Eras el puente de mi yo suicida.
El ojo en calma de mi huracán.
El Still loving you de mi disco favorito de Scorpions.
La banda sonora que acompañaba nuestros corazones solitarios.
Eras y eres más que todo aquello que no se ve.
Más que todos esos besos que no me diste.
Y aún siendo el templo de mi alma te derrumbaste dejándola atrapada.
Te rompiste dejándome encarcelada entre tus huesos.
Marcaba en cada costilla los días que pasaban sin saber de ti.
Y yo, como una inocente, creyendo que vendrías a buscarme cuando estaba en tus entrañas.