He dejado de sentirme pájaro.
Ya no recuerdo como era eso de volar entre tus piernas.
Recuérdamelo.
Tú me enseñaste a volar y ahora me has cortado las alas.
Me gustaría dejar de sentirme vacía.
Cuento esas noches de fiesta en las que no hacía mas que buscarte en otras piernas y en otras bocas.
Y eso, sin darme cuenta de que me estaba anudando al cuello una soga hecha de sábanas de otros.
Me perdía entre camas de desconocidos buscándote a ti.
Sus habitaciones eran oscuras y no me dejaban verte.
Por eso cerraba mis ojos muy fuerte, para poder imaginarte conmigo.
Sus lenguas eran seres extraños y nadie sabía besarme como lo hacías tú.
Solía recordarte cuando me ponía aquella falda que tanto te gustaba.
Bueno, más bien te recordaba con cada gesto.
Creo recordar que te fuiste hace más de 100 noches de mi vida y no he vuelto a sentirme igual.
He dejado de ser yo misma.
Sin embargo sigo escuchando tu música y viendo nuestras fotos.
Era yo, pero te has ido.
Cada noche decido escribirte una carta, una poesía o una declaración de amor.
Llámalo como quieras.
Pero también decido no dártela nunca, no se, igual es mejor así.
Se me ha olvidado volar.
Vuelve y enséñame.
Yo no puedo moverme, estoy gritándote ayuda en silencio.
