XII

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Pasado

...

El miedo es vital, quizás en más de una ocasión alguien quiso que tal cosa no existiera, pero es muy importante, pues determina la capacidad del ser humano para sobrevivir y aunque las ganas de huir de semejante situación no le hacían falta a Megumi, la verdad es que estaba paralizado del miedo.

Había despertado por un extraño sonido, cuando busco el reloj para ver la hora, notó que había dormido más de lo que esperaba, eran pasadas las ocho y se suponía que se levantaría una hora antes. Pero su cuerpo le advirtió de algo, la incertidumbre se hizo con él y el sentimiento de saber que no se encontraba del todo solo se alojó en su mente.

Intento actuar como si nada pasara, haciéndose el ignorante ante la presencia que sentía en su habitación, miro con disimulo a la puerta, pero está estaba cerrada, quizás era su imaginación jugando con él.

Pero entonces lo vio, algo se movió en la oscuridad y eso fue suficiente para él, se escondió bajo las sábanas presa del pánico, sus sospechas eran correctas, no estaba solo, había algo más allí. Estaba seguro de que eso se percató de que estaba despierto y temblando bajo la sábana.

Silencio, nada sucedía y eso no hacía más que ponerle los pelos de punta, nervioso ante cualquier sonido que anunciase la cercanía de "aquello" pero no oía nada, todo seguía igual y él se convencía de que debía calmarse, sobre todo su agitada respiración que no le ayudaba a pasar desapercibido.

Escucho algo, fue un sonido ligero, no supo de que se trataba, pero inevitablemente sus ojos se dirigieron al final de la cama, podía ver sus pies y la sábana alrededor de estos, más notó como la cama se hundía en esa parte, supo de inmediato que eso se subió a la cama y que se encontraba justo ahí.

Sus ojos comenzaron a cristalizarse, no podía controlarse gracias al terror que azotaba su cuerpo, quería salir de ahí, correr hacia la puerta y perderse en el pasillo, pero cuando la cama se hundió a la altura de sus muslos supo que estaba jodido, no había escapatoria cuando la mitad de su cuerpo estaba preso debajo de aquella cosa.

La primera lágrima se deslizó por su mejilla, recordándole las veces que vivió esa situación, el como tuvo que pedirle a Inumaki que se quedará con él porque se sentía acosado en la oscuridad de su habitación, el temblor que invadía cada miembro de su cuerpo y el pánico recorriéndole.

Pero no hizo nada, tampoco es que lo tomarán en serio, lo supo el día que Gojō apareció en su habitación, a pesar de la seriedad del asunto, el adulto lo tomó como una pesadilla del pobre chico, sin ser conciente del asedio que vivía el pobre pelinegro.

Nuevamente se hizo presente la hendidura en su cama, está vez el lado izquierdo cerca de su abdomen, no había salida, su mente no era capaz de comprender las acciones de lo que estaba con él, porque cada que esto le sucedía perdía parte de la memoria, recordaba ser acechado por una entidad, pero no lo que sucedía cuando está se presentaba.

La última juro ver a Sukuna, pero esa idea solo le recalcaba que podía estar volviéndose loco, Ryomen desapareció junto a Itadori cuando este le arrancó el corazón, estuvo ahí, él lo vio todo y aun recuerda sus últimas palabras, las de ambos.

Sintió como la sábana se deslizaba hacia abajo, intento sostenerla, no quería enfrentarse a su destino, el cual su mente no dejaba de repetirle que podría ser la muerte. No lo consiguió, cuando diviso el techo de la habitación cerro los ojos, si iba a morir, no vería aquello, eso que cobraría su vida.

-Abre los ojos... -un susurro, sabía que había oído esas palabras antes y reconocía esa voz, estaba acabado.

Se debatía entre hacerlo o no, quizás realmente estaba soñando y nunca se despertó, debía seguir en su cama dormido y sudando gracias a la pesadilla, sí, no podía ser más que eso.

Nocturnal  <(HIATUS)>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora