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── ¿entonces qué, entramos o qué? ── preguntó el rubio ya aburrido de esperar, se apoyaba en la pared esperando las indicaciones de su subordinado.
Darcy miró al rubio suspirando suavemente.
── por lo que tengo entendido, mi hermanita tiene una de sus misiones sexuales aquí. ── reír suavemente, volteó su mirada hacía el oji-ruby. ── oh... Ahora que lo pienso, si Marcy también está allí, seguramente se la cogió más de una vez.
El azabache suspiró y tomó de la camiseta al burlesco rubio quién lo miraba con la boca abierta.
── si ella se llega a meter con mi hermanita, se la vera conmigo.
── ya lo hizo antes...
El silencio reinó en aquellas frías calles, hasta que un grito ronco se escuchó en todo el lugar. El azabache lo había estampado contra la pared al rubio quién tragaba grueso.
Oh demonios, algo que no debió decir y más cuando el mayor era sobreprotector con la chica de piercing... Estaría muerto, muerto por la persona quién llegó a ser su amante en su tiempo, cerró los ojos esperando lo peor.
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Cerraba sus ojos antes las caricias ajenas, pequeñas pizcas de sudor bajaban por su frente, Anne gimoteaba ante las pequeñas embestidas la cuál la rubia daba, quién ahora mordisqueaba su cuello en busca de crear alguna marca.
Minutos habían pasado, largos minutos de pequeños jadeos exclusivos de la hepertologa. Ahora estaba en el regazo ajeno sin parte de su camiseta, rasguñando la espalda ajena dejando seguramente marcas de sus uñas en su piel.
Cosa qué... La demonio amaba.
── Eres la mejor humana que tuve entre mis brazos... ── murmuró de forma ronca en su oído dejando pequeñas lamidas y hasta mordisco en su oreja. ── creo que me volveré adicta a tí.
Entre gemidos roncos la castaña había gritado un ¡Cállate! Luego de minutos llegar a su orgasmo.
En otro lado en esa misma casa, la azabache se miraba al espejo notando las marcas que la demonio había dejado en su cuello, suspiró para sí misma acariciando estás con cuidado y con ayuda de la yema de sus dedos. Miles de pensamiento llegaban a su mente, los momentos que había pasado con la rubia, cerró sus ojos dejándose caer en la cama dónde minutos antes estaba con ella.
── dios te odio... ¿por qué otra vez estos sentimientos hacía tí? ── suspiró suavemente y llevando sus brazos hacía su cara tapando la zona.
── ¡Marcy, Marcy! ── escuchó una voz detrás de sí, una suave y con una notoria chillades muy reconocida.
Al darse cuenta y abrir los ojos con lentitud, una pequeña Ángel yacía recostada sobre su pecho mirandola de cerca, sus cabellos azabaches caían por su rostro mantenía una extraña sonrisa entre sus labios, además de tener los ojos más achinados de lo normal.
── Andrias te busca, necesita hablar urgentemente contigo.
Marcy palideció ante lo dicho tragó grueso.
Seguramente estaría jodida, tendría que dejar a Anne con la demonio para poder resolver lo que sea que aquél hombre quería, estaba nerviosa, sus manos estaban frías y sudaban.
Veía venir lo peor además Andrias no era de llamarla con urgencia.
¿Será que se había enterado de la pequeña y errónea aventura con Waybright? Sus manos inconcientemente acariciaron dónde yacía sus alas tragando grueso. Cosa que la otra Ángel se había percatado.
Aunque tuviera diesiete y fuera conocida por los demás angeles cómo la estúpida de los Wu's ella sabía lo que su hermana mayor sentía, además Marcy tuvo mucha confianza con ella en decirle.
Pero... Tenía miedo de decirle a su hermano mayor, además ambos hermanos mayores se tenían ocultos muchas cosas.
── bien... Vámonos.
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