|Te regalaré un amor prohibido|

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[Ese mismo día

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[Ese mismo día...]

Bien era sabido por todos en aquella casa que Thiago no era un cachorro muy madrugador. Pero, para sorpresa de los adultos, fue el primero en despertar esa mañana.

— ¡Buenos días, buenos días, buenos días! —repetía una y otra vez entre pequeños grititos de pura alegría mientras saltaba sobre la cama de sus padres, acompañándolos de enérgicas palmaditas— ¡Hoy es el gran día! —prosiguió— ¡Hoy la pequeña serpiente volverá con su familia!

Marta emitió una pequeña risita ante la actitud tan entusiasta de su cachorro, escuchando de fondo los pequeños chillidos y grititos en forma de auxilio, puesto que su padre lo había atrapado de una forma totalmente imprevista y había tirado de él hasta que quedó recostado sobre la cama entre ambos adultos.

— ¿Qué hora es, cachorro? —inquirió William, aún adormilado— Ni siquiera es de día todavía.

Thiago se encogió levemente de hombros, no teniendo ni la menor idea de qué hora era. Ciertamente, lo único que sabía con certeza era el hecho de que faltaba mucho para que tuviera que asistir a su colegio, por lo que le daría tiempo a dejar a la serpiente que rescató con su familia, puesto que su emoción le impedía esperar a dejarla libre después de su jornada escolar.

Él quería soltarla ya.

Ya, ya, ya.

El único problema que veía ante su lógica era el hecho de que su mejor amiga Camila no sabía de su intención, por lo que tendrían que pasar primero por su hogar y sacarla de su cama aunque fuera a rastras y en pijama porque él deseaba que la alfa estuviera en la liberación del animal. No obstante, no veía nada mal aquella opción improvisada.

— Tenemos que dejar a la serpiente con su familia —se quejó el cachorro mientras se removía de una forma totalmente revoltosa en un intento de escapar del agarre que su padre mantenía sobre él— Antes de ir al colegio.

Emitió un pequeño gruñido de puro disgusto al ver que sus esfuerzos por escapar no dieron los resultados esperados; su padre era demasiado fuerte como para moverlo mínimamente siquiera.

— Todavía es de noche, cachorro —comentó William, esperanzado de que la inocencia tan pura de su pequeño cachorro le ayudara a creer en sus palabras— Si sueltas a la serpiente ahora, entonces no sabrá cómo llegar con su familia.

Thiago detuvo todo movimiento para sopesar las palabras de su padre con mayor tranquilidad. Entonces, un pequeño puchero se instaló en sus labios al percatarse de cuánta razón llevaba su padre, puesto que su obsesión por ingeniar un plan lo suficientemente brillante como para sacar a Camila a rastras de su cama, con pija y todo, para que lo acompañara a dejar libre a la serpiente a la que le ayudó a rescatar no le permitió sopesar otros puntos débiles de su magnífico plan.

— E-Es cierto —se quejó débilmente— T-Tenemos que esperar a que se haga de d-día para que pueda ir con su f-familia.

Marta y William compartieron una mirada que, al parecer, trasmitía el mismo pensamiento. Inevitablemente, sus labios se fruncieron en una casi imperceptible sonrisa mientras realizaban un gesto de negación con sus cabezas; la inocencia de los cachorros era tan bella.

Te regalaré un amor prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora