XIII

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Tu pasado, nuestro presente

...

Entre la locura y la cordura, existe un pequeño hilo que mantiene el orden y a cada uno en su lugar, pero cuando se trata de amar aquel hilo se rompe dando paso a la locura, porque un amor real tiene ese pequeño toque de diversión que los demás encuentran anormal. Sí, aquel que no ama con locura, nunca conocerá lo que es entregarse completamente a la persona que completa su corazón.

Sukuna es el ejemplo de locura, quizas por su condición muchos descartan los sentimientos de este escudándose en que tales no existen, pero claro, solo han conocido esa parte de él que anhela la destrucción nadie se dió a la tarea de entenderlo, es obvio, su sola presencia imparte el miedo desde siglos atrás.

Aún conserva esa humanidad, la mayoría de los que trataron con él aseguran que jamas fue humano, nadie podría confirmarlo todos aquellos han muerto y quiénes lo han avistado en la actualidad, intentan no respirar su mismo aire.

Megumi Fushiguro no conocía el amor, su vida no estaba llena de esa clase de afectos y aunque eso estaba bien, no dejaba de sentirse vacío, con la sensación de que algo le faltaba pero ignorante a la misma, termino por autoconvencerse de que no era necesario sentir esa clase de calor, el cariño.

Pero con Ryomen Sukuna sobre él, sin camisa y con un desesperante toque en su abdomen supo que necesitaba ese afecto, sentirse necesitado no estaba en sus planes, aunque ser deseado no dejaba de ser excitante y si era con el otro no importaba nada.

Y Sukuna se decía de todo a boca cerrada, sus manos nunca habían sido tan delicadas en todos sus años de vida, pero la suavidad de la piel de Megumi lo traía loco, admiraba su abdomen expuesto y ligeramente marcado, su piel clara contrastando con los lunares que se esparcen por doquier y aquella condenada "V" que se marcaba antes de perderse en sus pantalones.

Su mente le gritaba que arrancará aquella estorbosa tela y se aventurara más allá de lo que conocía, ver era mucho, pero sentir era jodidamente delicioso. Su cordura se estaba perdiendo, no dejaba de repetirse que debía tener cuidado, el pelinegro bajo él era primerizo y ser rudo podría asustarlo.

Y Fushiguro, quien ahora sentía la vergüenza en cada poro de su piel se preguntaba qué lo impulso a ser tan descarado, es decir, prácticamente le había dado luz verde a la maldición para que hiciera y deshiciera con él.

Cuando sus labios rozaron la piel cercana al final del abdomen, pudo ver cómo la espalda del menor se encorvaba y un jadeo que luchaba por salir finalmente se le escapó.

Para Megumi, aquellas sensaciones eran extrañas, se sentía bien, pero también le eran raramente conocidas, como si ya hubiera vivido algo parecido, estaba seguro de que su espalda jamás se había encorvado de tal forma, que sus labios jamás se mantuvieron tanto tiempo entre abiertos dejando salir sonidos raros y que nunca se había estremecido a ese punto.

Finalmente Sukuna comenzó a retirar su pantalón, él estaba perdido en la niebla de su mente, su cuerpo estaba ardiendo y clamaba por el toque de aquellas grandes manos. Entonces quedó expuesto, en su ropa interior se marcaba la necesidad de ser tocado más allá de besos y caricias.

Y el brillo en los ojos de Ryomen le dieron a entender una cosa y mil sentimientos, pedía permiso con la mirada, le pareció raro eso de él, pero curioso a la vez, realmente quería que le arrancarán esa tela por lo que solo asintió.

Entonces dió inicio todo, su rostro se pinto de un fuerte carmesí a medida que su entrepierna era revelada, aparto la vista pues la vergüenza comenzaba a apoderarse de él. Superar ese primer paso le resultaba difícil y más aún cuando se sentía temblar de los nervios.

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⏰ Última actualización: Jul 21 ⏰

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