Capítulo 4

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Nos encontrábamos en la casa de los Halls festejando. Mamá preparo un pastel de vainilla con fresas el cual se ve delicioso y todos estamos ansiosos de que Elena parta el pastel.

Al terminar de cantar, aplaudimos. La señora Angie y mi madre, comenzaron a repartir trozos de pastel y los niños nos fuimos a sentar en las pequeñas sillas mientras que los adultos charlaban entre ellos.

—Amo los dulces de tu mamá. — me dijo Theo entre bocados que se mete a la boca. —Iré por más. — salto de su asiento y corrió hacia su madre.

Mis ojos buscaron a Elena, la encontré riendo con sus amigas mientras comen pastel. Quería pararme e ir a tomarle la mano, pero no quería hacerla sentir incomoda.

Suspire.

Solo tengo 9 años y ya estoy de rodillas por una chica.

Escuche el timbre de la casa, pero nadie se movió, todos estaban en su propio mundo y ya que tiene rato sonando. Me levante y camine por el pasillo que lleva a la puerta.

Miré hacia atrás, por si algún adulto venía a abrir la puerta, pero ya que nadie apareció, la abrí yo. Cuando alcé mi cabeza, me encontré con un hombre. Su cabello es color chocolate y cuando agacho la cabeza, pude ver sus ojos color grises.

Como los de mi mamá y los míos.

—Hola. – me saludo con una sonrisa agradable.

—¿Eres amigo de la señora Angie? ­— pregunte al no reconocerlo. No era del vecindario y tampoco uno de los padres que suelo ver en la salida de la escuela.

—Eh... sí. — incline mi cabeza a un lado. —Si, soy un amigo. – repitió con más seguridad.

—Hum, iré a...

—¿Un invitado? — me gire al escuchar la voz de la señora Angie, al acercarse se detuvo y nos miró alternativamente. —Oh, ¿tú eres?

Mire al hombre, él solo asintió ligeramente y la señora Angie giro sobre sus talones para regresar al patio.

—Jay, espera un momento.

La mire alejarse, no sé qué ocurre, pero ya que no me dijo que este hombre es peligroso, me quede.

—¿Quieres pastel? — le pregunte, alzando mi plato con una pequeña rebanada.

—No, disfrútala... Jay. — encogí los hombros y con los dedos me metí el ultimo trozo de pastel.

—Te lo perdiste, mi mamá lo hizo.

—¿A sí? — asentí, orgulloso.

—Si, mi mamá es muy buena. Sus postres son los mejores del mundo. — presumí.

—No lo dudo. — conteste y rio ligeramente. —¿Quieres mucho a tu mamá, Jay?

—La amo. — sonrió y me miro con un brillo cálido.

—Jay. — gire al escuchar la voz de mi madre llamarme.

—Mamá. — corrí a ella y abrace sus piernas, mi madre acaricio mi cabeza y se inclinó para besar mi frente.

Su cabeza se alzó, miro hacia la entrada donde el hombre espera. Escuche como el aire salía de su boca lentamente y mire sus ojos cristalizarse. Se puso de pie y paso de largo, yo solo mire su espalda acercarse al hombre con los brazos abiertos y saltar a él.

¿Quién es?

La señora Angie me tomo de los hombros y yo alce la cabeza, me mira con una sonrisa y de sus ojos cae una lagrima.

—Elena te está buscando, Jay. — sonreí y miré hacia mi madre. —Es un amigo, no pasa nada.

Confié en sus palabras y me dirigí al patio donde se lleva a cabo la fiesta de cumpleaños de Elena. Al verme, se acercó a mí y tomo mi mano.

La flor más hermosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora