ᴘᴀʀᴛᴇ ɪx. ɢʀᴀᴅᴜᴀᴄɪᴏɴ

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— Daniela quería darte una sorpresa, por eso no dije nada sobre su visita. 

Armin se detiene a mitad de pasillo, mirándome con molestia, es extraño conocer esa faceta de él; sacude su camisa y lleva su mano derecha sobre su frente negando un par de veces. 

— Yo debí avisarte pero, nunca imaginé que le harías algo así — sus palabras son directas y frías. 

— Nunca quise besar a Hitch, ella lo hizo... — hago una pausa — aunque es cierto, yo permití esta situación y, es mi culpa que Daniela se haya marchado molesta conmigo. 

— A mí tampoco me toma las llamadas — dice guardando su móvil en la chaqueta — ¿Qué vas a hacer ahora? 

Me siento al borde de una banca al final del pasillo, apoyando mis manos bajo el mentón; Daniela Denzel no es el tipo de chicas que iría a su casa a llorar por una decepción amorosa, el tiempo que he pasado conociéndola me hace estar seguro de ello y, como un destello iluminando mis ojos, pienso en el único sitio al que mi chica iría en un momento así. 

— Armin, ¿Cuál es la estación más cercana desde aquí? 

— Nakano, ¿Por qué? 

— Necesito irme, te veré después — exclamo corriendo escaleras abajo. 

— ¡Suerte! — me responde — si no te reconcilias con ella te patearé el trasero. 

— ¡Sí, claro! 

Mi corazón late a toda velocidad mientras corro por la avenida rumbo a la estación Nakano, hace frío y está nevando, las calles llenas de luces de colores, y personas caminando por doquier le dan una atmósfera de película extranjera a la ciudad. Mis pulmones arden un poco gracias al frío que entra por mi garganta. 

Saco el carnet de mi bolsillo con la finalidad de acceder al metro, hay demasiadas personas esperando por su llegada, los motores se escuchan a lo lejos y, lo que probablemente fueron cinco minutos, se volvieron horas para mí hasta que lo vi detenerse y a las personas subir. 

Mientras observo a través de los cristales mi corazón late de prisa, tengo una corazonada del lugar donde está pero, ¿Y si ya se ha marchado? ¿Y si ya no vuelvo a verla? Daniela Denzel llegó a mi vida una fría mañana a inicios de primavera, aún recuerdo su cabello castaño oscuro cayendo sobre su cintura en tanto que se sienta rodeada de sus amigas para escuchar el aburrido discurso del director. Sus uñas rojas sosteniendo el pedido que le entregué en Animate la primera vez que hablamos; el olor de su coche la primera vez que subí a él, el sabor cereza de sus labios rojos la primera noche que nos besamos, su pelea con Pieck Finger en una piscina cuando intentó difamarla, su sonrisa al hablar de lo mucho que le gusta One Direction y su ceño fruncido cuando bromeaba con publicar su secreto a toda la universidad. Nuestra primera cita, el primer baile, la primera vez que la tomé de la mano, sus besos en mis mejillas, su risa cada vez que mi barba le hacía cosquillas en el cuello, y cuando aceptó ser mi novia en medio de un lago. 

Paso mi mano bajo mis ojos, estoy llorando y no me percaté de ello, mis brazos se sienten fríos y mi estómago se estruja dentro de mí, la extraño, necesito verla. Es cierto que la distancia nos hace pensar que estamos bien sin aquellas personas que se encuentran lejos de nosotros, pero, con Daniela Denzel es diferente, a ella no la puedo defraudar, no le puedo decir adiós. 

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Bajé a toda prisa del metro en cuanto llegamos a la estación, observé mi reloj antes de empezar a correr, si no está ahí, debo buscarla en su casa, soy capaz de tomar un vuelo a Londres de ser necesario. A estas alturas, no siento el oxígeno entrando a mis pulmones, ni siquiera soy consiente de mis pies, están fríos y doloridos. 

𝚂𝙷𝙴'𝚂 𝙺𝙸𝙽𝙳𝙰 𝙷𝙾𝚃 |Jean KirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora