Capítulo 33

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El tapete de la entrada, el color de las paredes, los muebles, la decoración e incluso el piso. Todo ha sido completamente modificado que no se siente como el lugar que fue mi querido hogar y eso ha ayudado a que mis nervios se hayan aflojada.

—Por aquí, dejemos las bolsas en la cocina. — seguí la espalda de la mujer y aprovechando que no me observa continue echándole un vistazo al interior de la casa.

Sabía que para llegar a la cocina tendríamos que pasar por el comedor y esta vez no hubo interferencia, detuve mi caminar frente a la mesa ante un recuerdo de mi madre dejar sobre la mesa un gran pastel de chocolate mientras me canta feliz cumpleaños.

Solo cuando se trataba de mi cumpleaños podía preparar dulces sin tener que hacerlo a escondidas de mi padre. Y a pesar de que mi padre también es parte de ese recuerdo, él no canta, solo está sentado a dos sillas de donde me encuentro observándome con una muy pequeña sonrisa.

También solo cuando era mi cumpleaños llegaba temprano a casa y se permitía pasar más de una hora con nosotros. Algunas veces salíamos a festejar a algún lugar que yo escogiera y otras veces nos sentábamos los tres en el sofá y mirábamos una película que yo escogiera.

Puede que mi padre no mostrara cariño, pero sabía que nos quería. Yo lo sabía y mi madre también, eso era todo lo que importaba.

Dejando el recuerdo atrás, me apresure a alcanzar la espalda de la mujer la cual ya estaba entrando a la cocina, y justo cuando se giró yo logre entrar también. Me pidió que dejara las bolsas sobre la repisa e imite su acción de sacar las cosas de las bolsas.

—Por cierto, mi nombre es Maggie. — alce la cabeza y la mire avergonzado.

—Jayden.

—Mucho gusto, Jayden.

—Igualmente.

Ella abrió las alacenas y sin decir nada le ayude pasándole las cosas para que las acomode en su lugar. Charlamos un poco de cosas tribales como el clima y lo tranquilas que se encuentran las calles de Boston ante la gran cantidad de familias que salieron a disfrutas de sus vacaciones en otro lugar.

—¿También estas aquí por las vacaciones?

—Si.

—Te he visto salir un par de veces de la casa de enfrente, ¿viniste a visitar a tus familiares?

—Algo así. — sonreí. —He venido a pasar las vacaciones con mi novia.

—Oh. — su sonrisa se agrando. —Que lindo es el amor.

—Lo es.

—Llevo casada casi 40 años y cada día amo más a mi esposo. — sus ojos se apartaron de mi rostro y miraron alrededor. —Desde que nuestros hijos hicieran su vida y volaran de nido, decidimos mudarnos a un lugar menos ruidoso y más tranquilo. Buscamos mucho y a pesar de que está casa era nuestra última opción, decidimos darle una oportunidad al no encontrar algo que nos gustara. — logre controlar mi expresión ante la curiosidad de sus últimas palabras y continue escuchándola con toda mi atención. —Tal vez suene ridículo, pero cuando entramos por primera vez al vecindario sentimos que estamos por el camino correcto. La persona que nos había está asesorando para encontrar nuestro nuevo hogar ideal, ya se encontraba esperándonos y nos mostró cada rincón de la casa. Hacia un poco de frio, lo entendíamos ya que el lugar no había sido habitado por muchos años, pero extrañamente cuando entramos a la cocina sentí una sensación de calidez y paz.

Mi corazón se estremeció ante una imagen aparecer en mis recuerdos. Mi madre se la pasaba gran parte de día en la cocina preparando sus amados postres y como es bien sabido, todo lo que sus delicadas manos hacen es amado por todos los que tengan la suerte de probarlos. Claro que se debe a que ella tiene excelentes habilidades de repostería, pero también gran parte de ello es porque lo hace con mucho cariño y amor, es imposible no sentirlo cuando das el primer bocado.

La flor más hermosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora