VI

550 72 8
                                    

Moñas rosas

...

Los pájaros iniciaron su tonada mañanera, bajo la luz naciente del sol, ambos jóvenes se hallaban dormidos en sus comodidades, pero el albino que resultaba ser un alma temprana, decidió levantarse lentamente.

Intento retirar algunas de sus hebras blancas como la nieve, pues evitaban que enfocará su vista. Permaneció sentado en el futón por unos segundos, miro a su derecha y confirmo su sospecha, Megumi seguía durmiendo.

Decidió no despertarlo, aún recordaba la expresión de miedo que tenía cuando le vio en el pasillo, Inumaki no sabía que lo tenía así, por lo que no tenía idea de cómo ayudarle.

Retiro las sábanas que cubrían su cuerpo y luego de estirarse, se puso de pie, debía ir a su habitación para darse un baño, además de que debía evitar a sus compañeros, no quería malos entendidos.

Al mirar al pelinegro inevitablemente su ceño se frunció, el chico permanecía boca arriba, la camisa se le había subido dejando al descubierto su abdomen, le extrañó ver marcas allí, por un momento culpo a los mosquitos, pero al indagar más en su mente, un fuerte sonrojo atacó su rostro.

No podía ser posible, esas marcas eran recientes, solo él estuvo allí, estaba seguro de que nadie más había estado en la habitación, eso no lo había hecho él. El calor en sus mejillas lo sofoco brevemente, decidió no seguir más con ello, doblo el futón y lo puso en una silla.

Miro una última vez al menor, seguía en la misma posición, evitó detallarle y al mínimo gesto de movimiento, escapó de la habitación.

Fushiguro por otro lado, se giró a su derecha y el sol le tomo por sorpresa en el rostro, arrugó el ceño ante la repentina iluminación. Pestañeo débilmente intentando enfocar su visión, su cabeza dolió un poco debido a la intensidad de la luz.

Volvió a removerse logrando que su cuerpo quedará boca arriba, abrió los ojos siendo recibido por una breve vista borrosa, en cuanto se centró, se sentó en la cama y se estiró un poco.

Miro a su izquierda y no le sorprendió el descubrir que Toge ya no se hallaba ahí, estaba seguro que el albino se iría en la mañana, pero no alejaba el hecho de que estaba agradecido con él, realmente estaba asustado ayer y de no ser por Inumaki, quizás no habría pegado un ojo en toda la noche.

Extrañamente, se sentía exhausto, no entendía el por qué, entonces su mente indago en sus recuerdos del día anterior para dar con alguna actividad que lo haya dejado tan agotado, fue en ese momento que recordó las marcas en su abdomen.

"¿Cómo es que tengo esto?"

Simplemente no le encontraba una explicación lógica, no tenía idea de qué podría estar sucediendo, solo sabe que alguien ha estado entrando a su habitación.

-Debería decirle al sensei -pero recuerda la reacción que tuvo el mayor la vez que estuvo en su habitación y entiende que tal vez no lo tome en serio. -Tal vez, deba lidiar con esto solo.

Y no le queda de otra, con el evento entre escuelas pisándole los talones, sabe que no tiene tiempo para pensar pues los entrenamientos serán cada vez más exhaustivos con el fin de una mejoría notable.

Es otro día para recibir una buena paliza de parte de Maki, el solo pensarlo le provoca un escalofrío. Decide ponerse en pie e iniciar su día con una rápida estirada a la cobertura de su cama y con una larga ducha fría.

Nocturnal  <(HIATUS)>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora