─Eres un chico muy callado─ dije sin esperar respuesta, ya lo conocía pero apenas hablaba.
─...─ no dijo nada, tome su silencio como si me diera la razón.
─vamos por un helado─ mi pregunta sonó mas como una orden.
él chico junto a mi solo me miro y...
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─Esta bien─ concluso el azabache, este era su primer paso para conquistar a la chica, dejar que ella tocara y mimara cada parte de el, para asi poco a poco acostumbrarla a su presencia.
El plan de Shousuke basaba en tres pasos, el primero en acostumbrar a la chica a su cercanía, el segundo paso empezar con pequeñas caricias, y el último paso confesarse.
A su parecer era un plan perfecto y sencillo, y considerando que el era sumamente hermoso, sus posibilidades de conquistarlo sería de un cien por ciento, ya que la rubia así lo conquistó.
Primero dejo que él se acercara a ella como si nada el primer dia que la conocio, despues cuando le dio la chaqueta le dio un beso, y cuando fueron compañeros de clase lo acostumbró a su presencia. Aunque ella no lo hizo con esas intenciones, lo de Kaira fue mas sin querer que queriendo, nada estaba planeado. Kaira lo había conquistado.
─Ya estoy en casa─ gritó la rubia con el azabache detrás de ella, aunque nadie le contestó, ya que sus dos padres ahora trabajaban─ No hay nadie todavía─ se dijo a sí misma en voz alta─ Shousuke-kun, pasa por favor iremos a mi habitación─ algo nerviosa dijo esas palabras al oji negro─
Kaira miro la hora, y se dio cuenta que habían llegado a casa en horas de escuela, ya que aun eran las cinco de la tarde, faltaba una hora para que finalicen las clase, y tres horas para que Alen vinera, ya que su trabajo terminaba a las ocho, y la de su madre, a las nueve.
─Estaremos un poco solos, ya que mi madre trabaja hasta tarde─ comentó la rubia mientras guiaba a shousuke a su habitación─ Bienvenido a mi habitación Shousuke-kun─ abrió la puerta mostrando su dormitorio─
El azabache al encontrarse ya en la habitación, agarró de la muñeca a nuestra protagonista, la acomodó contra la pared que estaba alado de la puerta, y con un semblante dominate espetó algo en la oreja de la chica.
─No me llames tan formal─ la rubia sintió el aliento de pelinegro, poniéndose roja, haciendo que sus latidos aumente la velocidad─ No me gusta eso, ¿entendiste?─ se alejó un poco pero manteniendo la poca distancia, observo cada parte de la chica─
Ella tenía los ojos cerrados, y la cara roja. Al azabache le pareció tierno ese gesto, pero en parte no le gustaba, quería ver los ojos tan raros que poseía esa chica de baja estatura. Le gustaban sus ojos, su pelo, su forma de ser, pero lo que más le gustaba era su silencio.
Estar con ella, le hacía sentir tranquilo, y le daban ganas de hablar con ella. Nadie había logrado eso, ni su progenitora, siempre se aburría con la gente, nadie le era de su agrado, pero ella era diferente, le gustaba hablar con ella, le encantaba que cuando quisiera silencio no se notara incomoda.
