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